¡®The Nest¡¯: gran regreso de Sean Durkin tras ¡®Martha Marcy May Marlene¡¯

En el mes de abril del a?o 2012 coincidieron en la cartelera espa?ola los estrenos de dos maravillosas pel¨ªculas de cine independiente americano que desde entonces suelen aparecer unidas en el recuerdo de sus admiradores: Take Shelter, de Jeff Nichols, y Martha Marcy May Marlene, de Sean Durkin. Dos obras que, aunque compartieran ciertos aspectos de fondo y de ambiente ¡ªla soledad, los apocalipsis personales, la necesidad del refugio f¨ªsico y sentimental ante el v¨¦rtigo de la vida contempor¨¢nea, la fisicidad natural de la Am¨¦rica profunda¡ª, quiz¨¢ acabaran unidas por el pulso de la puesta en escena de sus directores, por su capacidad visual y sonora, y por el manejo de la tensi¨®n en c¨ªrculos cotidianos. Aspectos que llevaban sus apuestas dram¨¢ticas hasta el territorio del thriller existencial.

Una d¨¦cada despu¨¦s de aquellos magn¨ªficos trabajos, Nichols ¡ªque ya ten¨ªa una notable pel¨ªcula anterior sin estreno en las salas espa?olas, Shotgun Stories¡ª se fue convirtiendo en una figura con las excelentes confirmaciones de Mud, Loving y Midnight Special, pese a tomarse con calma su carrera. Y Durkin, a¨²n menos prol¨ªfico, ha tardado casi diez a?os en volver a ponerse tras la c¨¢mara en cine. Eso s¨ª, su segundo trabajo, ya no tan nuevo pues llega con m¨¢s de un a?o de retraso y v¨ªa plataformas ¡ªse estren¨® el lunes en Amazon¡ª, es de nuevo formidable: The Nest, drama familiar, social, laboral y personal, ambientado en los muy ambiciosos, en lo econ¨®mico, a?os ochenta, filmado y sonorizado con el estilo de un thriller de terror, aunque no lo sea. Elegant¨ªsimo en las formas y lleno de recovecos en el fondo.

La pel¨ªcula de Durkin, canadiense con ra¨ªces en Estados Unidos y Reino Unido, podr¨ªa configurarse como el paradigma de lo que puede lograr un cineasta con la c¨¢mara y el montaje, la fotograf¨ªa y el sonido, para provocar el desasosiego del espectador. Con sutileza y sin grandilocuencias de estilo visibles en cada plano y cada secuencia. Es The Nest una reflexi¨®n compleja y madura sobre la cultura de las apariencias, el disfraz del triunfo y la patra?a escondida detr¨¢s de una familia supuestamente perfecta, feliz hasta el v¨®mito de la envidia. Pero, en realidad, por lo que se hace grande es por su cadencia, su color, sus encuadres y sus estallidos de furia interna, en el marco de unos personajes de enorme ambig¨¹edad, comandados por el impoluto matrimonio que interpretan los perfectos Jude Law y Carrie Coon.

La expresividad art¨ªstica de la pel¨ªcula, casi pict¨®rica sin que amenace cualquier forma de esteticismo, est¨¢ basada en la luz tenue y en el color oto?o de su fotograf¨ªa, ocre, amarillo, triste en todo momento a pesar de los aparentes logros de la familia. Tambi¨¦n en la cadencia de sus planos, pocos pero siempre distinguidos, con la c¨¢mara en el lugar justo para que sean los personajes, en su posici¨®n y con sus movimientos dentro del plano, los que hablen de la situaci¨®n exterior y de su gangrena interior. As¨ª, el nido de amor del t¨ªtulo se va tornando poco a poco tumba del desconsuelo, casa del terror moral. La muerte de un modo de vida falaz basado en la fachada.

Y ahora, a confiar en que Durkin no tarde otra d¨¦cada en volver a rodar. O a intentar recuperar Soutcliffe, la fant¨¢stica miniserie de televisi¨®n que dirigi¨® en 2013, alrededor del periodismo y la ¨¦tica de la masa, emitida en su momento en Filmin.