Muere Stephen Sondheim, leyenda del musical de Broadway, a los 91 a?os
Extraordinario letrista y compositor, llev¨® durante la segunda mitad del siglo XX el g¨¦nero a cotas nunca antes conquistadas
Broadway dice adi¨®s a uno de sus mayores genios. El compositor y letrista Stephen Sondheim ha muerto en la ma?ana del viernes a los 91 a?os en su casa de Roxbury, Connecticut, seg¨²n han informado fuentes cercanas a la familia a The New York Times. La causa del repentino fallecimiento no ha trascendido, pero s¨ª lo ¨²ltimo que hizo Sondheim: celebrar la noche anterior con amigos la cena de Acci¨®n de Gracias.
Hombre de un gran talento musical y literario, firm¨®, a lo largo de una carrera que abarc¨® m¨¢s de 60 a?os y comenz¨® cuando ten¨ªa 27 con West Side Story, algunas de las p¨¢ginas m¨¢s memorables del teatro de la segunda mitad del siglo XX. Heredero de la extraordinaria tradici¨®n de letristas estadounidenses, campeones de la inteligencia y la frase corta como Irving Berlin, Cole Porter o los hermanos Gerswhin, su trabajo contribuy¨® a dotar al musical de una nueva estatura intelectual. Entre sus creaciones m¨¢s conocidas se cuentan Company (1970), Follies (1971) o Sweeney Todd (1979).
En un negocio tan dado a las parejas de autores, el suyo fue un extra?o caso de sobresaliente compositor y letrista, profesi¨®n esta ¨²ltima en la que destac¨® en sus inicios, en la citada West Side Story (1957, con partitura de Leonard Bernstein) y en Gypsy (1959, junto a Jule Styne). Solo esas dos contribuciones le habr¨ªan valido, antes de cumplir los 30, un billete en primera a la inmortalidad.
La tem¨¢tica de sus obras desminti¨® una y otra vez el t¨®pico que despacha el teatro musical como g¨¦nero menor, un entretenimiento leve en el que los actores se arrancan a cantar y bailar sin motivo alguno para que el rato pueda pasar cuanto antes. Sondheim trat¨® con agudeza y arrojo las relaciones de pareja (Company, ahora mismo en cartel en el Teatro Soho Caixabank de M¨¢laga, en la versi¨®n de Antonio Banderas), la enga?osa memoria de la escena (Follies), la tradici¨®n del asesinato pol¨ªtico en Estados Unidos (Assassins, en la que daba voz a magnicidas como John Wilkes Booth, asesino de Lincoln, o Lee Harvey Oswald, de Kennedy), el imperialismo yanqui en Asia (Pacific Overtures) y hasta la obra del pintor puntillista Georges Seurat (Sunday in the Park with George). ¡°S¨¦ que much¨ªsima gente va a ver un musical para olvidar sus problemas y sentirse feliz. A m¨ª no me interesa eso¡°, dijo en cierta ocasi¨®n. ¡°No es que quiera hacer infeliz a nadie, pero tampoco me interesa no ahondar en los problemas de la vida, porque si no es de eso, no s¨¦ de qu¨¦ escribir¨ªa¡±.
Su mentor fue otro grande, Oscar Hammerstein II, quien recib¨ªa en su casa de Nueva York al peque?o Sondheim, un ni?o cuyos padres estaban reci¨¦n divorciados y eran vecinos del compositor de Oklahoma o South Pacific (siempre con Richard Rodgers). Las lecciones y la disciplina de Hammerstein, fallecido en 1960, fueron muy ¨²tiles para el muchacho, que pronto se despegar¨ªa del modelo cl¨¢sico para lanzarse a una carrera en la que siempre antepuso la experimentaci¨®n al ¨¦xito r¨¢pido y f¨¢cil. Raramente sus obras fueron ¨¦xitos de taquilla.
Pero s¨ª tuvo una vida plena de reconocimientos. Con apenas 15 montajes a sus espaldas, logr¨® un Oscar, ocho premios Tony, un Pulitzer, un Laurence Olivier y, en 2015, al final de la era Obama, la Medalla Presidencial de la Libertad. Un teatro lleva su nombre en Broadway y otro en Londres.
En lo personal, Sondheim sufri¨® por una infancia solitaria, y por una relaci¨®n conflictiva con su madre, que le lleg¨® a decir en una ocasi¨®n por carta que preferir¨ªa no haberlo tenido. Pese a que la mantuvo econ¨®micamente hasta el final, no asisti¨® a su funeral. Un documental de la HBO, Six by Sondheim, hizo saber en 2013 a su legi¨®n de fieles que le gustaba escribir tumbado y que solo conoci¨® el amor cumplidos los 60, con sus parejas Stephen Jones, primero, y Jeff Rommley, en los ¨²ltimos tiempos. Fue esa la ¨¦poca en la que goz¨® de un mayor reconocimiento.
Su 90? cumplea?os, el 22 de marzo de 2020, ten¨ªa que haber sido una gozosa celebraci¨®n de su talento. Pero el coronavirus tambi¨¦n se llev¨® eso por delante. La fiesta acab¨® organiz¨¢ndose, y se emiti¨® en directo el 26 de abril con todos los participantes reunidos virtualmente gracias a Zoom. A Sondheim le qued¨® al menos el consuelo de protagonizar uno de los acontecimientos culturales m¨¢s memorables de aquellos primeros meses de ansiedad y confinamiento.
Musicalmente, fue tambi¨¦n m¨¢s lejos que sus contempor¨¢neos. Jugaba con los compases, los ritmos y la longitud de los versos. Tal vez fuera consecuencia de su pasi¨®n por los puzles y los pasatiempos, una afici¨®n que plasm¨® en una serie de cr¨ªpticos crucigramas que compuso a finales de los sesenta para la revista New York. Conceb¨ªa las canciones como parte de un continuo, que solo adquir¨ªan sentido cuando estaban en el lugar y con la voz que Sondheim les hab¨ªa otorgado. Por eso, muy pocas de sus creaciones consiguieron tener una vida independiente, recicladas como piezas del repertorio jazz¨ªstico o como ¨¦xitos pop, fortuna de la que s¨ª gozaron otros compositores m¨¢s comerciales, como Andrew Lloyd Weber.
Lo m¨¢s lejos que lleg¨® en esa clase de trascendencia fue a lomos de la melanc¨®lica Send in The Clowns, popularizada en los a?os setenta por la cantante Judy Collins. Otra de sus canciones m¨¢s tristes, la autobiogr¨¢fica a su manera Finishing the Hat, le sirvi¨® en 2010 para titular el primero de los dos espl¨¦ndidos libros ilustrados que reun¨ªan sus letras, acompa?adas, como indicaba el subt¨ªtulo, de ¡°comentarios, principios, herej¨ªas, rencores, quejas y an¨¦cdotas¡±. Junto a Look, I Made a Hat, compone lo m¨¢s parecido que dej¨® a una autobiograf¨ªa.
Su presencia en el cine fue intermitente. Colabor¨® con el actor Anthony Perkins en el guion de El fin de Sheila, y trabaj¨® en la extravagante Dick Tracy (1990), en Reds (Warren Beatty, 1981) y en Stavisky (Alain Resnais, 1974), basada en la historia real de un estafador en la Francia de los a?os treinta. Y aunque no particip¨® en ella, Historia de un matrimonio (Noah Baumbach, 2019) descubri¨® su m¨²sica a nuevos p¨²blicos en la voz de Adam Driver, que interpreta Being Alive, una de las piezas m¨¢s emocionantes del musical Company.
Cuando en 2010 el teatro Henry Miller, situado entre Broadway y la Sexta Avenida, fue rebautizado con su nombre, el compositor se declar¨® ¡°profundamente avergonzado¡±. En una muestra de su legendario perfeccionismo a?adi¨® que era porque siempre hab¨ªa odiado su apellido. ¡°Simplemente, no suena musical¡±. Hoy, esas calles enmudecen en se?al de luto.
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