Esto no es Bollywood
Hubo una edad de oro de las series televisivas ¡®made in India¡¯. Termin¨® el pasado a?o, pero ahora podemos disfrutar de sus mejores resultados
Ha sido visto y no visto. En 2018, Netflix estren¨® su primera serie rodada en la India, Sacred Games, se?al de partida para unas producciones audiovisuales nunca antes imaginables en el subcontinente asi¨¢tico. Las plataformas aprovecharon un vac¨ªo regulatorio: a diferencia del cine y la televisi¨®n, rigurosamente controlados, no hab¨ªa legislaci¨®n prevista para el streaming. En cosa de tres a?os, han brotado ficciones audiovisuales que exploran los huecos en la torrencial oferta de Bollywood: la brutalidad policial, el sistema de clases, los conflictos entre castas, las tensiones religiosas, el uso casual de drogas, el sexo expl¨ªcito (hetero o LGBTI), la podredumbre pol¨ªtica de la mayor democracia del mundo.
No pod¨ªa durar, cuando el pa¨ªs est¨¢ presidido por un nacionalista venenoso, Narendra Modi. Desde este a?o, el streaming est¨¢ sometido a una gama de clasificaciones morales, adem¨¢s de amenazado por la perspectiva de procesos penales para quienes ofendan ¡°la sensibilidad nacional¡±. Sin olvidar la muy real intimidaci¨®n de las turbas, que ¡ªteledirigidas por el movimiento que encarna Modi¡ª pueden sabotear rodajes, boicotear empresas y acciones mucho peores.
Con todo, se vivi¨® un ¡°verano indio¡±, un veranillo de creatividad cuando realizadores, guionistas, actores, t¨¦cnicos pudieron hacer otras narraciones, lejos de los directivos con tijeras. En muchos casos, recurrieron a los f¨¦rtiles novelistas locales, cuyas obras eran consideradas demasiado complejas para el cine de Bollywood. As¨ª, Sacred games parte de Juegos sagrados (Literatura Random House), el libro de Vikram Chandra cuya cosmogon¨ªa algunos confunden con realismo fant¨¢stico (en todo caso, m¨¢s de Pynchon que de Garc¨ªa M¨¢rquez). Una inmersi¨®n en un Bombay que oscila entre lo s¨®rdido y lo alucinatorio.
A lo que iba. No van a encontrar estas series en la pantalla de inicio de las plataformas: hay que buscarlas. Pero est¨¢n disponibles, a docenas, en los recovecos de los cat¨¢logos de Netflix o Prime Video, incluyendo joyas insospechadas. Se reconocen f¨¢cilmente por sus colores saturados, unos actores que tienden a sobreactuar, esos giros de guion presentados como coincidencias y, sobre todo, la naturalidad con que sus personajes saltan del hindi a un ingl¨¦s enf¨¢tico. Aviso que suelen requerir un esfuerzo extra: no cuentan con doblaje y, a veces, hay que leer los subt¨ªtulos en ingl¨¦s.
Pero mejor no quejarse. Te sit¨²an en una especie de universo paralelo, con mutaciones de g¨¦neros televisivos perfectamente reconocibles: lo previsible ¡ªpolic¨ªas dignos obligados a entregar su placa y su pistola¡ª se mezcla con momentos desconcertantes, como el corpulento h¨¦roe huyendo aterrado del guardaespaldas de un malo. Esto ocurre en Paatal Lok (Prime), donde ese agente maduro de Delhi navega entre problemas familiares y la sospecha de que el reci¨¦n descubierto complot para asesinar a un repelente presentador de televisi¨®n tal vez no sea, como insisten sus superiores, una maldad m¨¢s del eterno contrincante, Pakist¨¢n. Sus viajes a Chitrakoot, un empobrecido distrito rural, le revelan que no existe tal cosa como la solidaridad gremial en unas tierras dominadas por un bandido invisible.
Las series indias requieren el uso frecuente del bot¨®n de rebobinar. Y la atenci¨®n m¨¢xima para captar esos matices que revelan filiaciones religiosas o la pertenencia a una casta de intocables. El pa¨ªs puede ser una potencia en talento inform¨¢tico, la Digital India de la publicidad gubernamental, pero todav¨ªa se mata con martillos o con pistolas artesanales hechas con material de desguaces de coches (una manufactura explicada en Mirzapur, en Prime). Y se practican repugnantes rituales ancestrales, como la violaci¨®n grupal de la madre de un enemigo.
Uno no puede relajarse ni siquiera en Hecho en el cielo (Prime), drama rom¨¢ntico alrededor de una empresa dedicada a la organizaci¨®n de esplendorosas bodas para la clase media y alta de Delhi. Aqu¨ª si est¨¢ muy presente la est¨¦tica Bollywood en coreograf¨ªas, canciones, vestimentas, decoraci¨®n. Mientras los personajes toman rayas o discuten con el DJ por la m¨²sica que pincha, se desarrollan subtramas inquietantes que ejemplarizan la hipocres¨ªa general, la avaricia, la impunidad de los poderosos, la pr¨¢ctica de la tortura en las comisar¨ªas, la persistencia de las supersticiones incluso entre gente cosmopolita.
Hay dudas razonables sobre cu¨¢nto de este aliento iconoclasta sobrevivir¨¢ al actual clima de autocensura. As¨ª, Prime Video ha renunciado a rodar la segunda temporada de Paatal Lok, a pesar de su enorme ¨¦xito y el dato de que sus showrunners hab¨ªan dejado suficientes cabos sueltos. Pero la relaci¨®n humana y profesional entre el protagonista, hinduista escasamente devoto, y su ayudante musulm¨¢n, se acercaba a una zona tab¨² para los inflamados seguidores de Modi. Aprovechen para disfrutar de los frutos de unos a?os en que se ignoraron las prohibiciones.
Babelia
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