Jo?o Candido, el marinero (y bordador) que lider¨® la revuelta contra el l¨¢tigo en Brasil
El militar negro alzado contra el maltrato en la Marina suma reconocimiento con una propuesta para entrar en el pante¨®n de los h¨¦roes y protagonismo en la Bienal de S?o Paulo
Fue un pulso extraordinario que tuvo a R¨ªo de Janeiro en vilo durante d¨ªas en 1910. Cuatro buques militares brasile?os fondeados en la bah¨ªa de Guanabara apuntaban sus ca?ones contra la ciudad, entonces la capital, despu¨¦s de que la mariner¨ªa se amotinara clamando ¡°?Viva la libertad, abajo el l¨¢tigo!¡±. El l¨ªder de la revuelta, Jo?o Candido Felisberto, telegrafi¨® un ultim¨¢tum al presidente da Fonseca. La tropa quer¨ªa que los oficiales dejaran de tratarla como si los buques de la Marina fueran plantaciones, como si la esclavitud siguiera vigente en aquellos nav¨ªos donde el mando era siempre blanco y los marineros, casi todos negros. Fue uno de los mayores motines navales, equiparable al del Potemkin poco antes, en la Rusia zarista.
Aunque hac¨ªa 22 a?os que Brasil se hab¨ªa convertido en el ¨²ltimo pa¨ªs de las Am¨¦ricas en abolir la esclavitud, era legal y cotidiano que un marinero indisciplinado fue azotado en cubierta. Poco antes de morir casi nonagenario, el propio Jo?o Candido dej¨® su testimonio en una grabaci¨®n sonora: ¡°Quer¨ªamos combatir los malos tratos, la mala alimentaci¨®n y acabar definitivamente con los latigazos¡±, explicaba en 1969 en una entrevista para el Museu da Imagem e do Som.
La Revuelta del L¨¢tigo empez¨® hace, este lunes 22 de noviembre, 111 a?os. S¨ªmbolo de la lucha antirracista, el episodio se menciona en las escuelas, pero la insurrecci¨®n y el marinero que la lider¨® vuelven ahora a la actualidad porque el Senado quiere que Jo?o Candido sea inscrito en el Libro de los H¨¦roes y Hero¨ªnas del Pueblo Brasile?o, para disgusto de la Armada, la m¨¢s conservadora de las tres armas militares. Pero tambi¨¦n porque dos de los bordados cosidos por el Almirante Negro, como lo bautiz¨® de la ¨¦poca, que lo encumbr¨® a celebridad, est¨¢n expuestos en la Bienal de S?o Paulo, dedicada en esta edici¨®n a la resistencia en tiempos de oscuridad.
Encarcelado tras la revuelta, bordaba durante horas. Las delicadas puntadas con las que escribi¨® amor o dibuj¨® un coraz¨®n sangrante sobre las telas expuestas en la Bienal chocan con la brutalidad del mundo contra el que se levant¨®. Pero, como recalca Silvana Jeha, una historiadora especializada en la Marina, la costura siempre ha acompa?ado a la navegaci¨®n porque no hab¨ªa mujeres a bordo, pero s¨ª ropa y velas que remendar durante la singladura. Y en la Marina, adem¨¢s, hab¨ªa mucha insignia que bordar y el uniforme debe estar impoluto.
El Gobierno brasile?o capitul¨® y el latigazo fue proscrito.
Quince a?os estuvo Jo?o Candido alistado en la Marina. Como pagaba mal y trataba peor, nadie quer¨ªa enrolarse, pero lo cierto es que brindaba algo parecido a un futuro a los antiguos esclavos y a sus hijos, a los que Brasil liber¨® del trabajo forzado sin ninguna red. Quedaron desamparados sin educaci¨®n ni tierras.
La Marina y sus padres ¡ªno necesariamente en ese orden¡ª fueron claves para que Jo?o Candido fuera consciente de la injusticia. La carrera militar llev¨® a este hijo de esclavos a navegar por Amazonia y hasta buena parte de los puertos europeos. Conocer mundo le abri¨® los ojos: ¡°Nosotros, que ven¨ªamos de Europa, en contacto con otras Marinas, no pod¨ªamos admitir que un hombre tuviese que quitarse la camisa para ser azotado por otro hombre¡±, cont¨® al historiador que lo entrevist¨® para el museo.
En el relato desordenado de un anciano, a?adi¨® con orgullo que lograron reclutar incluso a la ¨¦lite entre la tropa: ¡°Ten¨ªamos a nuestro lado a los marineros que aprendieron ingl¨¦s y todos los secretos de los nuevos nav¨ªos¡±, dec¨ªa, sobre aquellos buques de tecnolog¨ªa punta.
El S?o Paulo y el Minas Gerais eran un orgullo nacional. Para humillaci¨®n de las autoridades, los 3.000 alzados tomaron los dos buques de guerra comprados en Reino Unido y otros dos barcos. Los cientos de marineros enviados a Newcastle mientras eran construidos conocieron all¨ª las reivindicaciones obreras. De regreso y metidos en faena, amenazaron con bombardear la capital si las autoridades no aceptaban sus demandas, que tambi¨¦n inclu¨ªan la mejora de la magra paga. Mataron a varios oficiales y, en el tira y afloja, dispararon contra la ciudad. Dos cr¨ªos fueron alcanzados por los ca?onazos.
La Marina de Brasil siempre se ha resistido a considerarlo un h¨¦roe, explica Jeha. Ahora que el Senado quiere reconocerlo como h¨¦roe de la patria, el alto mando naval ha reiterado que la Revuelta del L¨¢tigo no puede ser considerada un acto de valent¨ªa o humanitario. Admite que hubo errores en todas las partes implicadas, pero argumenta que eso no justifica ¡°la exaltaci¨®n de las acciones de los revoltosos¡±.
En un relato con idas y vueltas como todo buen enredo brasile?o, los sublevados contra los latigazos en la Armada fueron amnistiados, para despu¨¦s ser expulsados sin miramiento, honra ni paga. Y, con el tiempo, Jo?o Candido y otra veintena fueron encarcelados en la isla de las Cobras, en la misma bah¨ªa de Guanabara donde se sublevaron. Fue uno de los pocos que sobrevivi¨® a los efluvios de la cal de las paredes de la celda.
Carism¨¢tico y respetado por sus pares, el l¨ªder marinero era un ser excepcional, seg¨²n la especialista Jeha. Lider¨® una insubordinaci¨®n militar por un asunto laboral en una ¨¦poca sin huelgas y con unas jerarqu¨ªas muy arraigadas, mantenidas con violencia. Y consigui¨® hacer ver a las autoridades que los castigos corporales no ten¨ªan sentido en una nueva rep¨²blica. ¡°Jo?o Candido es un s¨ªmbolo del movimiento por los derechos laborales y una memoria de la posabolici¨®n, que persiste, porque los descendientes de los esclavos a¨²n pagan por la esclavitud¡±, recalca la historiadora.
Hace 111 a?os, cuando Jo?o desembarc¨® victorioso del pulso al poder se convirti¨® en una celebridad. La prensa carioca lo persegu¨ªa para entrevistarlo. Tras salir de la c¨¢rcel, cay¨® en el ostracismo. Expulsado de la Marina, malvivi¨® vendiendo pescado y gracias a la solidaridad de otros marineros. Su primer reconocimiento lleg¨® en forma de samba. El poder se tom¨® su tiempo, hasta que Lula da Silva y el Partido de los Trabajadores llegaron al Gobierno, destaca la historiadora.
Desde entonces, Jo?o Candido tiene una estatua en la plaza XV de R¨ªo de Janeiro, un muelle que fue mercado de esclavos y que tambi¨¦n acoge el palacio donde la princesa Isabel firm¨®, en 1888, la ley que abol¨ªa la esclavitud. Si la propuesta actual es aprobada tambi¨¦n por la C¨¢mara de Diputados, Jo?o Candido entrar¨¢ en el pante¨®n de h¨¦roes. Se sumar¨ªa a personalidades como el escritor Machado de Assis o Anita Garibaldi, la revolucionaria que luch¨® con su marido, Giuseppe, a favor de la rep¨²blica en Brasil y de la unificaci¨®n en Italia.
Jo?o Candido ser¨ªa, como tantos, un h¨¦roe imperfecto. En aquella entrevista de 1969 el antiguo soldado defiende con entusiasmo la dictadura entonces vigente en Brasil.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S Am¨¦rica y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la regi¨®n.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.