Angustia de muerte inminente: nueva entrega de las cr¨®nicas de Emmanuel Carr¨¨re desde el juicio por los atentados de Par¨ªs
Esta semana, los abogados de las partes civiles dicen a veces cosas sustanciosas
Cap¨ªtulo 33
1. El ¨²ltimo minuto
Subes al avi¨®n. Te abrochas el cintur¨®n. En mitad de la fila, la azafata hace la demostraci¨®n de las cosas que hay que hacer en caso de emergencia. La escuchamos distra¨ªdos. Durante el vuelo, algunos no piensan en nada, otros piensan fugazmente y otros, los muy nerviosos, piensan continuamente en lo que estad¨ªsticamente tiene muy pocas posibilidades de ocurrir pero que, de todos modos, ocurre a veces. Solo hizo falta un minuto para que el Boeing 737 de la China Eastern Airlines se desconectase y se zambullera desde 6.000 metros de altura, el 21 de marzo pasado.
Sus 132 pasajeros dispusieron de un minuto para ver la muerte de cara, sin escapatoria, sin duda posible. Nadie sabr¨¢ c¨®mo cada uno de ellos vivi¨® este ¨²ltimo minuto. Nadie sabe lo que pasa dentro de un moribundo. Sin embargo, el Derecho tiene algo que decir sobre esta experiencia tan ¨ªntima, tan incomunicable. Este algo posee un nombre que no solo es psicol¨®gico o filos¨®fico, sino jur¨ªdico, y que apareci¨® en la jurisprudencia a ra¨ªz de otra cat¨¢strofe a¨¦rea, en 2005: es ¡°la angustia de muerte inminente¡±.
2. Generar Derecho
Los abogados de las partes civiles navegan desde hace ocho d¨ªas entre los nobles lugares comunes y citas de grandes autores: los encabeza Albert Camus. Con todo, algunos dicen cosas m¨¢s sustanciosas. Fr¨¦d¨¦ric Bibal, un hombre compacto, con el pelo al rape y gafas redondas, cuyo bufete se ocupa de reparaci¨®n de perjuicios corporales, empez¨® observando lo siguiente: para varias de las v¨ªctimas ha sido un alivio deponer en el estrado porque justamente han tenido la sensaci¨®n de depositar algo. Un sufrimiento, un fardo que la audiencia ha sabido captar. Muchos, aunque solo fuera un poco, se sintieron aligerados. Si el juicio solo hubiera servido para esto, ya no ser¨ªa para nada. Pero Bibal dice que no debe servir ¨²nicamente para esto. De esta deposici¨®n hay que extraer algo m¨¢s que la par¨¢frasis o el patetismo; si no, vale m¨¢s seguir sentado y pasar de inmediato a la etapa siguiente, el requerimiento. Hay que trabajarla. Hay que convertirla en Derecho. Estamos aqu¨ª para esto. Y por eso Bibal ha desarrollado este concepto de angustia de muerte inminente que la jurisprudencia define como ¡°el sentimiento de pavor que experimenta la v¨ªctima que, entre el momento en que ha sufrido el ataque o la agresi¨®n y el momento de su muerte, ha tenido conciencia del car¨¢cter ineluctable de su propio fin¡±.
No es necesario morir de muerte violenta para experimentar este sentimiento de pavor y de fin inevitable. Podemos morir en la cama, agotados por la edad, rodeados de nuestros seres queridos, y ver venir con espanto nuestra aniquilaci¨®n. Pero este espanto es ¨ªntimo y metaf¨ªsico. Se desarrolla entre uno consigo mismo, o entre uno mismo y Dios, para aquellos que recurren as¨ª a lo m¨¢s profundo de ellos mismos. Este terror no concierne al Derecho. ?ste interviene cuando ha habido violencia, responsabilidad, perjuicio y reparaci¨®n. Son axiomas jur¨ªdicos: en toda violencia existe un responsable, todo perjuicio debe ser reparado, por la compa?¨ªa a¨¦rea, la compa?¨ªa de seguros o el Estado, da igual, y si has muerto la indemnizaci¨®n la cobrar¨¢ tu familia. La indemnizar¨¢n no solo en la medida de la aflicci¨®n o el da?o material que le causa tu p¨¦rdida, sino tambi¨¦n en funci¨®n de los sufrimientos que t¨², el muerto, has padecido y que ya no est¨¢s aqu¨ª para describirlos.
Hasta tal punto esta cuesti¨®n se convierte en algo t¨¦cnico que ahora titubeo un poco, pero la t¨¦cnica es la ¨²nica alternativa a cualquier otra cosa, de modo que sigamos adelante. Al rese?ar, hace dos semanas, el libro de mi camarada Mathieu Delahousse, Le prix de nos larmes (El precio de nuestras l¨¢grimas), habl¨¦ de la ¡°nomenclatura Dintilhac¡±, que es la lista de da?os ¡ªf¨ªsicos, ps¨ªquicos, patrimoniales¡ª sufridos por las v¨ªctimas de agresiones, en especial terroristas, y que dan derecho a indemnizaci¨®n. La angustia de muerte inminente figura entre ellos, en el lugar de los ¡°sufrimientos padecidos¡±: es, pues, por este motivo y dentro de este conjunto global, por el que se la indemniza. Pero una sentencia del tribunal de Casaci¨®n, de fecha 23 de marzo de 2022, declara que no, que es un perjuicio aut¨®nomo que da derecho a una reparaci¨®n asimismo aut¨®noma. En t¨¦rminos de indemnizaci¨®n, esto significa que si adem¨¢s de haber muerto se puede demostrar que has muerto en la angustia, tu familia percibir¨¢ m¨¢s dinero. En t¨¦rminos penales genera otra consecuencia, y es la de que el perjuicio, si llega a ser aut¨®nomo, puede convertirse en una motivaci¨®n tambi¨¦n aut¨®noma.
Al emitir su veredicto, en principio el 27 de junio, el tribunal presentar¨¢ lo que se llama un folio de motivaci¨®n en el que se enumeran todas las razones que motivan el veredicto. Lo que pide Bibal, al final de su exposici¨®n, es que la angustia de muerte inminente de las v¨ªctimas del 13 de noviembre figure, de forma aut¨®noma, entre estas motivaciones del juicio y de las penas. Que los condenados lo sean tambi¨¦n por esto, espec¨ªficamente, por haber participado en la muerte de 130 personas, pero asimismo por el terror terminal sufrido por la mayor¨ªa de ellas. En apariencia esto no cambia gran cosa, la mula ya va bien cargada sin ello. Pero es una manera de registrar lo que se ha dicho y, en lugar de dispersarlo, de transformar el afecto en Derecho. Esto es, o deber¨ªa ser, un juicio: al principio se declara el sufrimiento, al final se imparte justicia.
3. Ciento treinta y una formas de morir
La primera pregunta que hacen las familias: ¡°??l, o ella, ha sufrido?¡± ?Qui¨¦n puede responder? Los m¨¦dicos forenses, los testigos supervivientes. Es un consuelo cuando dicen que no, que ¨¦l o ella ha muerto en el acto, sin darse cuenta de lo que les suced¨ªa. No se sab¨ªa que la angustia de muerte inminente era un concepto jur¨ªdico, pero es un consuelo no ser indemnizado por ella. Es un consuelo tambi¨¦n saber que los ¨²ltimos minutos anteriores a la cat¨¢strofe han sido felices, despreocupados. Que tu hija ha sido abatida en La Belle ?quipe mientras conversaba a solas con su novio, y que han pasado juntos de la alegr¨ªa pura a la gran tiniebla. En el Stade de France, en las terrazas, el efecto de sorpresa ha sido absoluto. En el Bataclan, los disparos duraron diez minutos largos: los que escaparon a las primeras r¨¢fagas tuvieron tiempo de sobra para tener miedo.
Durante cinco semanas en octubre y una semana adicional en mayo, los supervivientes han hablado de muertes instant¨¢neas y de largas agon¨ªas. Yo anot¨¦ decenas de sus relatos y los releo ahora que nos acercamos al final. Veamos lo que dice una chica, Maya, que estaba en el Carillon: ¡°En un momento siento que detr¨¢s de m¨ª est¨¢ la muerte. Hay un hombre apretado contra mi espalda. Oigo su respiraci¨®n entrecortada, oigo su estertor, s¨¦ que son sus ¨²ltimos instantes. S¨¦ que estoy viviendo a su lado los ¨²ltimos instantes de su vida. Es algo muy ¨ªntimo, es quiz¨¢ lo m¨¢s ¨ªntimo que se puede compartir con alguien. Soy la ¨²nica testigo de su muerte. No conocer¨¦ nunca su nombre¡±.
4. Una cita
¡°Ella se manten¨ªa cerca de la puerta y me miraba. Y luego, no s¨¦ c¨®mo dec¨ªrselo exactamente, cerr¨® los ojos y empez¨® a menear la cabeza muy despacio, y a retorcerse las manos muy despacio, gimiendo muy bajo, en un murmullo. Yo no comprend¨ªa lo que ella dec¨ªa pero me part¨ªa el coraz¨®n, nunca nadie me ha entristecido tanto. La estrech¨¦ en mis brazos y le dije: ¡®Bonnie, por favor, por favor, no tengas miedo, si hay alguien en el mundo preparado para presentarse ante Dios eres t¨²'. Pero esto no la consolaba. Segu¨ªa meneando la cabeza, retorci¨¦ndose las manos, y entonces o¨ª lo que ella murmuraba. ¡®Ser asesinada. Ser asesinada. No. No. No hay nada peor. Nada peor que eso. Nada¡±.
Truman Capote, A sangre fr¨ªa.
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