Muere Manuel Seco, profesor, lexic¨®grafo, gram¨¢tico
Bajo su direcci¨®n, el ¡®Diccionario Hist¨®rico de la Lengua Espa?ola¡¯ alcanz¨® las m¨¢s altas cotas de calidad en t¨¦cnica lexicogr¨¢fica
Con el fallecimiento de don Manuel Seco Reymundo ¡ªnacido en Madrid hace 93 a?os¡ª desaparece no solo el decano de los miembros de n¨²mero de la Real Academia Espa?ola, sino el continuador, y aun culminador, de la espl¨¦ndida tarea que en ella desarrollaron Rafael Lapesa, Samuel Gili Gaya y Salvador Fern¨¢ndez Ram¨ªrez, los disc¨ªpulos de Men¨¦ndez Pidal que llevaron a la corporaci¨®n, junto con Antonio Rodr¨ªguez Mo?ino en la edici¨®n de obras literarias, hasta el alt¨ªsimo puesto que estaba llamada a alcanzar en la filolog¨ªa hisp¨¢nica del siglo XX.
Don Manuel estuvo muchos a?os consagrado a la ense?anza de la lengua y la literatura espa?olas en los niveles de la que a partir de cierto momento dio en llamarse, con l¨ªtotes tan vergonzante como vergonzosa, ense?anza no universitaria. Fue profesor en varios centros oficiales o privados, y en 1960 ingres¨® en el cuerpo de Catedr¨¢ticos de Ense?anza Media, del que se jubil¨® en 1993.
Cuando lo conoc¨ª, hace cuarenta a?os justos, acababa de hacerse cargo de la direcci¨®n del Diccionario hist¨®rico de la lengua espa?ola, se hab¨ªa tornado imposible simultanear esa dedicaci¨®n con el instituto y estaba en la Academia en comisi¨®n de servicio. Pero su vocaci¨®n docente segu¨ªa canaliz¨¢ndose a trav¨¦s de sus ense?anzas en el Seminario de Lexicograf¨ªa, en un reducido magisterio directo que quienes lo integr¨¢bamos tuvimos la inmensa fortuna de disfrutar. Dicho sin ambages, lo que hoy se sabe en Espa?a de lexicograf¨ªa, entonces secta muy minoritaria y hoy disciplina de moda, se debe en gran medida a la obra y la labor de Manuel Seco. Lo que se aprend¨ªa en el Seminario de la mano de su director no era solo lexicograf¨ªa, naturalmente ¡ªy no especulando sobre ella: haci¨¦ndola¡ª, era tambi¨¦n un enfoque clarividente de los hechos gramaticales, una visi¨®n rica y compleja de la lengua en su desenvolvimiento hist¨®rico y espacial, y, lo m¨¢s valioso, lo que en poqu¨ªsimos lugares puede aprenderse: unos h¨¢bitos de probidad intelectual y de rigor y pulcritud filol¨®gicos que son los de la escuela a la que Seco perteneci¨® y a la que ¨¦l mismo tanto ha prestigiado. Bajo su direcci¨®n el DHLE alcanz¨® las m¨¢s altas cotas de calidad en lo concerniente a la t¨¦cnica lexicogr¨¢fica. La huella que ha dejado en la formaci¨®n del personal de la Academia es inmensa, es invaluable.
Su bibliograf¨ªa se inicia en 1954, con 25 a?os, y, de modo emocionante, con un acto de devoci¨®n filial: la reedici¨®n del Manual de gram¨¢tica espa?ola de su padre, Rafael Seco, que luego ha conocido numeros¨ªsimas reediciones. Es conmovedor que heredara la vocaci¨®n de su progenitor, al que, fallecido cuando Manuel era ni?o, apenas hab¨ªa llegado a conocer.
Que el joven Seco, ahora ya con solo 33 a?os, publicara un libro que desde entonces todos, absolutamente todos los profesores de lengua espa?ola tenemos al alcance de la mano es, sencillamente, pasmoso. Me estoy refiriendo, claro est¨¢, al Diccionario de dudas y dificultades de la lengua espa?ola (1961).
Catedr¨¢tico sucesivamente en ?vila, Guadalajara y Madrid, prepara en esos a?os dos libros que son, sencillamente, un par de obras maestras: uno es su tesis doctoral, que se publica en 1970, Arniches y el habla de Madrid; el otro es su propia gram¨¢tica, que ha ido madurando lentamente y que sale a la luz en 1972: la Gram¨¢tica esencial del espa?ol. Que es m¨¢s que una gram¨¢tica; es, como el subt¨ªtulo indica, una Introducci¨®n al estudio de la lengua, con cap¨ªtulos admirables sobre el l¨¦xico, sobre el uso y la norma, con una sucinta introducci¨®n a los problemas del lenguaje, a la historia y la geograf¨ªa del espa?ol. Cuando alguien me ha puesto en la tesitura un tanto absurda de recomendar al lector medio un solo libro sobre nuestra lengua, pero uno solo, yo no lo he dudado: he recomendado la Gram¨¢tica esencial de Manuel Seco.
De la gran obra de su plena madurez, el Diccionario del espa?ol actual (1999 y 2011) realizado en colaboraci¨®n con Olimpia Andr¨¦s y Gabino Ramos, del diccionario documentado a cuya direcci¨®n dedic¨® nada menos que treinta a?os de su vida, no puedo ocuparme en estas pocas l¨ªneas, habi¨¦ndole dedicado ya bastantes p¨¢ginas. Afirmar¨¦ tan solo que el DEA es el m¨¢s importante e innovador diccionario de espa?ol que ha visto la luz desde los tiempos del Diccionario de autoridades. Afirmaci¨®n, insisto, ni hiperb¨®lica ni gratuita, sino perfectamente justificable.
En lo que ata?e al Dudas, cu¨¢nto le deben todos los libros de estilo ¡ªlos que don Emilio Lorenzo llam¨® ¡°gu¨ªas de pecadores¡± ¡ª, y qu¨¦ hubiera sido de ellos sin tal modelo pionero.
Ahora bien, mientras muchos confund¨ªan normatividad con prescriptivismo, o renovaban, sin reconocerlo, a?ejos impulsos puristas, Manuel Seco fue templando y repensando sus propios planteamientos, madur¨¢ndolos a la luz de una concepci¨®n cada vez m¨¢s serena y rigurosa de la norma. Aunque siempre razonador e inductivo, el Dudas se fue haciendo con el tiempo cada vez menos prescriptivo, m¨¢s tolerante si se quiere, ensanchando su base descriptiva y ganando en inter¨¦s para los estudiosos de la lengua, por m¨¢s que ello pueda desconcertar a quienes desear¨ªan que los hechos idiom¨¢ticos fueran siempre o blancos o negros, que no tuvieran la matizada gama de grises que irremediable y venturosamente tienen.
Un pu?ado de sustantivos pueden caracterizar la labor gramatical y lexicogr¨¢fica de Manuel Seco: claridad, luminosidad, sencillez, rigor, originalidad, laboriosidad. Y junto a ellos otros que no contribuyen menos a trazar el perfil del maestro y el amigo: honradez, seriedad, modestia, horror a la petulancia, sentido del humor, suave iron¨ªa, fidelidad. Un espejo en que a duras penas tratamos de mirarnos sus disc¨ªpulos.
Pedro ?lvarez de Miranda es miembro de la Real Academia Espa?ola.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.