Guillermo Arriaga: ¡°Gonz¨¢lez I?¨¢rritu me rob¨® mi mundo. No nos hablamos ni nos reconciliaremos¡±
Ha pasado a la historia del cine con los guiones de tres pel¨ªculas: ¡®Amores perros¡¯, ¡®21 gramos¡¯ y ¡®Babel¡¯. Ha conquistado la gloria literaria y se llev¨® el Premio Alfaguara en 2020 con su novela ¡®Salvar el fuego¡¯. Este mexicano indomable, curtido con violencia en las calles de la capital de su pa¨ªs y admirador de Delibes, Hemingway, Faulkner, Azcona y Bu?uel, no se da tregua a la hora de hurgar en conflictos oscuros. A pesar de todo, se declara feliz
Ya desde la infancia, en su casa, a los hermanos se les conoc¨ªa como Carlos el Valiente, Jorge el Fuerte y Guillermo, el Salvaje. Con los a?os dio t¨ªtulo a una novela con su mote, pero de indagar en los instintos, la supervivencia y el azar hab¨ªa ya dado prueba cuando revolucion¨® el cine mundial junto a Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu en Amores perros. Fue la primera de las tres pel¨ªculas que hicieron juntos y a la que siguieron 21 gramos y Babel. Rafael Azcona tuvo raz¨®n cuando al leer el guion de Amores perros le dijo: ¡°Sabes que esto te va a cambiar la vida, ?verdad?¡±. Y se la cambi¨®. En cierto sentido, s¨ª. Al chaval que hab¨ªa perdido el olfato pele¨¢ndose en su barrio le lleg¨® la gloria. Pero no renunci¨® a ese lado silvestre que le lleva por todas partes a cazar con arco. Guillermo Arriaga asegura que no escribir¨ªa sus novelas o pondr¨ªa en marcha sus pel¨ªculas de la forma en que las hace si no fuera cazador. ¡°Es donde mejor aprendo las contradicciones que nos rodean¡±, nos dice en Madrid, poco antes de que le dieran el Premio Alfaguara que no pudo recoger hasta el mes pasado y que gan¨® en 2020, justo antes de todo lo que ya saben.
Cu¨¦nteme c¨®mo perdi¨® el olfato en una pelea cuando era ni?o.
Lo he perdido, s¨ª. Pero tiene que ver con varias cosas. Primero porque respiraba por la boca y ya de ni?o ten¨ªa los cornetes muy grandes ya que iba a acabar midiendo 1,88. Pero tambi¨¦n no me met¨ª solo en una pelea, hubo decenas. Cuando me operaron a los 13 a?os de la nariz, el m¨¦dico me dijo que la ten¨ªa como la de un boxeador. Luego ¨¦l me oper¨® mal y acab¨® definitivamente con el olfato. Pero conservo algo curioso.
?Qu¨¦?
Que a distancia puedo oler a los marranos cuando voy a cazar. Los huelo. O los saboreo. No soy consciente todav¨ªa de la diferencia. Cuando pierdes un sentido se compensa con otro, as¨ª que el gusto lo he desarrollado bastante.
O sea, usted no huele nada.
Muy poco. Si me echo loci¨®n, mi esposa me dice: ?Apestas a colonia! Ni lo huelo. O una vez mi hermana me encarg¨® que cuidara los frijoles y se quemaron. Pero a veces si percibo, muy vagamente.
?Y esas peleas?
Mira, para empezar no ten¨ªamos muchas cosas que hacer. El barrio era bravo y yo ten¨ªa d¨¦ficit de atenci¨®n¡ Los que tenemos d¨¦ficit de atenci¨®n no controlamos bien nuestros impulsos y¡
?Hubo alguna pelea que le dejara m¨¢s marcado que otra?
Eran episodios de violencia que no ten¨ªan ning¨²n sentido. Pues de repente llegaban unos tipos y te quemaban con cigarros, ?por qu¨¦? No s¨¦. Porque s¨ª. Est¨¢s jugando a beisbol a los 10 a?os y un tipo que deb¨ªa andar por los 25 me da una bofetada, me quita el palo y me agarra a palazos. Reci¨¦n me enter¨¦ que fue porque dije una mala palabra y ¨¦l andaba con su hermana presente. Yo no sab¨ªa eso. Eran episodios de violencia gratuitos.
En un barrio fronterizo, pero no marginal.
No, un barrio donde casualmente viv¨ªan muchos intelectuales mexicanos de alto nivel. Un barrio que en su parte m¨¢s brava acog¨ªa al sindicato de maestros, gente con educaci¨®n pero con muy pocos ingresos. Nos fuimos cuando yo ten¨ªa 19 a?os pero segu¨ª yendo hasta los 27.
Porque all¨ª andaban sus amigos¡ Y sus enemigos, tambi¨¦n.
Enemigos, pocos, realmente. Te peleabas y luego ya terminas por entenderte.
?Hab¨ªa que pegarse para forjar amistades?
No necesariamente, pero a veces, t¨² sabes, te pegabas con desconocidos.
?Por qu¨¦ se cambiaron?
Porque mis padres prosperaron econ¨®micamente.
?C¨®mo?
Primero no le fue bien con un negocio de telas pero con esas mismas m¨¢quinas de tejer se fue donde unos campesinos y quiso vend¨¦rselas. No por dinero sino a cambio de que le hicieran chambritas, ropa para beb¨¦ y exportarlas. Tuvo tanto ¨¦xito que lleg¨® a acoger galerones con 2.000 personas haciendo chambritas. Les ense?¨® a hacer cooperativas. Ten¨ªa algo de socialdem¨®crata mi padre. Mi madre se encargaba de la oficina y mi padre vend¨ªa. As¨ª nos pagaron los colegios.
?Buenos colegios?
Colegios laicos en los que se hablara ingl¨¦s. En mi casa yo nunca escuch¨¦ la palabra pecado. Ellos quer¨ªan que nos licenci¨¢ramos y nos doctor¨¢ramos, yo no me doctor¨¦, pero mis hermanos s¨ª.
?Cu¨¢ndo decide que lo suyo es contar historias?
Desde chico, siempre. Hay gente que cuenta a trav¨¦s de ideas, a trav¨¦s de conceptos abstractos, yo cuento a trav¨¦s de historias. Desde siempre quise ser parte de lo que soy: escritor, director, actor y deportista profesional.
Y salvaje¡
Siempre, entre mis hermanos, Carlos quer¨ªa ser el valiente, Jorge el fuerte y Guillermo, el salvaje. ?Qu¨¦ significaba eso? Pues no domesticarte.
?Para eso necesitaba entender el componente animal que hay en cada uno de nosotros?
Cuanto m¨¢s viejo te pones m¨¢s te das cuenta de eso. Mientras m¨¢s caso le haces, m¨¢s descubres que pulula en nosotros un esp¨ªritu animal.
?De qu¨¦ forma? ?C¨®mo nos beneficiamos de eso o en qu¨¦ nos limita?
El otro d¨ªa estaba con una muchacha que se defin¨ªa como anti cacer¨ªa y le plantee: en un mundo pospandemia, si nos planteamos el fin del mundo ?con qui¨¦n te vas a sentir m¨¢s a salvo? ?Con alguien que caza o con tu novio? ¡°Con alguien que caza¡±, me dijo. ?Claro! Con quien entiende la naturaleza, el que va a procurarte un alimento, con quien sabe de todo tipo de artima?as para moverse por ah¨ª¡
O para vivir en la ciudad de M¨¦xico.
La ciudad de M¨¦xico es calle. Todo depende. A mi hijo no lo han atracado nunca all¨¢ y sin embargo en Par¨ªs lo han asaltado seis veces. Calle y monte son lo que te salvan en este mundo. Y cultura.
En el monte, ?qu¨¦ aprendi¨®?
Desde que soy muy chiquito quise ser cazador. Recuerdo un rompecabezas de un tipo frente a un oso pardo y que lo ¨²nico que lleva en la mano es un cuchillo. Amaba los programas de animales, con mi padre ¨ªbamos de picnic y monta?ismo. Con ellos, los s¨¢bados los dedic¨¢bamos a actividades culturales y los domingos a ir al campo. De ah¨ª viene mi amor al monte.
Esa imagen del cazador ante un oso¡ A ver si la idea con la que Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu hizo El renacido, tambi¨¦n es suya.
La idea, s¨ª. Obviamente. No he visto la pel¨ªcula pero yo le he contado esa idea y mi obsesi¨®n por la misma, as¨ª que me rob¨® mi mundo.
Bueno es que b¨¢sicamente parte de eso.
Creo que s¨ª, porque ¨¦l no es un tipo de cacer¨ªas ni de monte. Nada de eso.
Vayamos a los inicios de ambos, con Amores perros. ?De d¨®nde surge?
Yo ten¨ªa un perro muy bravo y muy salvaje, con los ojos amarillos que se llamaba Coffee. En mi barrio hab¨ªa peleas de perros: pastor alem¨¢n contra doberman, que son muy encarnizadas. Me vinieron a decir mis vecinos que lo quer¨ªan pelear. Ninguno de nosotros lo hicimos. Yo no las vi. Ni quer¨ªa. ?l me defend¨ªa de perros que me odiaban. Yo le curaba. Con un perro as¨ª te cuestionas si tu mascota no te puede atacar. Te dec¨ªas: de una de esas, me arranca la mano. Nunca me hizo nada. Aprend¨ª mucho de ¨¦l.
?Qu¨¦?
Pues que estamos acostumbrados a creer que las mascotas son inofensivas, que se les arrebatado el lado salvaje. Y no. Este perro era la prueba de que en cualquier momento pod¨ªa convertirse en una fiera.
?Algo que se puede trasladar a los seres humanos?
S¨ª, claro. Pues esta gente de mi barrio que me pegaba. ?De d¨®nde ven¨ªan?
?No ser¨¢ que pod¨ªa parecer usted as¨ª de chaval, un poco chulo?
Naaaa¡ No s¨¦¡
Aunque tiene cara de buena gente. ?Enga?a?
Bueno, tambi¨¦n puedo¡ Casi siempre soy buena gente, es muy raro que me enoje, pero s¨ª, cuando lo necesito, ah¨ª est¨¢. Me ha salvado de algunas. Cuando alguien me agrede verbalmente, decirle, a ver, compadre, qu¨¦ pasa, amenazar con pelear, termina por servir. Aunque lastimar a alguien, pesa.
?Viene el remordimiento?
Una vez que entras en la pelea, ya es a ganar. Como decimos los mexicanos entre que lloren en su casa o que lloren en la m¨ªa¡
Y poner la otra mejilla, tampoco, como no recibi¨® educaci¨®n cristiana, con usted no va.
Tampoco. Eso s¨ª, hay que evitar la pelea.
?Por qu¨¦ cazar con arco cuando otros cazan con armas de fuego?
A m¨ª ni me interesa matar un animal, sino cazarlo. Lo que me importa es saber que en el acto de matar un animal la naturaleza cuenta, puede hacer lo mismo y al entrar en ella penetras en la del otro ser.
?Tiene que ver con la tauromaquia?
No s¨¦, porque ah¨ª lo que importa tambi¨¦n es el espect¨¢culo y a m¨ª no me interesa la caza como espect¨¢culo sino como vivencia activa. Debes aprender a leer la naturaleza. No la lees de golpe. Empiezas a entender c¨®mo se comportan en un entorno en que t¨² nunca has estado. Para empezar, se ven, descubrirlos, aprendes a ello. Estudias esa din¨¢mica. Me interesa la caza en parte para hacer que me sienta parte de la naturaleza. Y el arco refuerza esa sensaci¨®n. La cacer¨ªa con arco comienza donde termina la del rifle.
?En qu¨¦ sentido?
Para empezar, con la distancia. A 300 metros, donde alguien dispara una bala yo empiezo a acercarme. Entran muchos elementos en juego: la luz, el ruido, el viento. Debes ir por las sombras, no pisar ramas, que no cambie la direcci¨®n del viento para que no te huelan¡
?Desde cu¨¢ndo lo hace?
Desde ni?o, con 9 a?os. Luego lo dej¨¦ y lo retom¨¦. Cac¨¦ con escopeta pero hay algo en la caza mayor que no me gusta: quiz¨¢s sea el estruendo, la distancia con el animal. Hace 20 a?os que volv¨ª al arco. La diferencia, ?cu¨¢l es? La mirada. Intercambias una mirada con el animal que vas a cazar. Eso transforma todo. El animal sabe. El movimiento es estrepitoso. Tiene sus complicaciones, adem¨¢s. Esperar en el desierto seis o siete horas¡ Cuesta abrir el arco, es duro. No jala.
En su caso, por tanto, no es un hobby.
No es un hobby. Es una esencia, o que me define como persona, como artista. Si no lo hiciera dif¨ªcilmente habr¨ªa construido la obra que tengo. Cazar me acerca a los misterios. El primero, qu¨¦ tanto de naturaleza llevas t¨² y cu¨¢nta se ha perdido. El misterio de la muerte y del sacrificio, tambi¨¦n. Yo no mato por placer. Es un proceso m¨¢s complejo del que pueda parecer a simple vista.
En cuanto a creaci¨®n, en su literatura es algo que le acerca a autores como Miguel Delibes, muy raros para las influencias de autores latinoamericanos. Usted lo reivindica. Menos mal.
Me interesan los autores cazadores: Delibes, Baroja. Faulkner, Hemingway¡ Tienen otras perspectivas del mundo. Pueden retratar mejor las paradojas de los seres humanos. Algunos me preguntan: ?C¨®mo es posible que caces? Y yo doy la vuelta a la cuesti¨®n: ?C¨®mo es posible que otros no lo hagan? Que no entiendan de d¨®nde venimos, de d¨®nde procede la comida, de qu¨¦ especie somos. Tampoco entiendo c¨®mo es posible dejar comida en un plato despu¨¦s de que se haya sacrificado a un animal o c¨®mo algunos tratan a sus perros¡
?Se refiere a la crueldad?
Aparte de la crueldad, otro tipo de barbaridades, este cuchicuchi¡ Est¨¢ bien tratarles con cari?o, que te laman y te dejen todo batido, pero esta cosa de ponerles un lacito es desperrarlos. No podemos convertirlos en mu?equitos de peluche animados. Como esos due?os de gatos que los mantienen encerrados en sus departamentos de 40 metros cuadrados y se dicen due?os responsables. S¨ª, vale, ?pero tu gato nunca sali¨®! Est¨¢ condenados a cadena perpetua. Ellos quieren ser animales, no quieren tus apapachos, ni tus mimos. Quieren ser gatos y no los liberas.
?No hemos entrado en una desconfiguraci¨®n artificial de lo que son las especies, empezando por la humana?
Empezando por el problema que ha tra¨ªdo el veganismo. Cuando proclaman que no matan animales, que no lo vean no significa que no lo provoquen. Y crueldad animal tambi¨¦n significa tratar a perros y gatos como lo que no son.
En su cine se manifiesta eso y en su literatura, no digamos, aunque ah¨ª libra una lucha sin cuartel con otra naturaleza, la del lenguaje.
Yo entend¨ª que pertenezco a una tradici¨®n narrativa. Los hay, como yo, que escribimos lo que podemos, no lo que queremos. Lo primero que debes hacer como escritor es reconocer cu¨¢l es tu naturaleza. La m¨ªa es contar historias y someter todo el proceso creador a ese fin. En ese sentido debo emplear los lenguajes que mejor cuentan aquello que pretendo. Los que mejor perfilan un personaje. Vengo, sin pretender equipararme, ni mucho menos de Dostoievski, Tolstoi, Stendhal, Faulkner, Herodoto¡ Ellos cuentan una historia. Es la tradici¨®n narrativa con la que me identifico. Hay quien prefiere decantarse por lo po¨¦tico o por la exploraci¨®n barroca del lenguaje. Yo, no.
En Salvar el fuego, hay pasajes introspectivos que pese a eso, ascienden a cotas po¨¦ticas en s¨ª mismas. Cuando hablan los presos, por ejemplo. ?Tambi¨¦n ah¨ª se impone su oficio en el campo del guion?
En esa novela, la polifon¨ªa es importante. Cada uno de los narradores posee un lenguaje propio. En el caso de los presos deb¨ªa ponerme en su lugar, pensar como ellos. Necesitaba con esas capas conectar y utilic¨¦ para ello el lenguaje, un lenguaje que conozco y ha sido parte de mi vida.
La polifon¨ªa, cierto. Un rasgo de su cine, adem¨¢s. En Babel, pocos se han acercado tanto a describir el latido com¨²n de lo global. ?Era su intenci¨®n?
En Babel la idea era ver c¨®mo las interacciones poseen repercusiones, reverberaciones¡ El aleteo de una mariposa en Tokio puede provocar un hurac¨¢n en Nueva York. Babel se llamaba en principio El ¨²ltimo d¨ªa. Todos los personajes perd¨ªan la inocencia de algo. La adolescente en Tokio, los turistas en Marruecos, los ni?os en California. Era la ¨²ltima frontera de algo. La que cruzas y ya no hay regreso. No existe para algunas cosas: eso es lo que me interesaba. En el fondo es una mentalidad de cazador. De alguien que sabe lo que significa lanzar una flecha, un acto que tiene consecuencias irreversibles. Es eso tambi¨¦n lo que me vincula a Delibes, a Faulkner, a Hemingway.
Dice usted que si debe buscar referencias en el cine van de El padrino, de Coppola a Los olvidados de Bu?uel. Al ver Amores perros, esta ¨²ltima es muy clara. Como tambi¨¦n queda claro que tanto usted como Gonz¨¢lez I?¨¢rritu buscaban revolucionar el cine de alguna manera.
Mira, yo siempre creo que lo que escribo es muy malo. Pero con Amores perros me pas¨® como cuando juegas al f¨²tbol ves al portero adelantado, tiras de media cancha y piensas: va a entrar. Que tiraste bien. Aparte hubo gente que me lo dijo. Yo lo sent¨ª y eso me lo corrobor¨® Rafael Azcona cuando trabaj¨¦ con ¨¦l tres semanas en la adaptaci¨®n de mi novela Escuadr¨®n guillotina. Le ped¨ª que se leyera el guion. Cuando lo acab¨® me dijo: ¡°?T¨² escribiste eso? Sabes que te va a cambiar la vida, ?verdad? Yo nunca he le¨ªdo algo parecido¡±.
Ojo ten¨ªa, el maestro.
Cuando a m¨ª me dicen cu¨¢nto de cine veo en mis novelas respondo al rev¨¦s: cu¨¢nto de literatura se encuentra en mi cine. Al escribir Amores perros buscaba una pel¨ªcula que tuviera textura de novela, en particular de El ruido y la furia, de Faulkner. Ven¨ªa de un accidente de carretera que fue lo que me obsesion¨®.
Con Gonz¨¢lez I?¨¢rritu rompe porque usted considera que las tres pel¨ªculas que hacen juntos deben ir firmadas por los dos. ?Fue as¨ª?
Era una trilog¨ªa que escrib¨ª porque pensaba dirigirla yo. Pero I?¨¢rritu me propuso: d¨¢melo. ?l quer¨ªa escribir una comedia rom¨¢ntica. Se lo di con una condici¨®n: que firm¨¢ramos los dos, como hacen los hermanos Coen, no es nada raro. Estaba ya inventado. Este era un proyecto muy personal. Particip¨¦ en todos los procesos: el montaje, el casting e hicimos un pacto entre caballeros que ¨¦l no respet¨®. Le insist¨ª en que deb¨ªa ser un proyecto de dos, en que habl¨¢ramos de las pel¨ªculas como nuestras. Pero no lo respet¨®. Un acuerdo de caballeros es un acuerdo de caballeros y hasta ah¨ª.
?Todo se rompi¨® tras Babel?
No, ya hab¨ªamos roto en Amores perros.
?Y c¨®mo fue que siguieron con dos m¨¢s?
Pues porque a m¨ª me dijo ¨¦l: Mick Jagger y Keith Richards no se hablan pero los Rolling Stones son mejores juntos que separados. No necesitamos ser amigos para trabajar. Pero es que todo resulta mucho m¨¢s complejo, no se reduce a disparidad de criterios, hay repartos de derechos por medio, cosas as¨ª. No se trata de un asunto de narcisismo. Yo siempre defend¨ª el esp¨ªritu colectivo de las pel¨ªculas. Yo no trabajo para directores, sino con directores. No soy un escribano. Uno ve vasos comunicantes entre Amores perros y mi novela Salvar el fuego.
?No ha visto sus pel¨ªculas posteriores?
No me interesan.
?No se hablan?
No.
?Y se llegar¨¢n a reconciliar?
Tampoco. No por mi parte.
?C¨®mo lo sabe si han pasado juntos a la historia del cine?
Est¨¢ completamente resquebrajado. Tambi¨¦n hubo gente que se cas¨® con el amor de su vida y no se volvieron a ver, ?o s¨ª?
?Es ese tipo de relaci¨®n? Aquella en la que entra algo muy personal, me refiero.
Es que fueron historias en las que yo puse mi vida, mi sangre, mis huellas dactilares. No entregu¨¦ cualquier cosilla. No era simplemente un trabajo.
?Aquello le lleg¨® a amargar o es feliz?
Soy el hombre m¨¢s feliz del planeta, aparte de que los premios m¨¢s importantes que logr¨¦ los consegu¨ª solo: en Cannes por Los tres entierros de Melquiades Estrada o el Mazatl¨¢n y el Alfaguara.
Dice ser feliz, pero sus historias destilan pesadumbre, negrura.
No tiene nada que ver. Son visiones del mundo. Tambi¨¦n algunos creen que me meto todo tipo de drogas y jam¨¢s prob¨¦ ninguna. Ni un porro. Por llevar la contraria. En el barrio dec¨ªan que si no te met¨ªas tus cosas no llegar¨ªas a ser hombre. Pero yo me propuse convertirme en uno a pesar de eso. Uno de mis lemas dec¨ªa: yo voy a ser sobrio lo que t¨² solo te vas a atrever a ser borracho.
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