De c¨®mo las palabras conjuran la oscuridad: la celebraci¨®n de la literatura latinoamericana en Puerto Rico
El I Congreso Internacional de Escritores de la isla confirma la buena salud de la ficci¨®n en Am¨¦rica tras la pandemia
Un apag¨®n sensacional, de esos que a menudo acontecen en Puerto Rico, a punto estuvo de frustrar la charla de la escritora cubana Mayra Montero en el I Congreso Internacional de Escritores, que se celebr¨® esta semana en el municipio aut¨®nomo de Caguas, el coraz¨®n de la isla. Pero de repente brotaron luces de los m¨®viles, como en un concierto multitudinario, y la delgada y traviesa voz de la escritora son¨® m¨¢s fuerte en esa oscura comuni¨®n improvisada: la conferencia sigui¨® adelante como si nada.
Al concluir la suya, la escritora de literatura infanto-juvenil Chiki Fabregat lament¨® a modo de disculpa su desconocimiento de la creaci¨®n local (si ya es desconocida la literatura para ni?os y adolescentes, qu¨¦ decir de la caribe?a, incluso en el contexto de la latinoamericana). Dicho y hecho: a la salida del auditorio recibi¨® una veintena de t¨ªtulos; algunos de manos de sus autores, otros, como regalo del p¨²blico asistente para que remediara esa laguna. Imposible estar a la altura de los puertorrique?os: siempre dan m¨¢s de lo esperado.
Cuesta describir el entusiasmo con que la audiencia ha seguido un congreso que reuni¨® durante tres d¨ªas a una veintena de autores procedentes de Per¨², M¨¦xico, Puerto Rico, Cuba, Colombia, Rep¨²blica Dominicana y Espa?a. Entusiasmo ser¨ªa decir poco: en torno a la palabra se confabularon la pasi¨®n y hasta el fervor, en un pa¨ªs, administrativamente hablando Estado libre asociado de EE UU, que tiene el ingl¨¦s como lengua cooficial, pero que vive y siente en castellano.
Tambi¨¦n resulta dif¨ªcil resumir el caudal de historias, sue?os y palabras que manaron estos d¨ªas en Caguas. Al margen de un par de hilos conductores (el j¨²bilo del encuentro tras dos a?os de pandemia, la celebraci¨®n de la lectura), estas son algunas de las (much¨ªsimas) ideas que escritores, lectores y libreros desgranaron a mayor gloria de la literatura, la mejor compa?era de viaje imaginable. Organizado en ¨¢reas tem¨¢ticas (literatura infanto-juvenil, historia y memoria, impacto de la covid en la creaci¨®n literaria, el hecho de escribir o la cocina de un escritor, entre otras), el congreso, al que este diario acudi¨® invitado, demostr¨® que la literatura, que nunca se hab¨ªa ido, est¨¢ oficialmente de vuelta.
Por qu¨¦ escribir
¡°Si hay algo que irrita profundamente a la gente es que uno se encierre a escribir¡± (Javier Sagarna, novelista y director de la Escuela de Escritores). Una actividad que requiere soledad, modestia, tes¨®n y cuyo ¨¦xito, adem¨¢s, nunca est¨¢ garantizado. Tal vez porque ¡°escribimos para evidenciar la vida, para dejar constancia de que estamos vivos. El relato es vida y necesita de la recepci¨®n del lector¡± (el dominicano Pedro Antonio Valdez, que fue presentado como el maestro del cuento caribe?o). O porque ¡°todo lo que est¨¢ escrito en una novela existe; es real¡± (la novelista cubana Karla Su¨¢rez). Pero, al final, ¡°uno puede pasarse dos a?os reflexionando acerca de por qu¨¦ escribe, y no tiene una respuesta f¨¢cil¡± (Eduardo Lalo, escritor de Puerto Rico). Las razones para escribir, coincidieron muchos autores, son las mismas que para leer, pero con una diferencia sustancial: ¡°Dejar de leer es la muerte instant¨¢nea¡± (Rosa Montero, que present¨® en Caguas su ¨²ltima novela, El peligro de estar cuerda).
La inspiraci¨®n
Partiendo de la base de que la escritura ¡°no es un oficio, es una pr¨¢ctica, algo que se hace de continuo, como quien practica ejercicio o meditaci¨®n¡± (Lalo), ?qu¨¦ o qui¨¦nes convocan al escritor a la creaci¨®n? Tal vez la complicidad de los personajes, que van creciendo hasta adquirir vida propia: ¡°Peleo con ellos, me enfado y me enamoro de ellos; me siento atra¨ªda por ellos a veces hasta el delirio, como por ejemplo Enrico Caruso¡±, personaje real, recreado y revivido por Mayra Montero en la novela Como un mensajero tuyo. ¡°Cuando estamos escribiendo una novela no tenemos mejores c¨®mplices que los personajes¡±. La cofrad¨ªa de autores asume sus atragantamientos -el m¨¢s habitual es el Ulises de Joyce- y defiende hasta el ardor sus v¨ªvidas criaturas, ¡°los personajes son personas que has conocido durante la escritura, y la madurez [creadora] es dejar que ellos te cuenten la historia¡± (Montero).
El cine y otras influencias
¡°El cine es un gran c¨®mplice de los escritores. El mensajero, de Joseph Losey, es la semilla de todas mis novelas desde que la vi, siempre he escrito esa misma novela¡± (Mayra Montero). ¡°A m¨ª me nutre la m¨²sica, tan importante en la vida como leer. Por eso no puedo escribir escuch¨¢ndola¡± (Rosa Montero). El mexicano Guillermo Arriaga, premio Alfaguara 2020 por su novela Salvar el fuego y art¨ªfice de los filmes Amores perros, 21 gramos o Babel, entre otros, ha apostatado del celuloide para entregarse a la literatura y contar: ¡°Los que contamos historias, y esto creo que lo compartir¨¢ conmigo cualquier escritor que haya aqu¨ª, si no lo hacemos se nos quedan en la garganta, se oxidan¡±. La obra de uno de los escritores m¨¢s citados como inspiraci¨®n, William Faulkner, es indisoluble del cine, esos vasos comunicantes que tan bien conoce Arriaga. Si ¡°se aprende mucho de los malos libros, lo que no debes hacer¡± (Rosa Montero), la lecci¨®n de la escritura cinematogr¨¢fica va m¨¢s all¨¢: ¡°Un buen guion salva una pel¨ªcula, nunca al contrario¡± (Arriaga). De las adaptaciones literarias al cine, s¨®lo Cidade de Deus, del brasile?o Fernando Meirelles, aprueba con nota, seg¨²n el mexicano.
Raza y representaci¨®n
¡°Se ha invisibilizado la literatura del Caribe¡±. La afrodescendiente Mayra Santos-Febres, en su doble vertiente de acad¨¦mica y literata, subray¨® la necesidad de escribir desde la raza, ¡°de abrir espacios para gente como yo, o descubrirla. Necesitamos m¨¢s textos que hablen de la raza¡±, dijo la autora puertorrique?a, v¨ªctima, subray¨®, de un ¡°racismo sist¨¦mico¡± que ni siquiera le permite marcar la ¨²nica casilla con la que se identificar¨ªa (afrodescendiente) en los formularios estadounidenses, pese a que ¡°en EE UU uno vive sobredeterminado por el color de la piel, como demostr¨® el asesinato de George Floyd¡± a manos de un polic¨ªa en Minneapolis en 2020. ¡°La literatura no tiene g¨¦nero ni color, pero los que escribimos s¨ª¡±, dijo la escritora boricua. Am¨¦n.
¡®Superstars¡¯
Dos autores, Rosa Montero y Guillermo Arriaga, acapararon los flases del congreso. Pero no la atenci¨®n, equitativamente repartida entre todos los autores, y que la talentosa discreci¨®n y el fino sentido del humor del peruano Iv¨¢n Thays logr¨® aquilatar. Thays contrapuso su vida de oficina, ¡°con saco, de 9 a 5¡å, igual que ilustres de la literatura como Pessoa o Kavafis, a la anarqu¨ªa creativa de otros colegas (aunque algunos confesaron que para armar un libro necesitan esquemas y organigramas), y describi¨® con precisi¨®n la enfermedad que aqueja a todos los escritores y lectores del mundo, la literatosis, dolencia cr¨®nica y sin remedio. ¡°La enfermedad y la literatura sirven para descubrir nuestros fantasmas¡±, dijo la colombiana Pilar Quintana, premio Alfaguara de novela 2021 por Los abismos, una historia sobre la p¨¦rdida de la inocencia, hecha jirones por la opresi¨®n y la violencia. El lado oscuro de Colombia, en un juego de azogues que va de la violencia de g¨¦nero a la de la guerra, y viceversa.
La ficci¨®n como reflejo (o no) de la Historia
Una novela hist¨®rica no debe ser fehaciente hasta el extremo; basta con que sea veros¨ªmil. As¨ª que, para no googlear los pormenores de un hecho, la literatura alivia la tarea d¨¢ndole alas de la ficci¨®n. ¡°Con la ficci¨®n entramos en otros territorios. No necesitamos verificar datos hist¨®ricos¡± (Karla Su¨¢rez, autora de El hijo del h¨¦roe, novela sobre la participaci¨®n de los cubanos en la guerra de Angola). ?Me tom¨® muchos a?os hablar de la guerra de Angola. Escribir sobre ciertos acontecimientos hist¨®ricos que vivimos y nos dejaron huellas, puede hacernos da?o. Porque cuando escribimos es como si vivi¨¦ramos y hay experiencias que no queremos volver a vivir. Al menos no de inmediato¡±.
El libro en papel est¨¢ bien vivo
?Qui¨¦n dijo muerto? El libro en papel, igual que la novela, goza de muy buena salud, pese a los agoreros que pronosticaron el fin de ambos (tambi¨¦n el de la historia, y ah¨ª sigue). Jos¨¦ Gonz¨¢lez, editor y librero y hermano del pionero Norberto Gonz¨¢lez, una instituci¨®n en la isla y a quien estuvo dedicado el congreso, neg¨® la mayor. ¡°Se lee m¨¢s en espa?ol que en ingl¨¦s. Y se lee m¨¢s, en general: primero el hurac¨¢n Mar¨ªa [2017] y luego la pandemia estimularon la lectura y por tanto el mercado del libro. Pero esta feria del libro [paralela al congreso] ha batido r¨¦cords: hemos vendido como un 25% m¨¢s¡±. Los libros llegan a la isla -ocho millones de habitantes, cinco de ellos en la di¨¢spora- bajo bandera de cabotaje: obligatoriamente, desde EE UU, como cualquier otro producto, ¡°pero impresos y comprados en Espa?a, Chile, Argentina, Colombia¡¡±. La pandemia ha triplicado los costes, no hay apenas papel y est¨¢ muy caro, pero Puerto Rico es un ejemplo para incentivar la lectura: ¡°Los libros en papel no pagan impuestos. S¨ª lo hacen los libros electr¨®nicos. Hay adem¨¢s una tarifa especial para el env¨ªo de ejemplares¡±.
Corolario: tras el apag¨®n contra el que nada pudo hacer el potente generador del Centro de Bellas Artes de Caguas, donde se celebraron el congreso y la feria del libro, cientos de estudiantes que no hab¨ªan podido llegar a la charla sobre literatura infantil y juvenil, desfilaron en silencio por las gradas para escuchar las ¨²ltimas reflexiones sobre ¡°un g¨¦nero que no es g¨¦nero, como el policiaco o la ciencia ficci¨®n, porque los contiene todos¡± (Chiqui Fabregat). Gracias al empe?o de los organizadores y a su lucha contra los elementos, los j¨®venes llegaron a tiempo de aplaudir la conferencia de la premiada autora espa?ola. Ya lo hab¨ªa advertido la v¨ªspera la boricua Santos-Febres: ¡°[Los puertorrique?os] Tenemos pelea dura¡±. En el escenario, la bandera de EE UU, colocada junto a la de Puerto Rico y las de los otros seis pa¨ªses de los participantes, asist¨ªa como convidada de piedra, sin mover un solo pliegue, a la m¨¢gica celebraci¨®n de la palabra. En castellano.
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