Cuando las letras de las canciones despiertan la vocaci¨®n de escribir
La deuda de la literatura con la m¨²sica se palpa en figuras como Sergio Ram¨ªrez con los boleros, Wendy Guerra con los sones o Mar¨ªa Fernanda Ampuero con Mocedades

No solo las primeras lecturas o los cuentos de los abuelos han sido inspiradores para la literatura. Cada vez m¨¢s escritores reivindican la m¨²sica como su dios tutelar. Muchos confiesan que la vocaci¨®n les lleg¨® en la infancia no a trav¨¦s de otros libros, sino de canciones con letras que depositaban en su memoria historias y sentimientos a veces todav¨ªa ajenos y dif¨ªciles de entender para un ni?o. La deuda de la literatura con la m¨²sica como despertador del deseo de escribir la reconocen nombres como Sergio Ram¨ªrez con los boleros, Wendy Guerra con los sones, Lorena Salazar Masso con Nina Simone, Miguel ?ngel Oeste con los Beatles, Mar¨ªa Fernanda Ampuero con las baladas de los setenta y ochenta o Summer Pierre con Suzanne Vega.
Del puro sentimiento viene el primer soplo de inspiraci¨®n del nicarag¨¹ense Sergio Ram¨ªrez (79 a?os), ganador del Premio Cervantes 2018, que convierte su recuerdo casi en una canci¨®n: ¡°Yo vengo del tiempo de los boleros rom¨¢nticos, que empiezan en mi memoria con Dos gardenias, cantado en un viejo gram¨®fono por Daniel Santos. De la m¨²sica cumbanchera bailada en las viejas pel¨ªculas mexicanas en los sets con decorados tropicales, palmeras y timbales por Mar¨ªa Antonieta Pons, Tongolele, Nin¨®n Sevilla y Rosa Carmina. Y vengo de la m¨²sica de mis t¨ªos, interpretada por ellos en la orquesta Ram¨ªrez, que ensayaban en la casa de mi abuelo Lisandro, desde foxtrots hasta valses, y otra vez boleros¡±.
De ritmos m¨¢s jacarandosos procede la cubana Wendy Guerra (50 a?os). Se recuerda muy peque?a en el parque Mart¨ª en Cienfuegos cuando sale a cantar Barbarito D¨ªez acompa?ado por la orquesta de Antonio Mar¨ªa Romeu: ¡°De pie, tieso y con una emoci¨®n contenida. Lo que escuch¨¦ esa noche, letra y melod¨ªa, modific¨® mi modo de entender las cosas¡±. Era La clept¨®mana, letra y m¨²sica de Agust¨ªn Acosta y Miguel Luna, que ¡°narra c¨®mo una misteriosa mujer se lo robaba todo en un comercio antiguo, y describe, adem¨¢s, el lugar y el modo en que lo hac¨ªa con un enigma y sofisticaci¨®n poco comunes en la m¨²sica popular cubana, esa que lo cuenta todo y no se guarda nada¡±. Luego vendr¨ªan la vieja trova, la voz de Mar¨ªa Teresa Vera y Compay Primero Lorenzo Herrezuelo. Canciones an¨®nimas como El colibr¨ª la llevaron ¡°por un viaje de historias ocultas que necesitaba despertar y recomponer¡±, y donde a¨²n asegura que contin¨²a.

A la ecuatoriana Mar¨ªa Fernanda Ampuero (39 a?os), una de las revelaciones del nuevo cuento latinoamericano con Pelea de gallos y Sacrificios humanos (P¨¢ginas de Espuma), le resultaba imposible no escuchar la balada espa?ola y la m¨²sica popular latinoamericana: ¡°Sonaba en mi casa y en los trayectos de m¨¢s de diez horas desde Guayaquil hasta Quito. Mi padre era un mel¨®mano absoluto, ten¨ªa cajas de discos y casetes que ¨¦l mismo grababa¡±. Canciones que inclu¨ªan desde Mocedades y Julio Iglesias hasta Emmanuel o Ana Gabriel y artistas de los a?os 80. ¡°Todo ese champ¨² de canciones tr¨¢gicas, luego los pasillos de mi abuela y m¨¢s adelante mis propias elecciones con grupos como Mecano, donde cada canci¨®n es una historia, son parte de mi educaci¨®n literaria¡±, reconoce Ampuero.
Ya lo dijo Dar¨ªo Jaramillo en 2008, en Poes¨ªa en la m¨²sica popular latinoamericana: un cancionero (Pre-Textos): ¡°Esas canciones modelaron la forma de sentir y la forma de decir el amor en varias generaciones de latinoamericanos. En estas canciones hay una poes¨ªa que es distinta de la poes¨ªa para leer en silencio. Con una est¨¦tica y una ret¨®rica diferentes¡±. Porque ¡°hay una poes¨ªa para ver y hay una poes¨ªa para o¨ªr¡±, escribe el poeta, ensayista y narrador colombiano.
¡°Cuando escuchaba a Nina Simone cantar pensaba en que quer¨ªa escribir como ella cantaba. Por la fuerza que tiene a la hora de cantar y porque sus canciones las entend¨ªa como poemas¡±, revela la colombiana Lorena Salazar Masso (29 a?os), que ha debutado en la novela con Esta herida llena de peces (Tr¨¢nsito).
Algo parecido vivi¨® el malague?o Miguel ?ngel Oeste (48 a?os), cuya novela Arena (Tusquets) abre con una cita de Los Planetas: ¡°Si est¨¢ bien, si es tan f¨¢cil, ?por qu¨¦ duele as¨ª por dentro?¡±. A los 10 a?os lleg¨® la m¨²sica a su vida. Una forma de experimentar como propios los sentimientos y emociones que describ¨ªan las canciones: ¡°Me fascinaba esa capacidad casi infinita de una buena canci¨®n pop de sumergirnos en otras realidades y sensaciones. Probablemente, ah¨ª est¨¢ mi primera conexi¨®n con la palabra escrita. En aquellas letras de los Beatles que evolucionaron de sus simples (¡±she loves you yeah yeah yeah¡±) a otras m¨¢s complejas en las que creaban personajes con vida propia, casi literarios (Eleanor Rigby), o que nos hablaban de temas tab¨² como la muerte. M¨¢s tarde, tambi¨¦n en aquellas letras de Los Planetas que consegu¨ªan transmitir una fuerte carga emocional, incluso pol¨ªtica¡±.

Una de los ¨²ltimos en juntar notas musicales y literarias para contar la influencia de las canciones en su vocaci¨®n por el c¨®mic es la historietista Summer Pierre en su novela gr¨¢fica Todas las canciones tristes (Libros Walden), nominado al Premio Eisner. El tema que despert¨® la inspiraci¨®n literaria en esta artista estadounidense, colaboradora de The New Yorker y The New York Times, fue La reina y el soldado, de Suzanne Vega. Ten¨ªa 17 a?os y nunca hab¨ªa escuchado una canci¨®n como esa: ¡°Era como un cuento, pero en una canci¨®n. No ten¨ªa coro, sino que era una balada larga, hermosa y conmovedora sobre un soldado que se dirig¨ªa a su reina para decirle que ya no estaba luchando por ella. Un escrito hermoso donde pod¨ªa ver con mucha claridad la imagen de esa reina joven y fr¨¢gil y ese soldado enojado pero tierno¡±.
M¨¢s all¨¢ de ser inspiradora de otras artes, la m¨²sica tambi¨¦n es refugio y tabla de salvaci¨®n. Lo ha sido para Ram¨®n Andr¨¦s, que acaba de ganar el Premio Nacional de Ensayo por su obra Filosof¨ªa y consuelo de la m¨²sica (Acantilado), que confiesa que naci¨® en un hogar donde todo fue discordia: ¡°Mi padre era violinista aficionado, y mi hermana estudiaba canto. Apenas con cuatro a?os sent¨ª que la m¨²sica me salvaba de aquel violento caos. Era un contraste liberador. Nunca me he separado de ella. La m¨²sica ha sido mi hospicio. Estudiar m¨²sica y escribir era lo ¨²nico que me interesaba, y este impulso me ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª¡±. Durante una d¨¦cada fue m¨²sico profesional, pero en 1984 la dej¨® para dedicarse a la escritura: ¡°En realidad, nunca he dejado la m¨²sica, me acompa?a d¨ªa a d¨ªa, escribo sobre ella, la pienso, se lo debo todo; es mi sanaci¨®n¡±.
Por qu¨¦ la m¨²sica despierta en los ni?os y adolescentes sensaciones o sentimientos a¨²n no vividos es un misterio. Lo explica as¨ª Alex Ross, cr¨ªtico musical de The New Yorker y autor de libros como El ruido eterno: escuchar al siglo XX a trav¨¦s de la m¨²sica o el reciente Wagner. Arte y pol¨ªtica a la sombra de la m¨²sica (Seix Barral): ¡°Escuchar m¨²sica es una especie de trance: la parte m¨¢s cognitiva se relaja y queda en un segundo plano. Los sonidos nos hablan en un lenguaje que te gu¨ªa por tu yo interior y te lleva a sensaciones, ideas y sentimientos desconocidos¡±. Como querer trasladar esa experiencia a la escritura de libros.
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