El emperador de los estrafalarios
?timamente he estado escuchando a menudo a un compositor llamado Moondog. Es un artista indefinible, vanguardista y original. Lo primero que conoc¨ª de ¨¦l fue su m¨²sica, y me encant¨®. Luego me enter¨¦ de su despampanante historia y entonces me gust¨® todav¨ªa m¨¢s. Siempre me han interesado los individuos exc¨¦ntricos, prueba evidente de la portentosa variedad de la vida, y Moondog es el m¨¢s exc¨¦ntrico entre todos los exc¨¦ntricos, es el emperador de los estrafalarios. Un hombre fascinante.
Moondog se llamaba Louis Hardin y naci¨® en un pueblo de Kansas (EE UU) en 1916. A los 17 a?os le estall¨® un petardo en la cara y le dej¨® ciego: un accidente de tragedia griega, una marca de predestinado por los dioses. Diez a?os m¨¢s tarde, en 1943, abandon¨® la protecci¨®n de la familia y se traslad¨® a Nueva York solo y sin dinero. Ciego y distinto, empez¨® a construirse como personaje, y lo hizo con un empe?o en la rareza formidable. Viv¨ªa m¨¢s o menos como un vagabundo, subsistiendo de las limosnas que recib¨ªa; de hecho, se adue?¨® de la esquina entre la Sexta Avenida y la calle 54, que m¨¢s tarde, cuando se hizo famoso, pas¨® a ser conocida como la Moondog corner. Tocaba su m¨²sica en la calle, con instrumentos de percusi¨®n o con un ¨®rgano el¨¦ctrico. Tambi¨¦n recitaba sus poes¨ªas y conversaba: era culto y elocuente. Luc¨ªa largas melenas y barbas de profeta, y empez¨® a vestir con ropas indescriptibles que se fabricaba ¨¦l mismo. La esquina de Moondog se encontraba muy cerca del Carnegie Hall, y los m¨²sicos de la Sinf¨®nica de Nueva York se hicieron amigos de ¨¦l y le prohijaron como una especie de mascota. De hecho, durante dos o tres a?os Hardin se pasaba los d¨ªas con la Sinf¨®nica, asistiendo a todos los ensayos y conciertos.
Pero lleg¨® un momento en que los m¨²sicos quisieron regenerarlo. Le compraban ropa buena, insist¨ªan en que se convirtiera en un hombre normal. Cosa que Hardin no pod¨ªa hacer. Antes al contrario, su deriva f¨ªsica y social iba siendo cada vez m¨¢s extravagante. Y as¨ª, en 1947 empez¨® a denominarse oficialmente Moondog, y poco a poco adquiri¨® su apariencia definitiva, a saber, la de un vikingo. Llevaba un casco ornado con cuernos, capas imposibles hechas de retales, los pies envueltos en un gurru?o de harapos y, como remate, una enorme lanza. Empez¨® a ser conocido como el vikingo de la Sexta Avenida, y la gente de la Sinf¨®nica se alej¨® de ¨¦l. Aun as¨ª, varios de los grandes m¨²sicos de la orquesta participaron en las grabaciones de los discos de Moondog.
Y es que aqu¨ª viene lo m¨¢s maravilloso de esta especie de cuento de hadas al rev¨¦s: Moondog era un espl¨¦ndido artista y, sin dejar de vivir en la calle y de tener todo el aspecto de un lun¨¢tico, de alguna manera se las apa?¨® para hacer cosas incre¨ªbles. Por ejemplo, edit¨® m¨¢s de treinta ¨¢lbumes, varios de ellos con compa?¨ªas discogr¨¢ficas importantes; sus composiciones se usaron como bandas sonoras de pel¨ªculas y en anuncios publicitarios; actu¨® con Phillip Glass y Steve Reich, dos de los santones de la m¨²sica minimalista, quienes, por cierto, le atribuyen a Moondog la creaci¨®n del concepto del minimalismo, porque el vikingo sosten¨ªa que su ambici¨®n como compositor era conseguir "el arte de esconder el arte, el m¨¢ximo efecto con los medios m¨ªnimos"... En fin, incluso lleg¨® a grabar un disco cantado por... ?Julie Andrews! Mary Poppins y el vikingo en una mezcla explosiva.
Moondog muri¨® en 1999 a los 83 a?os, pero sus discos todav¨ªa se escuchan. Parecer¨ªa incluso que est¨¢ empezando a ponerse nuevamente de moda (hace unos meses se public¨® la primera biograf¨ªa sobre ¨¦l, en ingl¨¦s, hecha por un tal Robert Scotto). A m¨ª lo que m¨¢s me gusta de Moondog, aparte de su m¨²sica estupenda, es la incre¨ªble fuerza que pose¨ªa. Fue un ciego que hizo olvidar a todos su ceguera, un alien¨ªgena capaz de sobrevivir en la dura vida de la diferencia radical. Invidente y raro como era, deb¨ªa de poseer un encanto singular, porque se cas¨® dos veces (tuvo una hija) y mantuvo varias relaciones sentimentales importantes. He visto la foto de una de sus novias: asi¨¢tica, elegante, bell¨ªsima. Es como el cuento del patito feo pero hecho realidad: un indigente, en apariencia un pobre tipo marginal, chiflado y fracasado, que en realidad es todo un personaje, un artista admirado, un m¨²sico famoso. La pr¨®xima vez que vean a un mendigo estrafalario por la calle, repriman su condescendencia y acu¨¦rdense de Moondog.
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