Un retrato de la adolescencia rusa sin salida
La catalana Laura Sister¨® estrena en el Festival de M¨¢laga ¡®Tolyatti Adrift¡¯, un cautivador documental sobre el devenir de tres j¨®venes en la ciudad m¨¢s pobre, d¨¦cadas atr¨¢s centro de la industria del autom¨®vil, del pa¨ªs de Vlad¨ªmir Putin
En los a?os sesenta, Tolyatti creci¨® a toda velocidad. A orillas del Volga, a mil kil¨®metros al suroeste de Mosc¨², el pueblo se convirti¨® en una urbe al ritmo de la industria del autom¨®vil. Todos quer¨ªan vivir all¨ª para trabajar en las factor¨ªas AutoVAZ. Pero la prosperidad sovi¨¦tica fue fugaz. Dos generaciones despu¨¦s es la gran ciudad m¨¢s pobre de Rusia. Cero expectativas para una juventud que se refugia en aquellos coches que fabricaban sus abuelos, ahora convertidos en s¨ªmbolo de rebeld¨ªa. Conocidos popularmente como Zhigulis, arreglar estos veh¨ªculos, conducirlos y, sobre todo, derrapar con ellos por el hielo es su gran pasi¨®n. Casi el ¨²nico clavo al que agarrarse en unos paisajes nevados convertidos en el tel¨®n de fondo de Tolyatti Adrift, ¨®pera prima de la catalana Laura Sister¨® que se estren¨® este mi¨¦rcoles en el Festival de M¨¢laga. Es uno de los grandes favoritos a conseguir la Biznaga de Plata al mejor documental.
Tras una corta pero intensa carrera en la publicidad y videoclips ¡ªque compagina con la fotograf¨ªa y su banda de punk, La femme brutal, donde canta y toca la bater¨ªa¡ª la barcelonesa firma un documental de est¨¦tica fascinante. Es su segunda participaci¨®n en el festival malague?o, tras el cortometraje Waste, que present¨® en 2017 con Vicky Luengo y Laia Manzanares entre las protagonistas. Ahora, haciendo equilibrios sobre la frontera entre la ficci¨®n y la realidad, Sister¨® ha compuesto un retrato ¨ªntimo de la vida de tres adolescentes que a sus 18 a?os deben decidir su futuro. El problema es que no tienen ni d¨®nde elegir. En su ciudad no hay salidas laborales y la sociedad en la que crecen sigue anclada en viejo orgullo ruso de las f¨¢bricas y los obreros que a ellos ya no les sirve. Su ciudad es el Detroit ruso.
A pesar de todo, lo intentan. Leda busca hueco como t¨¦cnica de alimentaci¨®n, Slava se replantea su vida tras recibir la llamada del ej¨¦rcito y Misha hace carrera en el mundo de la automoci¨®n y aspira a ser piloto. A trav¨¦s del excelente trabajo en la direcci¨®n de fotograf¨ªa de Artur-Pol Camprub¨ª, el fr¨ªo invierno y la inmensidad del hielo recuerdan a estos chavales que sus sue?os quiz¨¢s solo sean eso, sue?os. Y que el contexto pol¨ªtico y econ¨®mico no les ayuda. Han crecido con Vlad¨ªmir Putin al mando del pa¨ªs, es el ¨²nico yugo que conocen. Cuando comparan con el exterior, todo cae por su peso. Le ocurre a Misha, que lo cuenta en una de las primeras secuencias de la pel¨ªcula. Acude a relatar a alumnos m¨¢s j¨®venes su experiencia en Francia gracias a una beca estudiantil. ¡°?Qu¨¦ te gust¨® de all¨ª?¡±, le pregunta un compa?ero. ¡°La libertad¡±, responde ¨¦l. Seria, una profesora tuerce el gesto y le dice entre dientes que mejor hable solo de trabajo. ¡°La maquinaria es mucho mejor all¨ª¡±, cuenta entonces el chaval. ¡°No hablemos de eso¡±, insiste la docente, que reconduce la situaci¨®n y, con cierta sorna, le revela el futuro. Misha no va a conseguir salir de Rusia.
Estos adolescentes miran al mundo exterior por la ventana de las redes sociales. Lo hac¨ªan antes de conocer a Laura Sister¨® y lo hacen ahora. A ella le trasladan estos d¨ªas su preocupaci¨®n por la invasi¨®n a Ucrania. Rechazan la acci¨®n militar de una Rusia que no es la suya, esa que dispone miles de millones para gastar en una guerra mientras ellos no tienen futuro ni expectativas. ¡°La pel¨ªcula ense?a lo que Putin no quiere que veamos. Esa parte del pa¨ªs que aguanta como puede en un sistema tan caduco y oxidado como los propios coches¡±, explica la cineasta, cuyas c¨¢maras irrumpen en esa realidad.
A partir del propio rodaje ¡ªrealizado durante cuatro viajes a lo largo de un a?o¡ª los j¨®venes comenzaron a plantearse su vida en Tolyatti. En la pantalla dialogan y fantasean con las posibilidades de viajar al extranjero, vivir en otra ciudad con salarios m¨¢s altos y oportunidades. Esa esperanza une a los protagonistas, pero tambi¨¦n lo hace su afici¨®n por esas tartanas que consideran parte de su familia. Esos Lada 2101 cuyos motores miman con delicadeza mientras arreglan el chasis a martillazos. Su tracci¨®n les permite inventar virguer¨ªas sobre el hielo, hacer ruido, re¨ªr, molestar a la polic¨ªa. ¡°Cada vez que se juntan es como una manifestaci¨®n, una protesta simb¨®lica por su situaci¨®n¡±, se?ala Sister¨®. ¡°En Tolyatti encontr¨¦ un pueblo remoto y dif¨ªcil, quer¨ªa ver c¨®mo se enfrentaban los adolescentes a ello. En sitios as¨ª lo f¨¢cil es caer en las drogas, el alcoholismo, pero a ellos les salva su afici¨®n a los coches. Lo que hacen es heroico¡±, sostiene la directora, cuya presencia en el hielo ruso despert¨® las suspicacias de los mayores del lugar, que la ve¨ªan casi como una esp¨ªa.
La catalana suspira al recordar los 21 grados bajo cero en los que lleg¨® a rodar. ¡°El tr¨ªpode se romp¨ªa congelado¡±, afirma abriendo los ojos. Cerr¨¢ndolos, rememora su propia adolescencia en Abrera, municipio a las afueras de Barcelona que igualmente creci¨® alrededor de la industria automovil¨ªstica. All¨ª Seat fabric¨® el mismo coche que la factor¨ªa rusa, solo que en Espa?a se conoci¨® como Seat 124. ¡°Recuerdo que el clima era deprimente. Hab¨ªa falta de oportunidades, poca oferta cultural, nada que hacer. Lo de tunear coches tambi¨¦n salv¨® a muchos j¨®venes¡±, a?ade la directora, cuya felicidad por mostrar su pel¨ªcula ¡ªen la que trabaja desde 2015¡ª contrasta con las oscuras perspectivas de sus personajes. Este documental pone las bases para que ella disponga de un futuro alentador. Justo al contrario, a su pesar, que los protagonistas de Tolyatti Adrift.
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