Colaterales
Ha vuelto la selecci¨®n sectaria de los tiempos de Franco, solo que all¨ª, en donde hab¨ªa que decir lo grande y justo que era el R¨¦gimen, ahora debemos manifestar nuestro horror por lo no inclusivo o lo heteropatriarcal
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Uno de los efectos m¨¢s curiosos del eclipse de la individualidad ha sido la politizaci¨®n de absolutamente todo, como si el tronco poderoso de la ideolog¨ªa pudiera sostener nuestra endeble yedra privada, pero no es verdad, ese tronco est¨¢ podrido y hueco. Nuestra yedra se agarra a la nada y contribuye al vac¨ªo. Cuanto m¨¢s fuerte y sana crezca, mayor ser¨¢ el da?o que produzca en aquello que supuestamente la sostiene. Hablen con cualquier jardinero.
As¨ª, por ejemplo, una ley educativa destinada a crear ilusiones en quienes las necesitan conduce al espantajo que se est¨¢ divulgando por Espa?a en los libros de texto. El estudiante no ha de aprender nada, ya lo sabe todo desde el momento en que abraza la moral de la secta, solo ha de obedecer. Y a la inversa, los estudiantes saben que basta con simular una creencia para aprobar. Nos suced¨ªa tambi¨¦n a nosotros con la educaci¨®n franquista. Sab¨ªamos perfectamente qu¨¦ hab¨ªa que decir con determinados profesores para tener buena nota. Y lo contrario, solo a un loco se le ocurr¨ªa decir la verdad o dar su opini¨®n sincera ante un esbirro.
As¨ª que ha vuelto la selecci¨®n sectaria de los tiempos de Franco, solo que all¨ª, en donde hab¨ªa que decir lo grande y justo que era el R¨¦gimen, ahora debemos manifestar nuestro horror por lo no inclusivo, lo machista o lo heteropatriarcal. Es lo mismo: en el fondo a nadie le importa demasiado porque saben que no pueden enga?ar indefinidamente a los estudiantes y que entre ellos se burlan de los profesores del R¨¦gimen. Basta con mentir para que te tomen por alguien inteligente.
Lo sorprendente es que esta deriva religiosa (porque se trata de una creencia irracional) coincide con el hundimiento absoluto de las artes y, c¨®mo no, su refugio en la pol¨ªtica, que es como decir en la subvenci¨®n. De modo que si hace unos a?os est¨¢bamos hasta las narices de tanto ¡°?reb¨¦late!¡±, ¡°muestra tu rechazo¡±, o ¡°marca tu diferencia¡±, aplicado indistintamente a un pantal¨®n o a un producto de galer¨ªa de arte llamado incluso ¡°obra de arte¡±, ahora ya ha llegado a su punto de saturaci¨®n, de manera que sabemos que cuanto se presenta como ¡°rebelde¡±, ¡°ataque a la sociedad de consumo¡± y dem¨¢s esl¨®ganes mercantiles, son ellos los que se?alan, justamente, a lo m¨¢s conservador.
De este modo, los poderes reales consiguen dos objetivos: el primero es que los m¨¢s d¨¦biles crean servir para algo y no se rebelen, ellos que ser¨ªan los potencialmente m¨¢s peligrosos. De otra parte, el mercado sigue en manos de quienes controlan las sectas. Ellos, por lo general feroces anticapitalistas, son los que reparten las subvenciones, los (p) jefes del sistema. Porque de eso se trata, de repartir regalos, el man¨¢ del Estado, entre la clientela.
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