M¨¢laga se reencuentra con Emilio Prados, el poeta menos conocido de la Generaci¨®n del 27
La ciudad acoge el rodaje de un documental que analiza su figura al tiempo que el Centro Andaluz de las Letras publica una antolog¨ªa y propone actividades sobre su vida y obra

En el a?o 1919 un grupo de alumnos posaba frente al pabell¨®n transatl¨¢ntico de la Residencia de Estudiantes, en Madrid. Con traje y corbata, la mayor¨ªa mira a la c¨¢mara, como Luis Bu?uel o Pep¨ªn Bello. Pero en pleno centro de la imagen sepia, uno de los j¨®venes tiene la cara oculta tras unas rayaduras. Es Emilio Prados (M¨¢laga, 1899- Ciudad de M¨¦xico,1962), que rasp¨® el negativo para borrarse de la fotograf¨ªa. Era una de las primeras pistas de su escaso af¨¢n de protagonismo que, a?os m¨¢s tarde, subray¨® al reprochar por carta a Gerardo Diego que le hubiera incluido en la antolog¨ªa que daba forma a la Generaci¨®n del 27. ¡°La suya era una man¨ªa de ocultarse¡±, relata Francisco Chica, uno de los mayores investigadores de la figura de Prados. Ahora M¨¢laga ha querido devolverle a la primera fila y dar papel protagonista al poeta malague?o con jornadas, rutas literarias, varias publicaciones y una exposici¨®n. Un documental pone el broche despejando inc¨®gnitas acerca del considerado como autor del a?o para el Centro Andaluz de las Letras.
Amante de la exuberante naturaleza de la Selva Negra y enamorado del mar. Divulgador del psicoan¨¢lisis y profesor de ni?os analfabetos. Referente como impresor uniendo en una misma publicaci¨®n a Picasso, Falla, Dal¨ª, Lorca, Alberti, Cernuda, Aleixandre o Moreno Villa. Gran buceador, rebelde, esteta. La biograf¨ªa de Emilio Prados es tan poli¨¦drica como su obra y compleja como sus versos. Permanentemente empe?ado en evaporarse, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez le defini¨® como ¡°poeta de huidas y siempre en fuga, de s¨ª mismo y de los dem¨¢s¡± en Espa?oles de tres mundos. Su historia es una epopeya nacida junto al Mediterr¨¢neo que tuvo en la Residencia de Estudiantes de Madrid una etapa clave y que, tras impulsar desde su imprenta a la Generaci¨®n del 27, acab¨® exiliado en M¨¦xico. All¨ª, en una peque?a habitaci¨®n en el Distrito Federal pas¨® los ¨²ltimos a?os de su vida. Lo hizo rodeado de estrellas de mar, un retrato de Lorca, libros y una cajita con un pu?ado de arena de las playas de M¨¢laga, su eterna a?oranza.

Es el espacio que el director Jorge Pe?a ha recreado para deconstruir al poeta en la pel¨ªcula Emilio Prados, cazador de nubes. ¡°Partimos de esas cuatro paredes para ir viajando hacia los hitos m¨¢s relevantes de su vida¡±, cuenta el cineasta, tambi¨¦n malague?o, cuya obra mantiene un tono cercano al realismo m¨¢gico y una puesta en escena teatral con la participaci¨®n del actor Rafael Castillo en la piel de literato. ¡°Prados es pr¨¢cticamente un desconocido, pero como toda su generaci¨®n es extremadamente contempor¨¢neo¡±, a?ade Jos¨¦ Antonio Hergueta, productor de un documental que rescata en su t¨ªtulo las palabras de Garc¨ªa Lorca cuando ve¨ªa a Prados situar un espejo frente a la ventana de su habitaci¨®n en la Residencia de Estudiantes jugando a atrapar el cielo. Si el granadino le llam¨® ¡°cazador de nubes¡±, Pedro Salinas le describi¨® como un ¡°m¨ªstico de la soledad¡± y la fil¨®sofa Mar¨ªa Zambrano como el ¡°poeta de la muerte¡±. ¡°Era un personaje con una visi¨®n muy amplia de la realidad¡±, resume Pe?a.
Rodada entre finales de verano y comienzos del oto?o entre M¨¢laga y Madrid, el trabajo ¡ªque se estrenar¨¢ antes de que acabe el a?o en Canal Sur¡ª pasea por los Montes de M¨¢laga, donde el protagonista conoci¨® la vida natural de la mano del pastor Antonio R¨ªos. Tambi¨¦n se acerca a las playas de El Palo, al este de la capital: en una de sus calas, el Pe?¨®n del Cuervo, Prados repart¨ªa l¨¢pices y papeles a los hijos de los pescadores para ense?arles a leer y escribir. Las c¨¢maras se adentran igualmente en la Fundaci¨®n Mar¨ªa Zambrano y los pasillos de la Residencia de Estudiantes, donde mantuvo una estrecha relaci¨®n con Lorca. ¡°Prados se enamoraba de la persona y se puede definir como pansexual¡±, subraya Pe?a.
El literato viaj¨® a Par¨ªs, donde conoci¨® a Picasso y Cocteau. Pase¨® por Alemania para asistir a las lecciones del fil¨®sofo Martin Heidegger y descubri¨® la literatura europea en Suiza. Al volver a casa lider¨® la imprenta Sur y puso en marcha junto a Manuel Altolaguirre la revista Litoral, a la que se unir¨ªa despu¨¦s Jos¨¦ Mar¨ªa Hinojosa. ¡°M¨¢laga se convirti¨® entonces en el centro neur¨¢lgico de la poes¨ªa espa?ola¡±, afirma Javier La Beira, director de la biblioteca del Centro Cultural Generaci¨®n del 27. En el mismo local de la calle San Lorenzo donde un restaurante sirve hoy huevos rotos con trufa, Prados recib¨ªa hace un siglo las visitas de Alberti, Altolaguirre, Cernuda o Lorca, que encontraron en Litoral un hogar para su creatividad. ¡°Iban a ver las pruebas de impresi¨®n, pero tambi¨¦n a divertirse¡±, dice La Beira, que estos d¨ªas ha ejercido de gu¨ªa por algunos de los pocos lugares relacionados con Prados en M¨¢laga. Entre ellos la f¨¢brica de muebles que su padre pose¨ªa en el Palacio de Buenavista ¡ªhoy acoge al Museo Picasso¡ª donde el poeta se esfumaba durante temporadas.
¡°Tampoco ha trascendido demasiado su calidad como tip¨®grafo ni que sus ediciones estaban a la vanguardia de todo lo que se hac¨ªa en Europa¡±, revela Eva D¨ªaz, directora del Centro Andaluz de las Letras, quien destaca el compromiso social de Prados y c¨®mo supo asumir la trascendencia hist¨®rica de la generaci¨®n a la que pertenec¨ªa desde un segundo plano. Sufri¨®, sin embargo, como el que m¨¢s cuando en apenas unos d¨ªas vio c¨®mo cada frente de la Guerra Civil asesinaba a dos de sus amigos m¨¢s ¨ªntimos: Lorca e Hinojosa. Escap¨® a Francia d¨ªas despu¨¦s del final de la contienda. En M¨¦xico replicar¨ªa su vida malague?a: volvi¨® a escribir, refund¨® Litoral y emprendi¨® el rumbo hacia la espiritualidad volc¨¢ndose con los dem¨¢s. Tambi¨¦n dio clases, esta vez a los Ni?os de Morelia. Acogi¨® a tres de ellos.

Eva D¨ªaz define a la poes¨ªa del malague?o como ¡°herm¨¦tica y compleja¡± y subraya que, por ello, se mantuvo alejado del gran p¨²blico. Para acercarlo, el centro que dirige ha editado un excelente cat¨¢logo cient¨ªfico titulado Vida y poes¨ªa, ha publicado una antolog¨ªa esencial del autor y ha elaborado un cuaderno did¨¢ctico que llevar¨¢ la figura del poeta a los institutos andaluces. D¨ªaz tambi¨¦n ha comisariado la muestra Emilio Prados, el mar de la nostalgia en el Centro Cultural de la Fundaci¨®n Unicaja, que pronto editar¨¢ la tesis sobre el autor elaborada por Francisco Chica en los a?os 90. Con el rumor de olas como sonido de fondo, en la exposici¨®n hay hueco para la mitoman¨ªa literaria con primeras ediciones, manuscritos, cartas, tipos m¨®viles o fotograf¨ªas procedentes de diferentes fondos documentales y colecciones privadas.
La exhibici¨®n, que se puede visitar hasta el 30 de noviembre, tiene como hilo conductor el mar por el que tantas veces nad¨® y buceo Prados. Soy el mar como el mar, nada me apura. / Lleg¨® el mar, se fue el mar, sigo en mi cuerpo, escribi¨® en R¨ªo Natural. El poeta siempre ech¨® de menos al Mediterr¨¢neo en su exilio mexicano, una ausencia que aquel tarro con arena de sus playas no pod¨ªa sustituir. Tampoco esas estrellas de mar, conchas y caracolas. En ellas, quiz¨¢ escuchaba el rumor de las olas de su M¨¢laga, a m¨¢s de 9.000 kil¨®metros de distancia, la misma ciudad que ahora le homenajea para reencontrarse con el cazador de nubes.
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