Guns N¡¯ Roses contra el paso del tiempo
La m¨ªtica banda de ¡®hard rock¡¯ ofreci¨® un generoso concierto de tres horas en el estadio Benito Villamar¨ªn de Sevilla, en la ¨²nica parada en Espa?a de su gira europea
A la tercera fue la vencida. Tras los aplazamientos de 2020 y 2021 causados por la pandemia, Guns N¡¯ Roses actu¨® por fin en Sevilla este martes como ¨²nica fecha en Espa?a de las 15 que compondr¨¢n su gira europea de este a?o. No vendieron todas las entradas para el estadio Benito Villamar¨ªn, cuyos precios generales oscilaban entre los 50 y los 180 euros, pero, aun as¨ª, la asistencia fue importante: 43.000 personas que no quer¨ªan perderse su cita con unas leyendas del rock a las que, durante muchos a?os, se dio por perdidas para siempre, y que resucitaron cuando nadie lo esperaba.
En concreto, fue en 2016 cuando se anunci¨® que los miembros fundadores Slash (guitarra) y Duff McKagan (bajo) volv¨ªan a la banda despu¨¦s de dos d¨¦cadas en que Guns N¡¯ Roses hab¨ªa sido el proyecto/capricho del vocalista Axl Rose. Jocosamente, a su gira de reuni¨®n la denominaron Not In This Lifetime Tour, un t¨ªtulo que ironizaba con unas antiguas declaraciones del l¨ªder asegurando que Slash y ¨¦l no volver¨ªan a estar juntos en un escenario en esta vida. La cosa fue tan bien que se lleg¨® a convertir en la segunda gira m¨¢s lucrativa de todos los tiempos ¨Dsolo superada por el 360? Tour de U2¨D a pesar de no haber publicado material nuevo desde el infausto ¨¢lbum Chinese Democracy, de 2008. Y en esas han seguido, prolong¨¢ndolo como una especie de tour permanente que los ha reconciliado con su p¨²blico y con ellos mismos.
Parte de esa aceptaci¨®n, sin duda, ha llegado al asumir que todo el encanto de Guns N¡¯ Roses radica en la mitolog¨ªa y el cancionero que gestaron entre 1987 y 1991. Pr¨¢cticamente todo el repertorio del concierto se bas¨® en los discos que publicaron en aquellos a?os: Appetite For Destruction ¨Ddel que interpretaron ocho de sus doce temas¨D, Lies y los dos vol¨²menes de Use Your Illusion. Exactamente los mismos que la banda tra¨ªa bajo el brazo en su visita anterior a Sevilla, mismo recinto, en el verano de la Expo 92. No podemos saber cu¨¢ntos espectadores repitieron con respecto a hace treinta a?os, pero la intenci¨®n del concierto era hacernos creer que, si no nos fij¨¢bamos demasiado en los cuerpos y rostros de los protagonistas, las canciones pod¨ªan llevarnos a viajar de nuevo a aquella ¨¦poca. Pura nostalgia, un museo de la historia natural del rock que solo mostr¨® ecos de actualidad con unos visuales de delirante horterez digital y varias referencias a la guerra de Ucrania: una bandera de ese pa¨ªs ondeando en la interpretaci¨®n de Civil War, otras dos flanqueando el escenario y otra m¨¢s, junto al dibujo de un pu?o en alto, en una de las camisetas que luci¨® Axl Rose.
¡°De padres a hijos, de abuelos a nietos, una pasi¨®n llamada Betis¡±, se pod¨ªa leer en uno de los grader¨ªos del estadio. Y, aunque los colores verdiblancos se cambiaron esa noche de martes por la camiseta negra con el logo de Guns N¡¯ Roses -e incluso por unos cuantos fans disfrazados de modo chanante como el vocalista y el guitarra del grupo-, s¨ª se apreci¨® ese legado intergeneracional de la banda californiana. Quiz¨¢ no hab¨ªa tantos abuelos, pero s¨ª resultaba entra?able ver a muchos padres con sus hijos, algo que probablemente nadie se habr¨ªa imaginado a finales de los a?os ochenta, cuando Axl, Slash y compa?¨ªa presum¨ªan de su pulsi¨®n autodestructiva e impredecible. Ahora han cambiado el peligro por la profesionalidad, desafiando el paso del tiempo con un extenso concierto de casi tres horas y mostrando sobre el escenario todas sus habilidades f¨ªsicas, instrumentales y vocales. Daba gusto y envidia ver sus movimientos y carreras en el escenario, luci¨¦ndose, gust¨¢ndose, exhibiendo su virtuosismo.
Al contrario de lo que sucediera tres noches antes en la actuaci¨®n de Red Hot Chili Peppers, nadie sali¨® defraudado por el repertorio escogido, en el que no falt¨® casi ninguno de los temas que los fieles quer¨ªan escuchar (si acaso, Don¡¯t Cry). Momentos de m¨¢ximo fervor fueron Welcome To The Jungle -quinta canci¨®n del concierto que, de modo m¨¢gico, coincidi¨® con la ca¨ªda de la noche-, un Sweet Child O¡¯ Mine que provoc¨® la histeria cuando arranc¨® con el ic¨®nico punteo de Slash, y la tan pretenciosa como bella November Rain, que el vocalista interpret¨® en un piano de cola que varios operarios situaron en el frontal del escenario solamente para ese momento. Los Guns alternaron las generosas interpretaciones de sus grandes ¨¦xitos con otros temas algo m¨¢s ocultos en su discograf¨ªa, o incluso sorpresas para fans fatales como Slither, de Velvet Revolver, el grupo paralelo que formaron Slash y McKagan junto a Scott Weiland, de Stone Temple Pilots.
En realidad, lo que se pod¨ªa haber quedado en un acto de tributo a s¨ª mismos, se extendi¨® hacia un homenaje a sus h¨¦roes del rock, al puntuar el concierto con media docena de versiones y algunos gui?os adicionales, como la melod¨ªa de Blackbird de The Beatles con la que introdujeron en clave ac¨²stica su balada Patience. Adem¨¢s de las esperadas (Live And Let Die, de Paul McCartney, y Knockin¡¯ On Heaven¡¯s Door, de Bob Dylan), enardecieron al p¨²blico con Black Is Back de AC/DC, que Rose present¨® ironizando con que hac¨ªa un tiempo tuvo otro trabajo, en referencia a la gira en que ofici¨® como vocalista de los australianos, y que tambi¨¦n pas¨® por Sevilla. M¨¢s inesperadas todav¨ªa fueron I Wanna Be Your Dog, de The Stooges ¨Dcantada por McKagan, que siempre fue el m¨¢s punk el grupo¨D y, en los bises, el cl¨¢sico country Wichita Lineman que compusiera Jimmy Webb y popularizara Glen Campbell. Fue ese un momento de insondable extra?eza que anticip¨® el final de fiesta, cerrando el mismo c¨ªrculo argumental con el que, alrededor de las 21.45h, hab¨ªa comenzado la ceremonia. Si la banda hab¨ªa arrancado fren¨¦tica con It¡¯s So Easy y Mr. Brownstone, dos de los temas m¨¢s macarras de Appetite For Destruction, se despidi¨® con otra pareja de sucios ases, You¡¯re Crazy y Paradise City. Era como si Axl, ya sexagenario, y los otros dos fundadores -que van por el mismo camino- mirasen frente a frente a las calaveras que ocupaban la portada de aquel ¨¢lbum y les dijesen: ¡°?Lo veis? Seguimos aqu¨ª, y no nos ha ido tan mal¡±.
Babelia
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