Cuando David Bowie descubri¨® Am¨¦rica
Hace 50 a?os, el artista visit¨® Estados Unidos por vez primera en un viaje que cambiar¨ªa su m¨²sica
En 1971, David Robert Jones, conocido como David Bowie, tom¨® un avi¨®n para visitar por primera vez Estados Unidos. Una ocasi¨®n trepidante para un hijo de la posguerra que hab¨ªa crecido asimilando la cultura popular estadounidense. Era esencialmente un viaje de exploraci¨®n, camuflado como una gira para promocionar su ¨¢lbum The Man Who Sold The World en la que ¨Ccuestiones de visado- le estaba prohibido actuar. Aun as¨ª, se llev¨® una guitarra ac¨²stica y mucha ropa. Hoy nos asombra saber que volaba solo. No le acompa?aban ni su manager ni su esposa, aunque ambos fueran estadounidenses: pagaba su discogr¨¢fica, Mercury Records, pero pagaba lo justo.
Conviene no confundirlo con una expedici¨®n de conquista, como las emprendidas por docenas de grupos brit¨¢nicos a lo largo de la d¨¦cada de los sesenta. En Londres, los c¨ªnicos consideraban a Bowie como un tipo simp¨¢tico pero fantasioso, esencialmente una ¡°maravilla de un solo ¨¦xito¡±, refiri¨¦ndose a Space Oddity (1969), una pieza alentada por la fascinaci¨®n mundial por los astronautas pero que no hab¨ªa funcionado en EE UU, quiz¨¢s por su poco patri¨®tico desenlace.
En los c¨ªrculos londinenses, se sab¨ªa tambi¨¦n que, como dir¨ªan los Beatles, David ten¨ªa el alma de goma. Hab¨ªa sido mod, hippy, activista underground, actor, mimo. En su paso por siete sellos discogr¨¢ficos, edit¨® rhythm and blues, pop, canci¨®n infantil, m¨²sica ligera, psicodelia. Pose¨ªa ojos de radar y una infinita capacidad para seducir.
A Estados Unidos lleg¨® con un melen¨®n y, para ocasiones especiales, unos vestidos ¨C¡°masculinos¡±, insist¨ªa¨C que le cubr¨ªan casi hasta los tobillos, obra del dise?ador Michael Fish. ¡°Parece la reencarnaci¨®n de Lauren Bacall¡±, suspir¨® alguien. En entrevistas, jugaba a la ambig¨¹edad sexual ¨Csobre todo, tras paladear la subcultura gay de San Francisco¨C, pero el runr¨²n del mundillo aseguraba que arras¨® entre las jovencitas. Especialmente, caus¨® sensaci¨®n a las groupies de Hollywood: fue all¨ª, en una casa alquilada para la ocasi¨®n, donde pudo interpretar sus canciones, acomodado en una cama de agua como un gur¨² llegado de un futuro pansexual.
Tuvo la fortuna de conectar con personas que aceptaron su personalidad y facilitaron sus b¨²squedas. En Nueva York estaba Paul Nelson, periodista afable entonces a sueldo de Mercury, que regal¨® sus o¨ªdos con an¨¦cdotas de Bob Dylan rob¨¢ndole sus discos en los tiempos de Minnesota. En California, le abrieron las puertas el cr¨ªtico John Mendelsohn y el buscavidas Rodney Bingenheimer, futuro promotor de la escena glam de Los ?ngeles.
Hizo muchos contactos. Le falt¨® una audiencia con Andy Warhol, al que dedicar¨ªa una canci¨®n, aunque luego descubrir¨ªa que no ten¨ªan buena comunicaci¨®n. Acudi¨® a un concierto de The Velvet Underground y, en camerinos, trab¨® conversaci¨®n con su cantante (cre¨ªa que era Lou Reed, pero result¨® ser su sustituto ante el micr¨®fono, Doug Yule). S¨ª localiz¨® a una de las leyendas de la vanguardia, el ciego Moondog, que tocaba sus composiciones en la calle; conmovido, le compr¨® comida.
No se sorprender¨¢n si revelo que se transform¨® durante el recorrido. En Nueva York, iba un tanto desastrado, para mimetizarse con el ambiente bohemio del Greenwich Village. Bajo el sol californiano, tir¨® de vestuario. La cris¨¢lida se rompi¨® y brot¨® la mariposa que llevaba dentro: una criatura voraz, ambiciosa, absorbente.
Tras unas semanas recorriendo Estados Unidos en avi¨®n, tren y hasta autob¨²s, Bowie volvi¨® a Londres revigorizado. No cont¨® que se aloj¨® en hoteles baratos y que, a veces, comparti¨® casa con empleados de Mercury. S¨ª cont¨® que se tra¨ªa muchas vivencias, planes calientes. Ten¨ªa nuevas canciones, un l¨¦xico fresco y hasta tentaciones musicales contrapuestas: adoraba el rock nihilista de The Stooges, pero tampoco era inmune al confortable encanto de cantautores tipo James Taylor o Carole King, entonces en ascenso. Ganar¨ªa el rock, veh¨ªculo final para una historia que hab¨ªa empezado a hilar en Los ?ngeles: la de una estrella mesi¨¢nica y decadente llamada¡ Ziggy Stardust.
Babelia
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