Maggie Gyllenhaal: la condesa feminista de Hollywood
La actriz, miembro de la aristocracia de la meca del cine, debuta como guionista y directora en ¡®La hija oscura¡¯
En 2015, Maggie Gyllenhaal (Nueva York, 44 a?os) denunci¨® el sexismo de la industria de Hollywood y el sistem¨¢tico maltrato a las actrices maduras. Gyllenhaal ten¨ªa entonces 37 a?os, demasiada edad, le dijeron, para encarnar a la amante de un hombre de 55. Un rechazo que, en sus palabras, le hizo sentirse mal consigo misma. Un golpe de autoestima que pronto se convirti¨® en rabia, y la rabia, en risa. Al descubrir que el cerco para las int¨¦rpretes ¡°mayores¡± era inevitable, y con la certeza de que ¡°muchas actrices est¨¢n haciendo un trabajo incre¨ªble en este momento, interpretando a mujeres reales, mujeres complicadas¡±, Gyllenhaal anunci¨® que le rondaban nuevas ideas: ¡°No me siento desesperada en absoluto¡±, asegur¨® a la publicaci¨®n The Wrap. ¡°Estoy detr¨¢s de algo fascinante¡±.
Seguramente ya entonces estaba en sus manos (o en su cabeza) adaptar la novela de Elena Ferrante La hija oscura, publicada en Italia en 2006 y dos a?os despu¨¦s en Estados Unidos. La historia de una profesora de literatura inglesa enfrentada a los fantasmas de la maternidad le permit¨ªa a la actriz adentrarse en un tema complejo, el de la mala madre, a trav¨¦s de la voz de una mujer tan inteligente como herida. En su debut como directora de largos (tras brillar en su cap¨ªtulo de Hecho en casa, la pel¨ªcula coral sobre el confinamiento liderada por Pablo Larra¨ªn para Netflix) Gyllenhaal no solo ha adaptado de forma brillante la novela de Ferrante, sino que ha dirigido con la misma sensibilidad e inteligencia a tres actrices (Olivia Colman, Jessie Buckley y Dakota Johnson) capaces de pintar todos los claroscuros de la maternidad frente a la libertad.
No deber¨ªa causar sorpresa que detr¨¢s de esta pel¨ªcula, cuyo guion fue premiado en el ¨²ltimo festival de Venecia, y que acumula ocho candidaturas a los Bafta y tres a los Oscar (mejor guion adaptado, actriz protagonista, para Colman, y de reparto, para Buckley), est¨¦ detr¨¢s una mujer que representa a la aristocracia de Hollywood, que naci¨® en el (entonces) bohemio Lower East Side de Manhattan para luego crecer en Hancock Park, en el coraz¨®n de Los ?ngeles. Ella y su hermano, el actor Jake Gyllenhaal, tres a?os menor, estudiaron en uno de los colegios m¨¢s caros (50.000 euros al a?o por alumno) de Los ?ngeles, el Harvard-Westlake. Cuando el colegio termin¨®, y mientras empezaba su carrera como actriz, Gyllenhaal altern¨® sus estudios de filosof¨ªa y literatura en la Universidad de Columbia con los de interpretaci¨®n en la Royal Academy of Dramatic Arts de Londres. Una formaci¨®n privilegiada que no ha ca¨ªdo en saco roto.
Las primeras seis pel¨ªculas de Maggie Gyllenhaal las dirigi¨® su padre, Stephen Gyllenhaal, un director emparentado con la nobleza sueca e inglesa y con una amplia filmograf¨ªa televisiva a sus espaldas. En 1992, Gyllenhaal inclu¨ªa a su hija, entonces una quincea?era, en el reparto de El pa¨ªs del agua, quiz¨¢ su pel¨ªcula m¨¢s conocida. Se trataba de un drama protagonizado por un profesor de historia ingl¨¦s (Jeremy Irons), y la actriz aparec¨ªa brevemente en la piel de una delegada de curso.
Durante la d¨¦cada de los noventa, sigui¨® participando en los filmes de su padre, hasta que en 2002 protagoniz¨® Secretary, de Steven Shainberg, una comedia negra sobre una relaci¨®n sadomasoquista que la convirti¨® en la m¨¢s perspicaz de las musas indies. Inteligente y atractiva, Gyllenhaal se paseaba por la alfombra roja con una distinci¨®n de otra ¨¦poca mientras hablaba de feminismo cuando casi nadie lo hac¨ªa en Hollywood. No hab¨ªa impostura en ella, criada por unos padres artistas neoyorquinos, su madre es la guionista Naomi Foner, una jud¨ªa askenaz¨ª que particip¨® en el nacimiento de Barrio S¨¦samo y una activista a la que sus hijos recuerdan recaudando dinero en su casa para movimientos civiles de Am¨¦rica Latina mientras Kris Kristofferson tocaba la guitarra. Foner escribi¨® el guion de Un lugar en ninguna parte, la pel¨ªcula de 1988 de Sidney Lumet protagonizada por River Phoenix sobre una familia de izquierdistas radicales perseguida por el FBI que arrastran a sus hijos en su huida hacia delante.
La casa de los Gyllenhaal deb¨ªa de ser, como poco, entretenida. Paul Newman ense?¨® a conducir a Jake, cuya madrina es Jamie Lee Curtis; los c¨®micos Mel Brooks, Billy Crystal y Ted Danson eran tambi¨¦n habituales en las comidas, igual que el escritor Michael Ondaatje, que cuando pasaba por Los ?ngeles siempre recalaba all¨ª. Foner, que debut¨® en 2014 como directora con Buenas chicas, un drama adolescente interpretado por Dakota Fanning y Elizabeth Olsen, se quej¨® en una extensa entrevista para The New York Times del desierto intelectual de Hollywood y defini¨® su casa como un lugar ¡°social, art¨ªstico y pol¨ªticamente consciente: el ferrocarril subterr¨¢neo para los intelectuales de la costa este¡±.
Ese ambiente, aderezado con el poder¨ªo que da pasar los veranos en Martha¡¯s Vineyard, hacen de Maggie Gyllenhaal una actriz con un aire a lo Diane Keaton pero con el dulce embrujo de Claudette Colbert y esas divas con car¨¢cter del Hollywood cl¨¢sico.
Pareja del actor Peter Sarsgaard desde hace dos d¨¦cadas ¡ªcon el que tiene dos hijas, Ramona, de 15 a?os, y Gloria, de 10¡ª, Gyllenhaal fue candidata al Oscar por su papel de periodista enamorada de un viejo y borracho cantante de country interpretado por otro pr¨ªncipe de Hollywood, Jeff Bridges, en Coraz¨®n rebelde (2009). Aunque como actriz tambi¨¦n pasar¨¢ a la historia por haber sido la novia m¨¢s sofisticada del mejor Batman. Fue precisamente durante el embarazo de su primera hija cuando Christopher Nolan la llam¨® para ser la ayudante del fiscal de El caballero oscuro (2008). All¨ª coincidi¨® con el compa?ero de su hermano en Brokeback Mountain (2005), Heath Ledger, un actor cuyo meticuloso m¨¦todo de trabajo hab¨ªa despertado la admiraci¨®n de la familia Gyllenhaal. En una de las mejores secuencias de la pel¨ªcula, el perturbador Joker de Ledger se encara con la valiente funcionaria Gyllenhaal. Es uno de esos raros momentos en el que el espectador es testigo directo de un actor pose¨ªdo por un inquietante brote de genio. Un estallido de talento y locura sostenido por el aplomo de la actriz que le da la r¨¦plica con una mirada a la altura del desaf¨ªo.
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