Muere el cr¨ªtico literario Javier Go?i, altavoz de la periferia
El periodista desarroll¨® su labor en ¡®Babelia¡¯, suplemento de EL PA?S, durante 30 a?os
El periodista y cr¨ªtico literario Javier Go?i ha muerto este mi¨¦rcoles en Madrid a los 69 a?os, seg¨²n ha informado su familia. El c¨¢ncer que le diagnosticaron hace una d¨¦cada ha terminado con la vida de un hombre bienhumorado que se refer¨ªa a su enfermedad como ¡°el territorio comanche¡± del que, dec¨ªa, uno nunca termina de escapar. ?l se pas¨® estos ¨²ltimos diez a?os entrando y saliendo de una dolencia que min¨® sus fuerzas pero no su iron¨ªa. Cuando hace unos meses le recetaron un tratamiento de fotoaf¨¦resis, que ¡°purifica¡± la sangre pero afecta a la vista, se resign¨® a leer ¡°solo libros cortos y con letra grande¡±. Al contarlo a?ad¨ªa: ¡°Ser¨¢ la edad¡±. Siempre pareci¨® m¨¢s joven de lo que era.
Curtido en las ruidosas redacciones de finales del siglo XX y gran aficionado al cine, fue sobre todo un lector. Naci¨® en Zaragoza en 1952, entr¨® como becario en El Norte de Castilla de Valladolid para luego trabajar en el m¨ªtico Informaciones y como asesor en el programa de Televisi¨®n Espa?ola Tiempo de papel. Peri¨®dicos como Diario 16 y El Mundo y revistas como Turia o Mercurio tambi¨¦n contaron con su firma. Desembarc¨® en Babelia en 1992, muy poco despu¨¦s de la fundaci¨®n del suplemento cultural de EL PA?S. En estas p¨¢ginas ejerci¨® como cr¨ªtico de narrativa espa?ola hasta que el c¨¢ncer le oblig¨® a abandonar una actividad que simultane¨® con su labor en el departamento de prensa de la Fundaci¨®n Juan March, en la que trabajaba desde 1985.
Fue hasta el final curioso y generoso. No hab¨ªa autor o g¨¦nero que le pareciera menor¡±
Su nacimiento y formaci¨®n fuera del cogollo cultural madrile?o le llevaron a estar siempre atento a lo que se mov¨ªa en provincias. M¨¢s de un escritor de la periferia se sorprendi¨® al abrir EL PA?S un s¨¢bado y encontrarse con la rese?a del libro que, sin otra referencia que su rigor, le hab¨ªa enviado a Javier Go?i como el que lanza una botella al mar. As¨ª fue hasta el final: curioso y generoso. No hab¨ªa autor o g¨¦nero que le pareciera menor. De ah¨ª su temprana atenci¨®n al cuento en tiempos en que algunos confund¨ªan el recorrido comercial de una obra con su importancia art¨ªstica.
Aunque termin¨® siendo un periodista de biblioteca y despacho, le brillaban los ojos al recordar las noches en que, despu¨¦s de cenar, volv¨ªa a la sede de El Norte para participar en el cierre hasta la madrugada. Si le quedaba alguna hora muerta la entreten¨ªa leyendo a Julio Verne en las ediciones de bolsillo de Alianza. ¡°En las traducciones de Miguel Salabert¡±, a?ad¨ªa puntilloso. Por los pasillos de ese rotativo se cruz¨® m¨¢s de una vez con Delibes, al que en 1985 consagr¨® el libro de entrevistas Cinco horas con Miguel Delibes (reeditado en 2020 por la editorial F¨®rcola con una cubierta del pintor Dami¨¢n Flores con motivo del centenario del autor de El camino). Un a?o antes hab¨ªa publicado A contrapelo, dedicado a otro de sus autores de referencia junto a Gald¨®s y Max Aub: P¨ªo Baroja.
En un tercer t¨ªtulo, Milhojas de sentido (La Isla de Siltol¨¢, 2014), reuni¨® algunas de sus lecturas y cr¨®nicas. Lleg¨® a ser vicepresidente de la Asociaci¨®n de Cr¨ªticos y pilar fundamental del prestigioso premio que dicha corporaci¨®n concede cada a?o. Su mayor orgullo, no obstante, fueron sus hijos Paloma y Mateo. Y ya a mucha distancia, como quer¨ªa el cl¨¢sico, todos los libros que hab¨ªa le¨ªdo y los muchos que desde la prensa dio a conocer.
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