Las baquetas de Taylor Hawkins
El fallecido baterista de los Foo Fighters segu¨ªa la pauta laboral de su jefe, Dave Grohl
Parece el inicio de un chiste de bater¨ªas, de esos que tanto abundan en la intimidad del rock: ¨¦rase una vez un grupo con dos bateristas (y aqu¨ª se acaba el t¨®pico) que funcionaba perfectamente. Efectivamente, los Foo Fighters romp¨ªan los esquemas: cuando una banda estelar (Nirvana, digamos) se desintegra, la persona que est¨¢ detr¨¢s de tambores y platillos no suele salir indemne de la cat¨¢strofe. Y m¨¢s si sobre los restos planea una viuda, Courtney Love, empe?ada en reducir la epopeya de Nirvana a la creatividad de su marido, el desdichado Kurt Cobain.
Courtney pinch¨® en hueso. Ni el bajista Krist Novoselic ni el baterista Dave Grohl estaban dispuestos a ser borrados de la historia oficial. Aparte de las constantes peleas en el frente legal, Grohl ten¨ªa en marcha su particular proyecto musical, que se materializar¨ªa como Foo Fighters. El propio nombre (Platillos Volantes) quitaba solemnidad al emprendimiento, que part¨ªa libre de los prejuicios sobre el ¨¦xito del desaparecido Cobain.
El repertorio de Foo Fighters ofrec¨ªa el atractivo de combinar un sonido punk con estribillos pop. Aunque su manual de instrucciones ten¨ªa puntos nebulosos: Grohl pasaba al frente de la banda, pero no se privaba de indicar c¨®mo quer¨ªa que sonara la bater¨ªa. De hecho, fue el baterista en el primer disco (Foo Fighters, 1995), plasmado en plan Juan Palomo. Durante la grabaci¨®n del segundo (The Colour and the Shape, 1997) prescindi¨® del baterista de los directos, William Goldsmith, y termin¨® el ¨¢lbum con Taylor Hawkins.
Hawkins se gan¨® el puesto por su entusiasmo y su buen rollo. Amante del surf y la mountain bike, parec¨ªa afable y centrado. Demostr¨® su compromiso al dejar de tocar con Alanis Morissette, que entonces llenaba estadios, y abrirse a otro universo sonoro. No hab¨ªa sufrido la fiebre del grunge: sus referencias instrumentales estaban en Roger Taylor (Queen), John Bonham (Led Zeppelin), Stewart Copeland (The Police). Y lleg¨® a un entendimiento con el capo: este pod¨ªa desfogarse con la bater¨ªa cuando Hawkins se levantaba a cantar alg¨²n tema de los Foo Fighters o de Queen.
Ning¨²n problema con Grohl que, a diferencia del difunto Cobain, no ocultaba su devoci¨®n por el rock cl¨¢sico. De hecho, la arrolladora simpat¨ªa de Grohl y su predisposici¨®n a meterse en todo tipo de fregados le convirtieron en algo as¨ª como el MVP del mundillo del rock. Lo mismo tocaba con Paul McCartney que con David Bowie. Nadie sabe c¨®mo saca el tiempo para presentar programas de televisi¨®n, participar en documentales o publicar un libro (The storyteller, 2021).
Para los otros miembros de la banda, se trataba de ajustar su calendario al febril plan de actividades de Grohl. Taylor Hawkins era polivalente con las baquetas y sab¨ªa colaborar (figura como coautor de ¨¦xitos de Foo Fighters). En los tiempos muertos, imitaba a su jefe; sesiones de grabaci¨®n, sustituciones, grupos paralelos (The Coastal Riders, The Birds of Satan, los todav¨ªa in¨¦ditos NHC), vida social con la ¨¦lite del rock. Y todo tipo de placeres: en 2001, tras una sobredosis de hero¨ªna, estuvo dos semanas en coma en un hospital londinense. Sali¨® prometiendo no reincidir.
Babelia
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