La defensa de Madrid de Almudena Grandes
La escritora, que reivindic¨® la ciudad en todos sus libros, deja un mapa sentimental y literario que cruza desde el barrio de Chamber¨ª hasta el Cementerio Civil
Con amplia sonrisa, dicci¨®n clara y esa chuler¨ªa inconfundible de una madrile?a orgullosa de serlo, Almudena Grandes pronunci¨® en mayo de 2018 el preg¨®n de las fiestas de San Isidro de Madrid. ¡°Nadie en mi familia hab¨ªa llegado tan lejos desde que, en 1932, mi t¨ªa abuela Camila Rodr¨ªguez fue elegida Miss Chamber¨ª en la verbena del Carmen, que se celebraba entonces en el solar donde ahora se levanta el mercado de Barcel¨®¡±, proclam¨® desde el balc¨®n de la Casa de la Villa, ¡°un espacio tan peque?o y, al mismo tiempo, el m¨¢s gran...
Con amplia sonrisa, dicci¨®n clara y esa chuler¨ªa inconfundible de una madrile?a orgullosa de serlo, Almudena Grandes pronunci¨® en mayo de 2018 el preg¨®n de las fiestas de San Isidro de Madrid. ¡°Nadie en mi familia hab¨ªa llegado tan lejos desde que, en 1932, mi t¨ªa abuela Camila Rodr¨ªguez fue elegida Miss Chamber¨ª en la verbena del Carmen, que se celebraba entonces en el solar donde ahora se levanta el mercado de Barcel¨®¡±, proclam¨® desde el balc¨®n de la Casa de la Villa, ¡°un espacio tan peque?o y, al mismo tiempo, el m¨¢s grande al que puede aspirar una madrile?a¡±.
Aquella declaraci¨®n de amor a una ciudad en la que ¡°nadie es m¨¢s que nadie¡±, y que se sostiene en ¡°un caos misteriosamente ordenado¡±, no fue ni mucho menos la primera que la escritora dedic¨® a Madrid. Castiza hasta la m¨¦dula, del barrio de Chamber¨ª, por las calles de esa villa ¡°que no es distinguida ni falta que le hace¡± transcurre el mapa vital, sentimental y literario de la escritora fallecida el pasado s¨¢bado.
Desde el n¨²mero 25 de la calle Churruca, donde Grandes pas¨® los primeros a?os de su infancia, hasta el Cementerio Civil, donde recibi¨® sepultura el lunes; pasando por los bares que frecuent¨® en la Movida malasa?era de los ochenta, como El Penta en la calle de La Palma; por el estadio Wanda Metropolitano, donde acud¨ªa con una amiga y sus hijos a ver al Atl¨¦tico; o por el n¨²mero 19 de la calle Santa Isabel, donde transcurri¨® el comienzo de su relaci¨®n con Luis Garc¨ªa Montero ¡ªdirecci¨®n que el poeta cita en uno de sus versos en Completamente viernes, y que m¨¢s adelante ser¨ªa el domicilio de la protagonista de la novela de ella Las tres bodas de Manolita¡ª, un recorrido por algunos de los puntos clave en la vida y la obra de la escritora descubre su historia ¨ªntima con la ciudad y su transformaci¨®n en territorio de ficci¨®n. Si su amigo Joaqu¨ªn Sabina ha dedicado memorables letras a la ciudad, en sus novelas Almudena Grandes, gata casi por los cuatro costados (aunque ella era la primera en reconocer que eso en Madrid no sirve de nada), habl¨® de una ciudad a menudo denostada, incluso por quienes viven all¨ª y all¨ª han crecido. Como dir¨ªa Grandes, eso es parte de su encanto.
¡°Creo que como les ha pasado a muchos lectores yo me he enamorado de Madrid gracias a Almudena, y con ella he descubierto lugares que pueden parecer tan obvios como Las Vistillas, el lugar que el abuelo de la protagonista de El coraz¨®n helado quiere visitar el mismo d¨ªa que vuelve a Espa?a despu¨¦s de su largo exilio¡±, se?alaba al tel¨¦fono su editor en Tusquets, Juan Cerezo. Si los libros de Benito P¨¦rez-Gald¨®s ¡ªcuyos Episodios Nacionales sirvieron de inspiraci¨®n a la autora para su serie de novelas sobre la Guerra Civil¡ª permitieron recorrer las aceras del Madrid del siglo XIX y conocer a sus habitantes, los de Grandes han narrado el cambio veloz y descarado tras la muerte de Franco. Luego volvi¨® la vista atr¨¢s y reconstruy¨® esa ciudad que, como ella apunt¨® en su preg¨®n, fue ¡°capital del dolor, capital de la gloria¡±.
Aunque est¨¢ previsto que la ciudad nombre una calle en memoria de la autora, en el pleno municipal del pasado martes 30 de noviembre fue rechazada la petici¨®n de hacer a Almudena Grandes hija predilecta de la ciudad, y tampoco se acept¨® que el paseo de Coches del parque del Retiro, donde cada a?o se celebra la Feria del Libro de Madrid, llevara a partir de ahora el nombre de la escritora madrile?a, una propuesta que, a iniciativa de los libreros madrile?os, presentaron al pleno los partidos de la oposici¨®n municipal y que los votos de PP, Ciudadanos y Vox tumbaron. Pero ya dijo Grandes en su preg¨®n que ¡°las haza?as del pueblo de Madrid son m¨¢s nobles, m¨¢s ejemplares, m¨¢s heroicas que los escudos que coronan sus aristocr¨¢ticas fachadas¡±. El gremio de libreros de la ciudad le quiere rendir homenaje y habr¨¢ bibliotecas con su nombre en Alcorc¨®n y Rivas.
? Glorieta de Bilbao y el n¨²mero 25 de la calle Churruca. En el texto Memorias de una ni?a gitana escribi¨® Grandes sobre la casa y el barrio donde creci¨®: ¡°Los primeros 10 a?os de mi infancia transcurrieron en un piso segundo, con un pasillo inmenso y muy poca luz, de un edificio bastante corriente ¡ªuna mancha roja de ladrillo visto, apenas rota por las molduras blancas que dibujaban una ceja de yeso descascarillado sobre cada balc¨®n, completando cuatro ojos por planta¡ª, un ejemplar t¨ªpico, casi vulgar, de las construcciones que, en el siglo pasado, imprimieron car¨¢cter y hasta personalidad al barrio de Madrid donde ha sucedido la mayor parte de mi vida y de mis libros. La calle Churruca, corta y estrecha, nace en la plaza de Barcel¨® y va a morir casi sin darte cuenta en la calle Sagasta, al lado de la glorieta de Bilbao, que para m¨ª siempre ha sido y ser¨¢ el verdadero centro de la ciudad¡±.
? Mercado de Barcel¨®. En todos los libros de la autora aparecieron, en mayor o menor medida Madrid, sus calles y sus gentes, en algunos casos incluso en el t¨ªtulo, como la antolog¨ªa de art¨ªculos Mercado de Barcel¨®, cuyo edificio hoy ocupa el mismo lugar donde la autora jugaba de peque?a con su hermano Manuel. Tambi¨¦n iban al cine Barcel¨®, desde los a?os noventa una discoteca. Ese cine racionalista, dise?ado por Luis Guti¨¦rrez Soto, justo hace esquina con Larra, otro notable cronista del Madrid del siglo XIX, en cuya calle se encuentra la casa familiar de Grandes y Garc¨ªa Montero. Su papeler¨ªa de infancia era Salazar en la calle Luchana y las jugueter¨ªas, como recuerda su hermano, eran Bazar Matey, en Sant¨ªsisma Trinidad, y Bazar Le¨®n, en Fuencarral, muy cerca de casa de sus abuelos.
? Fuencarral, 92. Los abuelos paternos de la escritora viv¨ªan en esta direcci¨®n, y hasta all¨ª iba la familia todos los domingos. Fue as¨ª como Grandes empez¨® a escribir historias inventadas para combatir el tedio y no molestar a los mayores. As¨ª lo cont¨® ella en el pr¨®logo de la colecci¨®n de cuentos Modelos de mujer: ¡°La casa de mi abuelo ¨Dtan caracter¨ªstica del paisaje de mi barrio como la de mis padres, pero mejor, m¨¢s grande, casi se?orial¨D podr¨ªa haberse confundido con el escenario de muchas de las novelas madrile?as de Gald¨®s. En la zona exterior, las habitaciones amplias, de alt¨ªsimos techos, no desembocaban en pasillo alguno, sino que se abr¨ªan unas a otras para formar una red de espacio compartido ¨Dtodos esos huecos ciegos que se designan airosamente como gabinetes¨D en la que era muy dif¨ªcil imponer un silencio uniforme. Para lograrlo, las mujeres de mi familia, que pasaban el rato alrededor de una mesa camilla, cotilleando entre susurros, desterraban a los ni?os al comedor, y nos obligaban a entretenernos con la boca cerrada, unas cuartillas de papel y unos l¨¢pices de colores. En esas circunstancias comenz¨® mi carrera literaria. Todos los domingos invert¨ªa los 90 minutos del partido en escribir el cuento¡±.
? Lul¨² en la calle Moreto. El debut de Almudena Grandes, Las edades de Lul¨², en 1989, fue rompedor, sexi y descarado, un sensacional ¨¦xito. Lul¨² ya adulta echa la vista atr¨¢s y recuerda su aventura sexual con el amigo de su hermano que la sedujo en ese Madrid de los ochenta cuando ella era una escolar. En una de las primeras escenas, en un coche practicando sexo oral, Lul¨² trata de ubicarse y piensa: ¡°Soy madrile?a, me s¨¦ la Castellana de memoria¡±. En la calle de Moreto, en el atelier de la madre de Pablo, la cita se va calentando: ¡°La casa, un edificio gris y oscuro, con un siglo a sus espaldas m¨¢s o menos, no me dec¨ªa nada. El portal, un hermoso portal modernista, culminaba en una puerta doble de madera, con vidrieras emplomadas de cristal de colores. El pomo de la puerta, grande, dorado, rematado por una cabeza de delf¨ªn¡±.
? Carretera de Barcelona y calle Juan Ignacio Luca de Tena. Antes de triunfar con su primera novela, Almudena Grandes trabaj¨® haciendo tareas editoriales varias, redactando textos que firmaban otros y preparando entradas para gu¨ªas tur¨ªsticas y enciclopedias. Su oficina entonces estaba cerca de la A-2, la carretera de Barcelona, y all¨ª situ¨® la editorial donde trabajan las amigas que protagonizan su novela Atlas de geograf¨ªa humana y el bar sin pretensiones, el Mes¨®n de Anto?ita, donde se re¨²nen. Lo describe as¨ª:
¡°La flamante sede del grupo al que pertenec¨ªa la editorial que acaba de contratarme est¨¢ situada en un pol¨ªgono industrial de lujo que no dejaba de parecer exactamente eso, por muy lujosos que fueran los edificios que ocupaban cada parcela rigurosamente cuadrada, delimitada con tiral¨ªneas y por m¨¢s que cada calle ostentara el nombre del respectivo coloso del columnismo period¨ªstico nacional en lugar de una letra may¨²scula o de un simple n¨²mero sin adorno alguno. A nuestra izquierda la autopista de Barcelona zumbaba a todas horas como una jaula de grillos mec¨¢nicos¡±.
? Palacetes de Chamber¨ª y la calle Vel¨¢zquez. En la esquina de la calle General Mart¨ªnez Campos con Zurbano, se encuentra la casa de los abuelos de la protagonista de Malena es un nombre de tango. El palacete, contiguo al edificio del British Council y vecino del Museo Sorolla, cuenta con un jard¨ªn que Grandes describ¨ªa en su novela:
¡°Yo estaba escondida detr¨¢s del casta?o de Indias y recuerdo las peque?as esferas erizadas de pinchos que asomaban entre las hojas, as¨ª que deb¨ªamos estar en primavera, quiz¨¢s ya en la frontera del verano, y supongo que me faltaba poco para cumplir nueve a?os, tal vez diez, pero seguro que era domingo, porque todos los domingos, despu¨¦s de o¨ªr misa de doce, ¨ªbamos con mam¨¢ a tomar el aperitivo a casa de los abuelos, un sombr¨ªo palacete de tres pisos con jard¨ªn, Mart¨ªnez Campos casi esquina con Zurbano¡±.
Ya derribado, pero no del todo olvidado, el palacete del n¨²mero 1 de la calle Marqu¨¦s de Riscal, propiedad del arist¨®crata homosexual y anarquista Antonio de Hoyos y Vinent, fue una comuna durante la guerra. A ella acude la protagonista de Las tres bodas de Manolita, en plena guerra para ver las joyas que Hoyos quiere vender.
En Vel¨¢zquez n¨²mero 12 se encuentra el distinguido portal de la madrina de Sara, protagonista de Los aires dif¨ªciles, esa ni?a cuyo padre va cada domingo a recogerla para llevarla a la otra casa, la suya en Concepci¨®n Jer¨®nima, junto al palacio de Santa Cruz, donde trata de sobrevivir el resto de la familia.
? Cuelgamuros, Ventas y Ciempozuelos. En el Valle de los Ca¨ªdos se encuentra el personaje de Miguel Rodr¨ªguez, preso y secretario de la prisi¨®n y padre de Azucena Rodr¨ªguez, querida amiga de Grandes. Las historias de esa prisi¨®n y de la c¨¢rcel de mujeres de Ventas son narradas en Las tres bodas de Manolita. Entre las calles Marqu¨¦s de Mond¨¦jar y Rufino Blanco, en el barrio de Fuente del Berro, se levantaba el edificio racionalista en el que, entre muchas otras, estuvieron prisioneras las Trece Rosas que acabaron fusiladas en agosto de 1939 en la tapia del cementerio de la Almudena.
En Ciempozuelos se encuentra el centro psiqui¨¢trico donde muchas mujeres fueron recluidas y en el que se desarrolla gran parte de la trama de La madre de Frankenstein, la quinta entrega de Episodios de una Guerra Interminable.
? La Casa de las Flores y el barrio de Arg¨¹elles. En Gaztambide n¨²mero 21 se levanta la llamada Casa de las Flores, que fue dise?ada en 1931 por el arquitecto Secundino Zuazo, quien m¨¢s adelante tuvo que marchar al exilio. En ese edificio hab¨ªa vivido Pablo Neruda y ah¨ª vive Rita, la hermana del doctor, el personaje de Los pacientes del doctor Garc¨ªa. Esa novela ¡ªen la que Grandes investig¨® la red que, dirigida por Clara Stauffer, ayudaba a nazis tras la II Guerra Mundial a obtener nuevos documentos y a recalar en Espa?a o marchar a Latinoam¨¦rica¡ª transcurre entre otros lugares en la calle Galileo, 14 y en el ya desaparecido sal¨®n de t¨¦ Embassy, en el paseo de Recoletos, punto de encuentro de esp¨ªas en los a?os cuarenta.
? Castellana norte y Tetu¨¢n. En Las tres bodas de Manolita, como explic¨® Grandes, una novela cuyas tramas transcurren en Madrid, mayormente en los barrios donde viv¨ªan sus abuelos, se menciona la f¨¢brica de armamento de Nuevos Ministerios. El t¨²nel que hab¨ªa excavado justo antes de la guerra fue transformado en un arsenal en 1936. Grandes lo cuenta as¨ª:
¡°La b¨®veda hab¨ªa sido explanada en el centro para crear una pista por la que circulaban camionetas que trasladaban piezas o materiales de un lugar a otro. Todo lo dem¨¢s eran m¨¢quinas, agrupadas por su naturaleza y perfectamente alineadas contra los muros. Entre ellas, a intervalos regulares, unas paredes de ladrillo delimitaban espacios cerrados que se utilizaban como talleres y dormitorios, porque las normas de aquella f¨¢brica compromet¨ªan a los trabajadores de dormir en el subsuelo y salir a la superficie lo menos posible¡±.
M¨¢s de medio siglo despu¨¦s de aquel Madrid en guerra, Almudena habla de los nuevos bloques que van levant¨¢ndose en el eje norte de la Castellana. All¨ª, la protagonista de El vocabulario de los balcones ¡ªcuento que dedic¨® a la editora y amiga ?ngeles Aguilera¡ª toca fondo en su relaci¨®n con un novio pijo. ¡°Yo miraba por la ventanilla el mon¨®tono espect¨¢culo de Capit¨¢n Haya, las torres acristaladas que se suced¨ªan, id¨¦nticas, en las dos aceras, garajes y jardines, palmeras en los portales, alardes de nuevos ricos que ya no me impresionaban, siempre lejos, cada vez m¨¢s lejos. Un giro a la izquierda me precipit¨® a una calle donde nunca hab¨ªa estado, pero me daba lo mismo porque era igual a las dem¨¢s, y otra vez a la izquierda y todav¨ªa m¨¢s lejos y m¨¢s, y ahora despacio, porque busc¨¢bamos sitio para aparcar y no lo encontr¨¢bamos y todas las calles, todas las fachadas, todas las esquinas parec¨ªan iguales, pero de repente en el en¨¦simo giro, bordeando una manzana de casas de lujo, me encontr¨¦ en casa, un barrio distinto, viejo. Con aire de pueblo viejo, que parec¨ªa haber brotado repentinamente de la tierra por un capricho del destino, tiendas baratas, edificios de un par de pisos, m¨²sica de rumba escapando por los balcones y se?oras en bata comprando pan, y una boca de metro con un nombre familiar y doloroso, cinco s¨ªlabas que estallaron entre mis dos cejas como una pedrada¡±. Se trataba de Valdeacederas, en Tetu¨¢n, donde tambi¨¦n se encuentra Bellas Vistas, esa colonia de casas que aparece en Los aires dif¨ªciles.
? Cementerio Civil. Su pareja, Luis Garc¨ªa Montero, sab¨ªa que Almudena siempre descansar¨ªa en Madrid. Junto al f¨¦retro dej¨® el lunes 29 de noviembre una copia de su poemario Completamente viernes, el libro que habla de su historia de amor y que entablaba un di¨¢logo con ese Te llamar¨¦ viernes que escribi¨® Grandes. Garc¨ªa Montero hab¨ªa escrito all¨ª un poema sobre la visita que hicieron juntos en 1994 a Granada, y al barranco de Viznar, donde supuestamente est¨¢n los restos de Lorca y otros muchos fusilados en la guerra. En 2005, le regal¨® la sepultura en el Cementerio Civil de Madrid a Almudena Grandes: ¡°Quise buscar una tierra nuestra de una memoria en com¨²n. Fue decirle que nuestras vidas estar¨ªan unidas hasta la muerte y en la muerte¡±.