La vida violenta de una ciudad grabada en los huesos de sus sacerdotes
El estudio de los enterramientos medievales de la catedral de Lugo muestra el clima de crueldad y ajustes de cuentas entre la burgues¨ªa emergente y el poderoso clero
Nadie sabe los nombres que tendr¨ªan cuando les toc¨® existir, hace siete centurias, pero han sido rebautizados como CP-701, CP-702, y as¨ª, uno tras otro, hasta CP-715. Desde el siglo XIV y principios del XV hasta el a?o 2007, cuando se levant¨® el suelo de la Capela do Pilar de la catedral de Lugo en una intervenci¨®n arqueol¨®gica, sus huesos durmieron un sue?o que parec¨ªa eterno despu¨¦s de haber vivido intensamente. Ahora est¨¢n de nuevo en el mundo de los vivos, en la Facultad de Biolog¨ªa en Santiago, a la espera de futuras pruebas gen¨¦ticas para llegar un poco m¨¢s lejos en la busca de su identidad. De momento, lo que se ha podido reconstruir son unas biograf¨ªas llenas de sobresaltos en una ciudad que se rebelaba contra el feudalismo del obispado en un clima de violencia y ajustes de cuentas entre la burgues¨ªa emergente y el poderoso clero.
Siete son ni?os menores de siete a?os, con dientes de leche, y el resto, adultos que a¨²n conservan la huella de sus dolencias y, sobre todo, una cantidad sorprendente de traumatismos. Fracturas de falanges y costillas que llegaron a curar en vida, puede ser que gracias a los cuidados de los m¨¦dicos que se sabe que contrataba el cabildo catedralicio. Pero tambi¨¦n traumas craneales (en un porcentaje mayor que en otras necr¨®polis europeas estudiadas) que dif¨ªcilmente se explican por accidentes de la vida cotidiana, apuntan a choques violentos entre personas.
Las investigadoras Olalla L¨®pez-Costas (Universidade de Santiago de Compostela), Gundula M¨¹ldner (Universidad de Reading, Reino Unido) y Kerstin Lid¨¦n (Universidad de Estocolmo) creen que los ni?os muertos prematuramente, hallados todos en la zona sur de la capilla, podr¨ªan haber pertenecido a familias de la nobleza. Tambi¨¦n, que la mayor¨ªa de los adultos ¡ªsepultados en la mitad norte¡ª eran religiosos (curas, capellanes, sacristanes, aunque ninguno obispo) o bien personajes de una ¨¦lite social emparentados con estos. Para escribir la cr¨®nica de estas 15 almas, el equipo de arque¨®logas y antrop¨®logas estudi¨® 1.407 documentos en gallego-portugu¨¦s y lat¨ªn medieval y 955 piezas ¨®seas rescatadas de unas tumbas construidas austeramente, con lajas de pizarra, en las que no se encontr¨® ning¨²n ajuar que diera pistas. Los resultados se recopilan en el art¨ªculo Biological histories of an elite: Skeletons from the Royal Chapel of Lugo Cathedral (NW Spain), publicado en la revista cient¨ªfica International Journal of Osteoarchaeology. Seg¨²n explica Olalla L¨®pez-Costas, los editores consideraron muy novedosa la fusi¨®n de t¨¦cnicas empleada: el estudio de textos hist¨®ricos, la paleopatolog¨ªa y el an¨¢lisis de is¨®topos estables se cruzan entre s¨ª para urdir el relato de una sociedad en llamas.
Lujo y existencia op¨ªpara
Por los an¨¢lisis forenses se sabe que estos adultos murieron a una edad avanzada para la ¨¦poca, rondando los 50 a?os, algo infrecuente en otros estamentos sociales como el campesinado o los artesanos. Tambi¨¦n, que se mov¨ªan bastante (hab¨ªan vivido en lugares costeros y al menos uno de ellos, en la Meseta) y que com¨ªan muchas m¨¢s prote¨ªnas que el resto del paisanaje: carnes variadas, huevos, queso, pan de trigo y centeno, pescado de r¨ªo (el Mi?o atraviesa la ciudad) y tambi¨¦n de mar, porque recib¨ªan viandas de las tierras que la Iglesia lucense pose¨ªa en la costa. Es posible que las patolog¨ªas detectadas en algunos se relacionen con la alimentaci¨®n: gota y DISH (hiperostosis esquel¨¦tica idiop¨¢tica difusa), una enfermedad vinculada a la obesidad y la diabetes en muchas ocasiones.
Y esta existencia op¨ªpara (y, seg¨²n el trabajo, seguramente regada con abundante vino) contrasta con aquellos tiempos de profunda crisis agudizada por la peste negra, una pandemia que diezm¨® la poblaci¨®n y vaci¨® de inquilinos muchas propiedades urbanas del obispado, preocupado por la merma en sus recaudaciones. Las clases bajas pasaban hambre y mor¨ªan y las ¨¦lites burguesas ve¨ªan indignadas c¨®mo en Lugo no ganaban los derechos y el poder social que s¨ª hab¨ªan conquistado en muchos otros lugares. Aqu¨ª, en la que, seg¨²n recuerdan las autoras, era la ciudad m¨¢s influyente del noroeste en aquel momento, ostentaba el dominio el obispo, muy bien relacionado con la monarqu¨ªa, que gozaba de la protecci¨®n de la Corona. Sin embargo, ¡°el mundo feudal se tambaleaba¡± alrededor, describe L¨®pez-Costas, y en los documentos se registran asesinatos de mandatarios eclesi¨¢sticos y asistentes del obispado a manos de la burgues¨ªa, procesamientos por cr¨ªmenes y la participaci¨®n de los curas en enfrentamientos armados, como cuando la ciudad fue asediada por Enrique II (1366) en la guerra civil contra su hermano Pedro I, por el que hab¨ªa tomado parte la catedral lucense.
Por ejemplo, en 1345 se celebr¨® un juicio contra el obispo don Xo¨¢n por la muerte de dos representantes del Consistorio que previamente hab¨ªan apedreado al prelado. En 1403 un grupo de sastres, peleteros, mercaderes y cordeleros asesinaba al obispo don Lope. Y Mar¨ªa Casta?a, una noble m¨ªtica en Galicia (aquella de ¡°los tiempos de Maricasta?a¡±), se rebelaba contra los abusos del feudalismo episcopal y en 1386 mataba a Francisco Fern¨¢ndez, mayordomo del todopoderoso obispo Pedro L¨®pez de Aguiar. Este fue el m¨¢s longevo y el m¨¢s influyente de todos los mandatarios de la Iglesia de la ¨¦poca en Lugo. Hab¨ªa sido confesor de Pedro I y supo seguir estrechando lazos despu¨¦s con Enrique II de Trast¨¢mara, a pesar de haber tomado partido por su rival. Para adular a la monarqu¨ªa, decidi¨® llamar Capilla Real a la que hoy es conocida como Capela do Pilar. En apariencia, su aspiraci¨®n era que la eligieran para enterrar all¨ª a miembros de la Corona, pero ya en sus tiempos empez¨® a ser ocupada con cad¨¢veres de ni?os peque?os y de unos adultos, supuestamente religiosos, de vida azarosa y huesos magullados.
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