En brazos de la secta
En tiempos de desesperanza, de muertos en vida como consecuencia del ultracapitalismo, de goteo continuo en la batalla de la existencia diaria, acosada por la p¨¦rdida de valores, cualquiera se agarra a un clavo ardiendo. Sobre todo los m¨¢s d¨¦biles, los m¨¢s machacados, los m¨¢s j¨®venes, los menos formados. Y uno de esos clavos ardiendo siempre ha sido y siempre ser¨¢ la religi¨®n, en todas sus formas, las m¨¢s cl¨¢sicas y las m¨¢s desvencijadas. Y all¨ª, en un extremo insospechado para casi todos, pero rendija para algunos que ya han dado el salto hacia el desvar¨ªo, habitan esas sectas en las que todos rezan, trabajan, cantan, sonr¨ªen, fornican y se suicidan en alegre comandita. Martha Marcy May Marlene, extraordinaria primera pel¨ªcula de Sean Durkin, de t¨ªtulo extra?o, hipn¨®tico, adecuad¨ªsimo seg¨²n avanza el relato, se adentra en uno de esos personajes. Y es un ca?¨®n.
MARTHA MARCY MAY MARLENE
Direcci¨®n: Sean Durkin.
Int¨¦rpretes: Elizabeth Olsen, Sarah Paulson, Hugh Dancy, John Hawkes.
G¨¦nero: drama. EE UU, 2011.
Duraci¨®n: 102 minutos.
En la l¨ªnea de Winter¡¯s bone, aunque super¨¢ndola en estilo, Martha Marcy May Marlene (vayan aprendi¨¦ndose esa retah¨ªla de nombres, como una letan¨ªa) apela a la sequedad en el tono, a la austeridad en la informaci¨®n y a la elegancia en la realizaci¨®n para contar, en paralelo, a trav¨¦s de flashbacks enlazados por maravillosas dicotom¨ªas, los dos a?os en compa?¨ªa de una secta de una joven, y la tentativa de recuperaci¨®n posterior para la vida normal (?qu¨¦ es eso?), junto a su hermana y su cu?ado, en una lujosa casa de campo. Una comparaci¨®n, la de la presente pel¨ªcula y Winter¡¯s bone, en la que el actor John Fawkes, c¨¢lido en su peligrosidad, peligroso en su calidez, ejerce de elemento de uni¨®n; y un contraste, el de ambas vidas, la del grupo m¨ªstico, alentador hasta la demencia, y la del modo occidental, con nuestros trabajos, nuestras posesiones y nuestro estr¨¦s, que se expone con una altura dram¨¢tica que lleva al espectador hasta la reflexi¨®n. Todo ello sin apenas compa?¨ªa de banda sonora (apenas tres r¨¢fagas, ya en el ¨²ltimo tercio, y una preciosa canci¨®n folk de Jackson C. Frank, interpretada por el propio Fawkes en un momento m¨¢gico), y con una puesta en escena estudiad¨ªsima en su sencillez, en la que la composici¨®n de cada plano es un prodigio, desde el elemento principal hasta el m¨¢s accesorio.
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