Mario Muchnik, el editor de los puntos sobre las ¨ªes
Amigo de Cort¨¢zar o Alberti, el responsable de la publicaci¨®n en espa?ol de las obras de Canetti recuerda en un libro de conversaciones con Juan Cruz sus amistades y desencuentros con escritores y colegas de oficio
Mario Muchnik (Buenos Aires, 90 a?os) dej¨® la f¨ªsica nuclear por la edici¨®n de libros debido a la raz¨®n ¡°banal¡±, como ¨¦l mismo ha reconocido, de que su padre, Jacobo, era un importante editor en Argentina. El oficio de publicar libros escritos por otros ha sido para ¨¦l un pasaje a una monta?a rusa: de la alegr¨ªa por ser el editor en espa?ol de Elias Canetti cuando este autor en lengua alemana, casi un desconocido entonces en Espa?a, recibi¨® el Nobel en 1981. ¡°El escritor m¨¢s especial de los que he tratado por la relaci¨®n que tuve con ¨¦l¡±, contaba Muchnik por tel¨¦fono la pasada semana. Tambi¨¦n disfrut¨® del placer de confraternizar con Julio Cort¨¢zar, Rafael Alberti o Jorge Guill¨¦n, con el que se estren¨® como editor con Y otros poemas, un inicio que recuerda como ¡°lo m¨¢s satisfactorio¡± de su labor.
De las rosas pas¨® a las espinas tras ser despedido en 1990 de la editorial que hab¨ªa fundado, aunque para ¨¦l lo m¨¢s doloroso ha sido ¡°los libros publicados que pasaron sin pena ni gloria, que han sido bastantes¡±, a?ade con humor. Luces y sombras de alguien del que llama la atenci¨®n la preocupaci¨®n que ha tenido por el exquisito cuidado de los detalles, como que los m¨¢rgenes del texto fuesen los adecuados para facilitar la lectura o evitar las odiosas erratas. Por el camino, Muchnik ha sido tambi¨¦n un notable fot¨®grafo como retratista de los escritores que se mov¨ªan en su c¨ªrculo. De todo ello y mucho m¨¢s habl¨® durante horas con el periodista de EL PA?S Juan Cruz para un libro de conversaciones, Mario Muchnik. Editor para toda la vida, publicado recientemente por Trama Editorial.
Muchnik fund¨® con su padre, en 1973, Muchnik Editores. Su llegada al mundo del libro fue tard¨ªa porque su vida se hab¨ªa encaminado a aquello para lo que hab¨ªa estudiado: f¨ªsico, titulado en Columbia. Trabaj¨® en Roma y conoci¨® a Nicole, su gran amor, en Par¨ªs, con la que sigue hoy cumplidos los 90 (¡±sin ella no s¨¦ hacer nada¡±, ha asegurado). Entonces, ella era una destacada periodista. Otra persona fundamental fue su padre, empresario, director y actor teatral, que hab¨ªa creado en 1955 Jacobo Muchnik Editor, sello que se convirti¨® en la editorial argentina de Rafael Alberti, Kafka, Nicol¨¢s Guill¨¦n o Arthur Miller. Fue precisamente en una visita de ni?o con su padre a unos talleres gr¨¢ficos cuando Mario, al ver ese nombre impreso por un tip¨®grafo que estaba con la linotipia y el martillito, descubri¨® la magia de las letras. Aunque quien le hab¨ªa hecho lector fue su madre, cuando le dio una edici¨®n mexicana ?en siete tomos! de Guerra y paz.
Instalado en 1978 en Barcelona, fue nombrado en 1982 director editorial de dos sellos hist¨®ricos, Seix Barral y Ariel, que entonces necesitaban renovarse. Fue una cumbre que, a?os despu¨¦s, en 1990, tuvo su glaciaci¨®n, cuando fue despedido de Muchnik Editores, donde adem¨¢s de Canetti hab¨ªa publicado a Bruce Chatwin o su amigo Cort¨¢zar (¡°qu¨¦ gran tipo¡±, le a?ora). Al autor de Rayuela le public¨® meses antes de morir Los autonautas de la cosmopista y, sabida su afici¨®n por la fotograf¨ªa, lo retrat¨® en su cama, ya fallecido, a petici¨®n de Aurora Bern¨¢rdez, la que fue primera esposa del autor argentino. Entre las an¨¦cdotas que recuerda del creador de los cronopios destaca la del chico que se le acerc¨® en un bar de Segovia, durante una visita que le hizo a Muchnik, y le dijo a Cort¨¢zar: ¡°?Mi pap¨¢ dice que usted es Dios!¡±, a lo que el autor respondi¨®: ¡°?Dec¨ªle a tu pap¨¢ que Dios no existe¡±. Hablando de m¨¢s amigos escritores, Muchnik responde que nunca tuvo que sacrificar una buena relaci¨®n por inter¨¦s editorial. ¡°M¨¢s bien al contrario, he editado a gente amiga sin pensar en el lucro¡±.
Para Juan Cruz, ¡°conversar con Mario es un tesoro para cualquiera que ame el mundo de la edici¨®n, porque ¨¦l lo explica todo con humor. Lo que cuenta que ha hecho, apetece hacerlo, suena a un placer, incluidos los fracasos. ?l pas¨® penalidades econ¨®micas, pero est¨¢ habitado por la calidad de las an¨¦cdotas¡±.
Adem¨¢s de esos apuros, Muchnik logr¨® ¨¦xitos inesperados de superventas, como De parte de la princesa muerta, de Keniz¨¦ Mourad, o C¨®mo adelgazar en las comidas de negocios, de Michel Montignac. Cuando las cuentas no salieron, dijo que la empresa ten¨ªa ¡°una peque?a deuda¡±. Quiz¨¢s no fuera casual en quien ha afirmado que buscaba la calidad de los textos por encima de la comercialidad de autores o t¨ªtulos. En el sector editorial espa?ol, ¡°¨¦l ha supuesto la exigencia de calidad en un mundo que se abr¨ªa a Europa, a las nuevas firmas, a autores casi desconocidos. Supo combinar lo cl¨¢sico con lo moderno¡±, apunta Cruz.
Un ¡°donju¨¢n de la edici¨®n¡±
Autodefinido como ¡°un donju¨¢n de la edici¨®n¡±, Muchnik intent¨® renacer de sus cenizas con un proyecto familiar en 1998, la editorial El Taller de Mario Muchnik, donde public¨® sus pol¨¦micas memorias, Lo peor no son los autores, en las que criticaba a varias viudas de escritores, como la de Alberti, Mar¨ªa Asunci¨®n Mateo, por la ¡°manipulaci¨®n¡± en la edici¨®n del cuarto tomo de memorias del poeta, que ¨¦l le public¨®. Muchnik le cuenta a Cruz que Mateo quit¨® del libro todo lo que hab¨ªa escrito el poeta sobre Aitana, la hija que hab¨ªa tenido con su primera esposa, Mar¨ªa Teresa Le¨®n.
Visto el exitazo, Muchnik continu¨® su ciclo memorialista con Banco de prueba, A prop¨®sito: del recuerdo a la memoria, El otro d¨ªa: una infancia en Buenos Aires, Oficio editor, que es un recetario para j¨®venes editores, y Ajuste de cuentos, las dos ¨²ltimas en el sello El Aleph, ya de Planeta, que sucedi¨® a El Taller.
Otra pasi¨®n, la fotograf¨ªa, le llev¨® a mostrar sus im¨¢genes, en blanco y negro, por primera vez en una exposici¨®n en 2003, en Madrid, seleccionadas de su archivo de m¨¢s de 50.000 negativos. Admirador de Cartier-Bresson, le repele Sebasti?o Salgado, por aquello de retratar miserias. Para ¨¦l, los fot¨®grafos son artesanos. Muchos de sus retratos fueron ¡°fruto del azar¡±, asegura. Fotos que no estaban preparadas ni ten¨ªan una iluminaci¨®n especial. De Simone de Beauvoir a Sartre, Italo Calvino, Borges, Mario Vargas Llosa, Carmen Mart¨ªn Gaite, Umberto Eco, Ana Mar¨ªa Matute¡ Tambi¨¦n est¨¢n las instant¨¢neas que tom¨® del Mayo del 68 en Par¨ªs, cuando era un inmigrante que tem¨ªa ser expulsado, una experiencia de la que naci¨® el fotolibro Un b¨¢rbaro en Par¨ªs.
Quienes lo conocen destacan que Muchnik est¨¢ casi siempre risue?o, incluso cuando recuerda los tropezones profesionales, lo que hace acompa?ado en ocasiones de un whisky. Figura fundamental en Espa?a de un oficio que consiste, como le dec¨ªa su padre, en fijarse ¡°en que todos los puntos est¨¦n sobre las ¨ªes, y luego difundirlas¡±.
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