El enigma de la diosa fenicia en un castillo medieval de Alicante
La colina donde se ubica la fortaleza de Guardamar del Segura (Alicante) alberg¨® previamente un santuario consagrado a una divinidad protectora de los navegantes
Casi cuarenta a?os han tardado los expertos en completar el rompecabezas que conformaban las distintas piezas arqueol¨®gicas que iban hallando bajo la colina que en la actualidad ocupa el castillo bajomedieval de Guardamar, en la Vega Baja del r¨ªo Segura (Alicante). Puntas de flecha de bronce, pebeteros, pesas para tejer, objetos votivos, terracotas de divinidades femeninas y hasta una peque?a plancha cer¨¢mica con dos leones atacando a un venado, todo datado en ¨¦pocas fenicia (siglos VIII y VI a. C) e ib¨¦rica (VI a. C a I d. C). No ten¨ªan duda alguna de que ambos pueblos se hab¨ªan asentado en la Antig¨¹edad sobre el mont¨ªculo m¨¢s sobresaliente de esta costa, pero no entend¨ªan la funci¨®n de tan diversos elementos. Ahora, los arque¨®logos Antonio Garc¨ªa Men¨¢rguez y Fernando Prados Mart¨ªnez han dado una respuesta en su estudio Un santuario fenicio en el castillo de Guardamar, un templo que han determinado que estaba dedicado a la diosa Astart¨¦, la divinidad de la guerra, de la sexualidad, de la vida, de los mares... ¡°Esta fue la raz¨®n de ser del santuario, donde noche y d¨ªa ardi¨® la pira que guiaba a los navegantes¡±, sostienen.
En 1986, un equipo encabezado por Lorenzo Abad, de la Universidad de Alicante, encontr¨® en el lugar pebeteros de terracota con forma de cabeza femenina de origen ¨ªbero y que parec¨ªan corresponder a un santuario. Entre 1993 y 1995, otros equipos arqueol¨®gicos comenzaron a recoger datos de las murallas de la fortaleza medieval de Guardamar, ya que el Ayuntamiento quer¨ªa restaurarla tras su destrucci¨®n por un terremoto en 1829. As¨ª los expertos se toparon nuevamente con evidencias materiales tanto de la ocupaci¨®n ¨ªbera como de otra m¨¢s antigua de la Edad del Hierro Antiguo (siglo VIII a. C), momento en el que los primeros fenicios desembarcaron en la Pen¨ªnsula. Finalmente, en 2019, durante unas nuevas excavaciones arqueol¨®gicas, la empresa Alebus confirm¨® la ocupaci¨®n del cerro durante la Edad del Hierro Antiguo y localiz¨® m¨¢s materiales cer¨¢micos orientalizantes y fragmentos de ¨¢nforas.
El cerro sobre el que se asienta el castillo se eleva 64 metros y presenta buenas defensas naturales por todos sus lados, menos por el Norte, donde la pendiente desciende suavemente hasta alcanzar el curso del Segura. Esta configuraci¨®n topogr¨¢fica garantizaba su defensa, adem¨¢s de convertirlo en un lugar con dominio visual de 360 grados: la Vega Baja, la bah¨ªa, los cabos de Santa Pola y Cervera, adem¨¢s de la isla de Tabarca. Estas condiciones no pasaron inadvertidas para los fenicios, que eligieron el otero como lugar para levantar ¡°un santuario que diese protecci¨®n a los navegantes o rindiese culto a deidades que deb¨ªan serles propicias en su empresa colonial. Por tanto, el papel que ha desempe?ado hist¨®ricamente para la navegaci¨®n es evidente, al encontrarse en la boca de la desembocadura del r¨ªo, como un promontorio destacado en la costa. El resguardo de las naves estaba asegurado, as¨ª como la aguada, debido a sus buenas condiciones portuarias¡±, recuerda el informe de los arque¨®logos.
?Pero a qu¨¦ dios o diosa dedicar la construcci¨®n sagrada? La respuesta ha llegado ahora analizando los materiales arqueol¨®gicos exhumados. Entre ellos, un lote de elementos relacionados con la artesan¨ªa textil, tales como una fusayola, un bastidor y varias pesas de telar. Los investigadores creen que ¡°la fabricaci¨®n textil era una actividad generalmente femenina que se vinculaba con el culto a la diosa Astart¨¦¡±. Adem¨¢s, en 1999 se desenterraron en las laderas del castillo dos puntas de flecha de bronce fenicias. Una de ellas, de doble filo, se utilizaba tanto como arma de guerra como de caza. Pero la segunda flecha corresponde a una punta de bronce con hoja lanceolada. ¡°Por su tipolog¨ªa parece tratarse de un ejemplar procedente de la costa sirio-palestina con una cronolog¨ªa de los siglos IX-VIII a. C.¡±, indican Garc¨ªa Men¨¢rguez y Prados Mart¨ªnez. ¡±En Oriente, estas flechas y otras armas formaron parte de los dep¨®sitos votivos que se realizaban en los santuarios. Se debi¨® de tratar de ofrendas religiosas depositadas ante la divinidad [de Astart¨¦] para corresponder su protecci¨®n o, qui¨¦n sabe, si para agradecer el haber llegado a buen puerto tras una larga y peligrosa traves¨ªa¡±.
El hallazgo de un fragmento de terracota que correspond¨ªa a una figura femenina velada y que presentaba un peinado de tipo hath¨®rico (deidades egipcias femeninas) y una cabeza de terracota con tocado egipcio confirmaron las sospechas. La primera es una figura con los brazos cruzados sobre el pecho, de ojos almendrados y con arrugas en la frente y orejas que remiten directamente a las im¨¢genes de la diosa fenicia. Est¨¢ fechada entre los siglos VII y VI a. C. La cabeza, por su parte, es de cuello largo y ataviada con un tocado egipcio, peinado que tambi¨¦n se corresponde a la imagen de la deidad. ¡°Estas piezas, interpretadas como tapones de recipientes sagrados en alg¨²n caso, fueron empleadas en los santuarios orientales como ofrendas o exvotos entre los siglos XI y VIII a. C. Su largo cuello, a modo de v¨¢stago, era hincado en los altares o colocado sobre peque?os agujeros realizados en los mismos a tal efecto¡±.
Los autores sostienen que el templo alicantino de Astart¨¦ no cambi¨® de advocaci¨®n con el paso de los siglos, ¡°pese a que por el origen heterog¨¦neo de los navegantes que por aqu¨ª pasasen se pudiese suponer la existencia de hibridaciones o cualquier otro tipo de modificaci¨®n. El valor sagrado del lugar debi¨® permanecer inmutable durante centurias¡±, aunque la diosa fenicia termin¨® convirti¨¦ndose en ¡°divinidad femenina de los ¨ªberos, la Tanit de los cartagineses y una diosa alada de los primeros momentos de dominio romano¡±.
Astart¨¦, la diosa del mar, era ¡°Venus, la estrella que gu¨ªa en la noche al ser la primera que aparece en el cielo al ocaso: divinidad celeste, de la guerra, de la navegaci¨®n y, fundamentalmente, de la fecundidad y del amor carnal, pero tambi¨¦n del uso m¨¢gico y sagrado del agua¡±. Y concluyen: ¡°En el entorno pr¨®ximo al yacimiento no se conocen grandes estructuras urbanas hasta el siglo III a. C, precisamente porque el centro fue el propio santuario, que funcion¨® como principal espacio de cohesi¨®n de la comarca¡±, y todo presidido por la diosa protectora de los navegantes, a la que todos llevaban presentes, mientras la pira ard¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.