Djamila Ribeiro, fil¨®sofa: ¡°La estrategia del Estado brasile?o fue fingir que no hab¨ªa racismo¡±
El libro ¡®Peque?o Manual Antirracista¡¯ de la intelectual y escritora lleva cien semanas entre los m¨¢s vendidos en su pa¨ªs
A Djamila Ribeiro (Santos, S?o Paulo, de 41 a?os) siempre le hablaron sin tab¨²es en casa. ¡°Desde cr¨ªos, mi padre nos dec¨ªa: ¡®Sois negros¡¯ y ¡®este es un pa¨ªs racista¡±. Fue ¨¦l ¡ªun estibador culto y comunista¡ª quien forj¨® la conciencia pol¨ªtica de esta fil¨®sofa, escritora y activista brasile?a. Su Peque?o Manual Antirracista (Companhia das Letras, sin traducir al espa?ol) cumple cien semanas entre los libros m¨¢s vendidos. Did¨¢ctica y empe?ada en romper burbujas sociales e ideol¨®gicas, la intelectual m¨¢s pop de la ¨®rbita progresista brasile?a recibe a EL PA?S en un coqueto mirador de su casa en S?o Paulo. Su influencia se mide en los 1,2 millones de seguidores en Instagram y en una columna en Folha de S. Paulo, uno de los principales diarios. Lugar de enunciaci¨®n (Ediciones Ambulantes) es la ¨²nica obra en espa?ol de esta autora que coordina la colecci¨®n Feminismos plurales.
Pregunta. Empecemos por el pelo. Cuando usted era peque?a, ?se lo alisaba?
Respuesta. S¨ª, con un peine de hierro que calent¨¢bamos en el fuego. Y, antes de las planchas el¨¦ctricas, con unas que quemaban el cuero cabelludo.
P. Un martirio para generaciones de mujeres negras.
R. Sin duda. Soy de la generaci¨®n de Xuxa, aquella presentadora con tanto ¨¦xito. Todas eran rubias de pelo liso. Cre¨ªamos que hab¨ªa que seguir ese patr¨®n. Crecimos oyendo que nuestro pelo era feo y malo. Lo llamaban as¨ª, pelo malo.
P. Cuenta que a los seis a?os descubri¨® que ser negra era un problema. ?C¨®mo fue?
R. Doloroso porque en casa ¨¦ramos todos negros, padre, madre, hermanos¡ Y llegas al colegio y te llaman ?fea!, te insultan. Fue un shock salir de un ambiente protegido, amoroso, y entender que el mundo era duro. El colegio fue mi primer contacto con el racismo institucional. All¨ª sent¨ª que ser una ni?a negra era un problema para esta sociedad.
P. ?Ese Brasil mestizo, de armon¨ªa entre las razas, es mentira?
R. Es el mito de la democracia racial. La estrategia del Estado brasile?o fue muy sofisticada. Fingi¨® que el racismo no exist¨ªa, que todos somos mestizos, que no se puede saber qui¨¦n es negro. As¨ª no te obligas a crear pol¨ªticas p¨²blicas y de reparaci¨®n. Pero a la hora de discriminar, el director de telenovelas sabe qui¨¦n es negro, el polic¨ªa lo sabe, los empresarios saben¡ Cada 23 minutos matan a un joven negro. Pones la tele y no hay personas negras.
P. Propone enterrar la manida frase de ¡°Yo no soy racista¡± y pasar a la acci¨®n, ser antirracista. ?Por d¨®nde empezar?
R. Por leer historia, porque en la escuela no se estudian esos mecanismos que hicieron creer a muchos en Brasil que el racismo era cosa de Estados Unidos o Sud¨¢frica. Necesitamos entender que fuimos el ¨²ltimo pa¨ªs de las Am¨¦ricas que aboli¨® la esclavitud y que no hubo ning¨²n sistema de inclusi¨®n de la poblaci¨®n negra tras cuatro siglos de trabajo gratis construyendo las fortunas de otros.
P. Explique a nuestros lectores (la mayor¨ªa blancos) qu¨¦ es el privilegio blanco, del que probablemente no son conscientes.
R. Es el mero hecho de no tener que considerarse blancos. Las personas blancas se consideran personas, en cambio se explicita que nosotros somos negros. ?Qu¨¦ significa ser blanco? Que voy a la calle y la polic¨ªa no me para, que voy al supermercado y el guarda no me sigue. Usted ni se para a pensar en eso, se mueve por los espacios de privilegio, donde todos son como usted, todos son blancos y, si hay personas negras, est¨¢n para servirle. Es importante incomodarse, entender que hay un problema.
P. Las mujeres son s¨®lo el 15% en la pol¨ªtica brasile?a. ?Por qu¨¦ se habla tan poco de ese d¨¦ficit?
R. Brasil est¨¢ en el ¨²ltimo puesto de toda Am¨¦rica Latina. Existen cuotas para candidatas, pero los partidos no las apoyan, incluso los partidos progresistas no las valoran. Hay muchas mujeres organizadas dando la batalla interna, pero est¨¢n invisibilizadas.
P. ?Usted es resultado de pol¨ªticas p¨²blicas o de la meritocracia?
R. ?De la pol¨ªtica p¨²blica! No creo en la meritocracia. Solo podr¨ªamos hablar de ella si parti¨¦ramos del mismo punto. Soy fruto de la pol¨ªtica de expansi¨®n de las universidades p¨²blicas del Gobierno Lula.
P. Tiene 1,2 millones de seguidores en Instagram y es columnista de Folha de S. Paulo. ?Influye m¨¢s en las ¨¦lites o en la empleada dom¨¦stica, el portero y el mensajero?
R. Nunca quise encerrarme en burbujas porque a veces la militancia queda enclaustrada en mundos muy cerrados. Por eso mis libros tienen ese lenguaje accesible. Si escribes de asuntos que afectan a la gente, tienes que escribir de manera que te entiendan. Vengo de la tradici¨®n de las feministas negras brasile?as que escriben de manera did¨¢ctica.
P. La raza aqu¨ª es muy fluida. ?C¨®mo explica a un extranjero ese fen¨®meno tan llamativo de pol¨ªticos que se declaran de una raza distinta entre una elecci¨®n y otra, unos se blanquean, otros se ennegrecen?
R. Tras la implantaci¨®n de las cuotas de acci¨®n positiva, algunas personas blancas empezaron a decir que eran negras para intentar aprovecharse de esas pol¨ªticas p¨²blicas cuyo objetivo era precisamente reducir el abismo social entre unos y otros. ?Quien miente as¨ª debe ser procesado! Otro asunto son las personas negras de piel clara que tardaron en considerarse negras. En un pa¨ªs moldeado por el ideal blanco, donde ser negro era malo, nadie quer¨ªa ser negro. Y eso lleva a muchos brasile?os asumirse como negros cuando son adultos, cuando adquieren conciencia.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S Am¨¦rica y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la regi¨®n
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.