As¨ª se pint¨® la historia de Am¨¦rica del Norte seg¨²n el Thyssen
El Museo re¨²ne en una exposici¨®n la colecci¨®n de arte americano del bar¨®n Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza para cerrar las conmemoraciones por su centenario
Primero fue una naturaleza apabullante, virgen, la que se encontraron los conquistadores europeos al llegar a lo que ahora es Estados Unidos. Luego, la interacci¨®n del ser humano con esos paisajes. Despu¨¦s el encuentro cultural de los que llegaron, con los que all¨ª ya viv¨ªan y con los que fueron trasladados de la peor manera posible en contra de su voluntad. Al final fueron las ciudades, el ocio, la publicidad, las cosas materiales que transformaron ese entorno primigenio. El Museo Thyssen de Madrid cuenta la historia del norte de Am¨¦rica desde finales del siglo XVIII hasta bien entrado el siglo XX en Arte americano en la colecci¨®n Thyssen, la exposici¨®n con la que se cierra el a?o de homenajes por el centenario del bar¨®n Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza.
¡°Le hemos dado un revolc¨®n a la colecci¨®n de arte americano¡±, explica Paloma Alarc¨®, jefa de Pintura Moderna del Thyssen, ¡°hemos pasado de una visi¨®n estil¨ªstica y cronol¨®gica a una basada en la tem¨¢tica que es m¨¢s transversal¡±. Es decir, el visitante ya no encuentra hitos hist¨®ricos sino un recorrido que se basa en la naturaleza, en las gentes y en las cosas que surgieron de estas interacciones. As¨ª, una pintura paisaj¨ªstica de la artista Georgia O¡¯Keeffe, conocida como la madre del modernismo estadounidense, convive con Thomas Cole y Frederic Church, ambos artistas del XIX, en la misma sala.
Esta nueva manera de presentar las obras, que se ha hecho extensible a la colecci¨®n permanente del museo, permite entender c¨®mo estos artistas antiguos plasmaron ¡°la relaci¨®n del hombre con la naturaleza bajo convenciones rom¨¢nticas¡±, propias de su tiempo, pero tambi¨¦n que se adelantaron al esp¨ªritu cient¨ªfico y medioambientalista, un tema m¨¢s de estos tiempos nuevos. Por eso tampoco desentonan en estas primeras salas las piezas de Willem Kooning, de Mark Rothko y de Jackson Pollock ¡ªal bar¨®n le tacharon de ¡°atrevido¡± cuando compr¨® piezas del autor, recuerdan en el museo¡ª con las de artistas de mediados del XIX como John Fredrick Kensett.
Los a?os pasan seg¨²n se avanza en la exposici¨®n. El ser humano ya no es un mero espectador de esos paisajes sublimes, empieza a cosechar, a criar ganado y finalmente a transformar de manera m¨¢s brutal la naturaleza con la llegada de la industria. Pero las fechas de los cuadros se saltan este orden y van dando brincos de un siglo a otro para explicar los mismos fen¨®menos desde las diversas perspectivas art¨ªsticas de autores de todas las corrientes. De esta misma manera fue completando su colecci¨®n el bar¨®n Thyssen con su ¨²ltima gran pasi¨®n, el arte que se hac¨ªa en Estados Unidos. ¡°Comenz¨® a inicios de los sesenta, pero fue sobre todo a partir de los setenta cuando sus intereses como empresario le llevaron a este pa¨ªs y empez¨® a comprar de manera masiva¡±, recuerda Guillermo Solana, director art¨ªstico del museo. Form¨® una colecci¨®n que mezcla piezas antiguas y contempor¨¢neas hasta convertirse, seg¨²n el responsable, en ¡°la m¨¢s importante de este tipo en Europa¡±.
Racismo y apropiaci¨®n cultural
Las pinturas de la exposici¨®n adelantan tambi¨¦n otros temas actuales como el debate sobre el colonialismo, el racismo y la apropiaci¨®n cultural en las salas donde se ensalza la presencia euroamericana frente a la ind¨ªgena o la afroamericana. Est¨¢ en los retratos de ni?os blancos en plantaciones de melocotones de Charles Willson Peale, y en el relato que Charles Wimar hace de los indios conscientes de su desaparici¨®n frente al avance de los conquistadores. Hay un intento de convivencia seg¨²n avanzan las d¨¦cadas entre esclavos, clase obrera, jud¨ªo migrantes, afroamericanos y asi¨¢ticos que implosiona en el conflicto que pervive hasta la actualidad.
Esa lucha social se da en las ciudades. La naturaleza se cambia por rascacielos, avenidas, transportes p¨²blicos y el individuo perdido entre la masa. Max Weber interpreta el cambio desde el cubismo y el futurismo; Eward Hopper desde la soledad del hombre contempor¨¢neo; Raphael Soyer opta por plasmar los nuevos roles de las mujeres en oficios o simplemente las muestra consumiendo. El ocio empieza al salir de la oficina, los fines de semana, en los parques, en la playa, en los bares, en los clubes donde suena el jazz que casi parece que se escucha en las obras de Arthur Dove y Jackson Pollock.
El final de este relato de m¨¢s de 140 piezas a las que Alba Campo Rosillo, de la Terra Foundation Fellow de Arte Americano, ha contribuido a dar un sentido narrativo, es el puro materialismo capitalista. Las cosas se dotan de un valor simb¨®lico y econ¨®mico. Primero en forma de bodegones tradicionales e innovadores como los de Stuart Davis. Luego se convierten en excusa para reflexionar sobre la cultura de consumo como en la obra de Roy Lichtenstein.
Esta pieza del artista pop, emblema del museo, es una muestra de lo que podr¨¢ suceder con la colecci¨®n permanente a partir del pr¨®ximo a?o. Ni Solana ni Alarc¨® se atreven a poner una fecha en la que el Thyssen cambie de nuevo. Por ahora solo es una certeza que la cronolog¨ªa no ser¨¢ el hilo conductor del discurso de esta instituci¨®n aunque s¨ª habr¨¢ una clara distinci¨®n entre la colecci¨®n de Carmen Cervera y su hijo Borja Thyssen, de la del que fuera su marido, y la del resto de sus familiares que han ido depositando cuadros de sus propias colecciones. Cuando se firme de manera definitiva el acuerdo entre la baronesa y el Ministerio de Cultura para la cesi¨®n de sus obras, unas 180, aclara Solana, se expondr¨¢n en la primera planta del museo. Las piezas ya est¨¢ preparadas, solo falta un acto formal entre todas las partes y el regreso de la gran estrella: el Mata Mua de Gauguin.
Arte americano en la colecci¨®n Thyssen. Del 14 de diciembre al 26 de junio de 2022.
Babelia
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