?Pueden el cambio clim¨¢tico, el sexismo o el racismo convertirse en arte? Art Basel se enfrenta a los desaf¨ªos del siglo XXI
La mayor feria de arte contempor¨¢neo del mundo proyecta una mirada bifocal, centrada por un lado en las pinturas de gran formato de los maestros del siglo XX y, por el otro, en las propuestas actuales, llegadas de pa¨ªses cada vez m¨¢s diversos
En los mejores casos, el arte act¨²a como una m¨¢quina del tiempo: a trav¨¦s de los ojos de los pintores y escultores que nos precedieron podemos transportarnos al pasado, conocer la historia. Y, en su versi¨®n radicalmente contempor¨¢nea, las formas y las im¨¢genes manifiestan la capacidad de predecir cu¨¢les ser¨¢n los temas que definir¨¢n el rumbo de los pr¨®ximos acontecimientos. Con 289 galer¨ªas de 40 pa¨ªses repartidas en un edificio de dos alturas, la mayor feria de arte contempor¨¢neo del mundo, la suiza Art Basel (que abri¨® este martes, 14 de junio en Basilea para los coleccionistas y la prensa) se inaugura este mi¨¦rcoles y permanecer¨¢ abierta para el p¨²blico general entre el jueves 16 y el domingo 19. Una cita que parece condensar ambas facetas, cada una de ellas separada por el limbo de unas escaleras mec¨¢nicas.
En la primera planta, donde se agrupan las galer¨ªas m¨¢s consolidadas e influyentes del planeta (entre las que se encuentran este a?o las espa?olas Juana de Aizpuru, Elvira Gonz¨¢lez y Elba Ben¨ªtez), las divisiones de madera de los expositores poco tienen que envidiar a las paredes de cualquier museo de arte moderno de primera l¨ªnea, rebosantes de obras firmadas por los artistas m¨¢s c¨¦lebres de la historia del arte del siglo XX: Basquiat, Mir¨®, Warhol, Pollock, Rauschenberg, Picasso, Balthus, Matisse, De Kooning, Dubuffet, Bacon, Giacometti... En la segunda planta, dedicada a proyectos m¨¢s j¨®venes, frescos y, sobre todo, novedosos, el espacio se nota m¨¢s abierto en todos los sentidos y corre por los pasillos el aire de la actualidad, ese estado de cosas cargado de retos como la crisis clim¨¢tica, el racismo, el sexismo, la guerra o, m¨¢s gravemente incluso, la misma supervivencia de nuestra especie.
Rebosante es una palabra que se antoja adecuada para definir el ambiente que reina en el sector principal de la feria, en la parte inferior, no solo por la cantidad apabullante de visitantes (mucho mayor que en la planta alta), sino quiz¨¢, sobre todo, por el tama?o de las obras expuestas, que en no pocos casos ocupan todo el espacio del que dispone cada galer¨ªa. Parece claro que en esta espiral de caos llamada mundo se anda en busca de certezas a las que agarrarse y eso, en el terreno del coleccionismo de arte, significa obras de gran formato de creadores consolidados. La apuesta es tan a tiro fijo que en ocasiones se repite el mismo nombre, con piezas similares, en distintas casetas: los retratos sonrientes de Alex Katz (cuya retrospectiva acaba de inaugurar el Thyssen), los suelos de cobre de Carl Andr¨¦ (que lleva la galer¨ªa Elvira Gonz¨¢lez y tambi¨¦n la estadounidense Mnuchin), los espejos mareantes de Anish Kapoor (que se exhiben en al menos tres puestos)...
Junto a cuadros, cuadros y m¨¢s cuadros ¡ªabstractos y figurativos a partes iguales, a cada cual m¨¢s ancho y m¨¢s alto, algunos solo aptos por su envergadura para colocar en museos o palacios¡ª, brota de vez en cuando entre los expositores de este sector alguna foto, un collage perdido, escas¨ªsimas instalaciones. Mayor cabida hay para las esculturas en lo que a todas luces supone un despliegue tan conservador como abrumador por su calidad y relumbr¨®n. Algunas son piezas tan ic¨®nicas como la ara?a de Louise Bourgeois, Maman, cuyas patas puntiagudas hab¨ªan rasgado el suelo y cubr¨ªan como un paraguas a los grupos que charlaban animadamente en la caseta de Hauser and Wirth, galer¨ªa multisede que celebra su 30 aniversario poniendo a la venta por 40 millones de d¨®lares (38,2 millones de euros) esta pieza cl¨¢sica, que ronda las calles de varias ciudades del mundo, entre ellas Bilbao.
Mark Spiegler, el director global de la feria ¡ªque tiene franquicias en Hong Kong, Miami Beach y una nueva ubicaci¨®n en Par¨ªs a estrenar en octubre; de ah¨ª la redundancia de llamar a esta convocatoria Art Basel in Basel¡ª reconoce que la pintura es un g¨¦nero que siempre ¡°se vende m¨¢s r¨¢pido¡±. ¡°Aunque conf¨ªo en que todos los formatos tendr¨¢n buenos resultados¡±, se?al¨® en la presentaci¨®n de la feria, consolidando la visi¨®n llamativamente optimista del informe que Art Basel elabora anualmente junto con su patrocinador UBS, The Art Market, un documento habitualmente citado por los medios que, en su ¨²ltima entrega, aporta datos como un aumento del 29% en la cifra de ventas de 2021, hasta los 62.000 millones de euros, tras una d¨¦cada de recesi¨®n que culmin¨® en 2020.
Tras la edici¨®n cancelada de 2020 y la aplazada (de junio a septiembre) de 2021, Spiegler celebr¨® que ¡°es ahora cuando el mundo del arte regresa con toda su fuerza¡±. Poco rastro queda de los efectos de la pandemia m¨¢s all¨¢ de las salas de venta en l¨ªnea, que se mantienen como un apoyo a las ventas presenciales. ¡°Hemos vuelto a la normalidad¡±, certific¨® el director, ¡°pero no de un modo ¨®ptimo por otras cuestiones, en especial la brutal invasi¨®n rusa, que ha devuelto la guerra a Europa¡±. Entre varias muestras ¡°de solidaridad¡± con Ucrania, Art Basel ha patrocinado un concierto del colectivo ruso Pussy Riot, ¡°unas de las voces m¨¢s cr¨ªticas con el r¨¦gimen de Putin¡±, previsto para este mi¨¦rcoles, y no se ha vetado a nadie de Rusia porque, en palabras del director, ¡°no deber¨ªamos juzgar a las personas por su pasaporte¡±. En cualquier caso, no hay ning¨²n artista pro Putin en el programa y hace tiempo que las galer¨ªas y los coleccionistas rusos se salieron de la ¨®rbita de la feria, de modo que tampoco se han tenido que enfrentar a ning¨²n dilema. ¡°Nunca invitamos a coleccionistas que puedan recibir sanciones¡±, explic¨® Spiegler.
Tras un tiempo enfocados en la mayor representatividad de las mujeres, este a?o ha llegado el turno de la entrada al terreno de juego de los pa¨ªses del sur global. ¡°El mundo del arte se ha vuelto m¨¢s permeable a perspectivas que han sido marginadas durante mucho tiempo, tanto en t¨¦rminos culturales como de mercado¡±, apunt¨® Spiegler, que se?al¨® que por primera vez participan galer¨ªas de Senegal, Angola y Arabia Saud¨ª. Aunque hay alg¨²n espacio africano en la primera planta, es en el segundo piso donde se puede ver con m¨¢s claridad esa diversidad de procedencias a la que asegura aspirar la feria, con algunos espacios interesantes, como el guatemalteco Proyectos Ultravioleta, el indio Chemould Prescott Road y el kosovar LambdaLambdaLambda. Otra representante de la escasa presencia espa?ola en Basilea es la galer¨ªa Traves¨ªa cuatro, con obras de Mateo L¨®pez, Sara Ramo y Ana Prata.
?Que qu¨¦ fue de los NFT? Art Basel colabora con Tezos, una plataforma que proporciona la infraestructura para acu?arlos. La empresa, que presenta varias charlas en torno a esta tecnolog¨ªa, cuenta con una caseta donde los visitantes pueden crearlos. Seg¨²n el informe The Art Market, las ventas de NFT crecieron de 4,4 millones de euros en 2019 a 10.600 millones en 2021, y aunque solo un 6% de los marchantes los vendieron, un 74% de los grandes coleccionistas los adquirieron. Es decir, que los augurios son buenos. El propio Spiegler predec¨ªa en una reciente entrevista con este peri¨®dico que el futuro ser¨¢ digital, una profec¨ªa que lleva a?os sobrevolando el sector cultural y que, aunque se ha hecho parciamente realidad en la m¨²sica, el cine, los libros y, tambi¨¦n en el arte, no ha terminado nunca de asestar un golpe definitivo a la realidad tangible. Atendiendo a lo visto en Basilea, los coleccionistas a¨²n siguen buscando adquirir obras f¨ªsicas para colgar. No solo eso: adem¨¢s, las quieren enormemente grandes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.