El auge de las novelas dist¨®picas reivindica el poder de las palabras y el protagonismo de los ni?os
Los libros de Emiliano Monge, Ricardo Men¨¦ndez Salm¨®n, Manon Steffan Ros, Robert Harris y la reedici¨®n de la cl¨¢sica Octavia Butler confirman la pujanza de la literatura g¨¦nero en tiempos de incertidumbre
Crisis econ¨®micas repetidas, cambio clim¨¢tico, terrorismo, un desarrollo tecnol¨®gico de efectos a veces impredecibles o la incertidumbre perpetua en la que viven las generaciones m¨¢s j¨®venes ya hab¨ªan generado un gusto por lo dist¨®pico que la pandemia no ha hecho sino acentuar. Son m¨²ltiples los ejemplos de la fecundidad con la que distop¨ªa y literatura se hab¨ªan relacionado hasta ahora, pero no por ello deja de sorprender la confluencia en librer¨ªas de tres novelas adscritas con mayor o menor intensidad a este g¨¦nero y en las que el lenguaje y los ni?os, son dos elementos que cada uno a su manera, juegan un papel primordial.
¡°Comenc¨¦ a escribir Horda en enero de 2018, despu¨¦s del oto?o catal¨¢n que entre septiembre y diciembre de 2017 lo puso todo patas arriba. La gran v¨ªctima de aquel periodo fueron las palabras, que se pervirtieron hasta el punto de acabar por vaciarse de significado. En mi ¨¢nimo, la batalla por el relato que se instaur¨® durante aquellos meses es una de las m¨¢s dolorosas derrotas de la dignidad del lenguaje entendido como herramienta de comunicaci¨®n y de conocimiento¡±, cuenta Ricardo Men¨¦ndez Salm¨®n (Gij¨®n, 50 a?os) para explicar la g¨¦nesis de Horda (Seix Barral). Su novela plantea un breve y contundente viaje a un mundo tiranizado por ni?os y en el que cualquier expresi¨®n oral o escrita est¨¢ perseguida y penalizada con la muerte.
El miedo, ese ¡°disparador dist¨®pico por antonomasia¡± como lo define Francisco Martorell Campos en Contra la distop¨ªa (La Caja Books), ha multiplicado su presencia en el siglo XXI como instrumento de poder y, tambi¨¦n, de entretenimiento. El ¨¦xito de ventas de 1984 tras la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos o la conversi¨®n en s¨ªmbolo de la lucha feminista de El cuento de la criada (de la novela de Margaret Atwood publicada en 1985, pero sobre todo de la serie televisiva y la est¨¦tica que impuso) prueban la versatilidad de la distop¨ªa para darle al gran p¨²blico lo que necesita seg¨²n el contexto. La reciente reedici¨®n de parte de la obra de la gran cl¨¢sica del g¨¦nero Octavia E. Butler en Capit¨¢n Swing (incluida la prof¨¦tica La par¨¢bola de los talentos) o el nuevo libro de Robert Harris, El despertar de la herej¨ªa, confirman esta tendencia. Adem¨¢s, la explosi¨®n de este mismo g¨¦nero en la literatura para adolescentes desde hace dos d¨¦cadas ofrece pistas sobre por d¨®nde van a ir los lectores del futuro.
¡°Toda distop¨ªa, por mucho que se ambiente en el futuro, est¨¢ hablando siempre sobre qu¨¦ es el ser humano en el presente. Hay mucha reflexi¨®n sobre el lenguaje, sobre la mentira, al fin y al cabo estamos en el mundo de las fake news, de las redes donde las mentiras corren cinco veces m¨¢s r¨¢pido que la verdad. Hay una desconfianza hacia el lenguaje al mismo tiempo que una recuperaci¨®n del placer y el sabor de las palabras¡±, explica Ricard Ruiz Garz¨®n, escritor, organizador del Festival 42 y antologista en Ma?ana todav¨ªa. Doce distop¨ªas para el siglo XXI (Fantascy).
En este contexto, cabe preguntarse por las novedades en este g¨¦nero, entendido en un sentido amplio. Emiliano Monge se sit¨²a, en cierto modo, en el extremo opuesto a Men¨¦ndez Salm¨®n. Su novela Tejer la oscuridad (Literatura Random House) es la historia de un grupo de ni?os que, ante el fin del mundo, se aferran al lenguaje para construir uno nuevo, para evitar otro desastre, para volver al origen. ¡°La historia est¨¢ atada a la b¨²squeda de un lenguaje distinto. En un momento los ni?os de orfelinato se dan cuenta de que si realmente quieren hacer algo distinto, tienen que ser diferentes desde dentro: tienen que prohibir palabras para poder prohibir sentimientos. Porque al final, cuando pronunciamos una palabra, estamos determinando un sentimiento. No solamente estamos nombr¨¢ndolo, lo estamos cargando de sentido¡±, comenta Monge (Ciudad de M¨¦xico, 42 a?os).
Solos en la Tierra
Tambi¨¦n hay un ni?o y un fin del mundo en El Libro Azul de Nebo (Seix Barral, Periscopi en catal¨¢n), de Manon Steffan Ros (Rhiwlas, 38 a?os), una novela m¨¢s post apocal¨ªptica que dist¨®pica. El libro cuenta un relato sencillo y conmovedor de la vida de una madre galesa y su hijo tras un desastre que les ha dejado solos en la Tierra. Los protagonistas tienen miedos, ¡ªmuchos y no tan distintos a los nuestros, ni a los de la autora¡ª, pero cuentan con una tabla de salvaci¨®n: los libros en gal¨¦s que la madre se llev¨® de la biblioteca cuando vio que el desastre llegaba. ¡°Enfrentar los miedos de frente siempre los atempera un poco, pero tengo que admitir que mi terror no ha disminuido mucho. Lo interesante de este libro en el que el gal¨¦s juega un papel tan importante es que me ha dado la esperanza y la fe en el futuro de mi lengua materna. Es tan f¨¢cil quedarse enzarzado en la batalla por tu lengua minoritaria que puedes olvidar el placer puro y el privilegio de hablarla¡±, resume Steffan Ros.
Hablar, leer y escribir; borrar, silenciar y callar, o cancelar. Transitamos aguas turbulentas en las que a diario el lenguaje es utilizado y machacado. ¡°Los ni?os son a menudo las principales v¨ªctimas de los desmanes ling¨¹¨ªsticos. A los ni?os los enga?amos, manipulamos y coartamos con un lenguaje dirigido, inane o interesadamente tramposo. Hay algo m¨¢s que un ejercicio de justicia po¨¦tica en que sean ellos quienes en la novela proh¨ªban las palabras. Es casi una reacci¨®n de supervivencia grupal, de desconfianza instintiva hacia un empleo bastardo del lenguaje¡±, avisa Men¨¦ndez Salm¨®n, quien, m¨¢s que alguna influencia clara en una novela sobre la que transita la sombra de Bradbury admite que en Horda se dan la mano ¡°un conjunto de obsesiones personales: infancia, lenguaje, mal, poder, libertad¡±.
¡°El desfallecimiento de la imaginaci¨®n ut¨®pica explica la propagaci¨®n de la impotencia de la sociedad actual¡±, argumenta Martorell en el ya citado ensayo Contra la distop¨ªa, un libro necesario para dar forma y contexto a esta explosi¨®n de la ficci¨®n aferrada a futuros oscuros y predicciones nefastas. Lo dist¨®pico, avisa este doctor en filosof¨ªa, comparte con la industria de la felicidad ¨C¨C otro gran puntal del siglo XXI por parad¨®jico que suene¨C¨C su desconfianza ante el futuro. Tambi¨¦n, al parecer, con el grueso de la sociedad. Al menos, como les ocurre a todos los protagonistas de estas tres novelas dist¨®picas, quedan los libros, la escritura, la lectura.
Nuevos g¨¦neros para la esperanza
"Las distopías han aparecido siempre en épocas de crisis y miedo. Siempre aparece reforzado y con esa sensación de que estamos ante el abismo y son obras que nos ayudan a pensar ‘si somos capaces no acabaremos tan mal’, son advertencias. Pero también hay cierta sensación catártica, la idea de que aún no estamos tan mal y eso es una suerte, esa segunda vertiente es un poco más peligrosa", avisa el escritor Ricard Ruiz Garzón. Él apunta, sin embargo, a nuevos géneros que se apoyan en la esperanza sin rehuir la crítica. "Lo más interesante y lo más novedoso es que están surgiendo propuestas nuevas, el solar punk y el hope punk, que son dos líneas, junto con el post humanismo, que al menos plantean cosas un poco más constructivas. Así que podemos escribir sobre futuros más sostenibles sin que eso haga que eliminemos el conflicto o la denuncia necesaria de la novela".
Babelia
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