¡®La isla de Bergman¡¯: una luminosa Hansen-L?ve entra en el sombr¨ªo territorio del genial cineasta sueco

La soledad y el aislamiento del artista fue uno de los ejes dram¨¢ticos del cine de Ingmar Bergman. Sus personajes dedicados al arte, inspirados en s¨ª mismo, r¨ªgidos, fr¨ªos, eg¨®latras, a menudo con una extra?a capacidad para la humillaci¨®n, par¨¢sitos sociales que no dudaban en chupar la sangre de las vidas que ten¨ªan alrededor en pos de su propia creaci¨®n, eran t¨®tems inalcanzables en lo emocional. Poco que ver con los personajes artistas del cine de Mia Hansen-L?ve, que tambi¨¦n los tiene; los de pel¨ªculas como El padre de mis hijos, Ed¨¦n y, en cierto sentido, El porvenir. Y, sin embargo, la directora francesa ha acudido al creador sueco en busca de inspiraci¨®n para La isla de Bergman, estrenada en el festival de Cannes de 2021, que llega este viernes a los cines espa?oles como la primera gran propuesta de autor para el verano.

La delicadeza de Hansen-L?ve apenas guarda relaci¨®n con el rigor del autor de Como en un espejo y La hora del lobo, relatos comandados, respectivamente, por un escritor y por un pintor. Precisamente dos de las pel¨ªculas filmadas por el sueco en la isla de F?r?, escenario ¨²nico de La isla de Bergman, protagonizada por una pareja de cineastas que acude a su territorio de trabajo y de existencia, para acabar encontrando unos modos muy distintos de acercamiento a su iluminaci¨®n tem¨¢tica, a su vida personal y a su concepto del arte. El personaje de Vicky Krieps ¡ªfant¨¢stica actriz¡ª, evidente trasunto de la propia Hansen-L?ve, reflexivo, sencillo, abierto a la vida e indeciso con su escritura, y el de Tim Roth, supuestamente la figura de la pareja, inexpugnable y absolutamente seguro de su capacidad para componer e inventar. Una coyuntura en la que parece imposible soslayar que, poco antes de abordar la pel¨ªcula, Hansen-L?ve se hab¨ªa separado del director Olivier Assayas, con el que hab¨ªa compartido vida durante muchos a?os, y que adem¨¢s es experto en la obra de Bergman desde sus tiempos de cr¨ªtico de cine.

El poder del hombre y su frialdad (¡°Bergman era tan cruel como sus pel¨ªculas¡±, se llega a decir en un di¨¢logo) surgen en una pel¨ªcula de apariencia ligera, pero de una exultante hondura que proviene tanto de sus disquisiciones sobre el hecho de hacer cine mientras se tiene una familia, como de la propia estructura dram¨¢tica, ins¨®lita en muchos aspectos pues, llegado un punto hacia la mitad de su metraje, se desdobla en otra historia que no es sino el propio guion que el personaje de Krieps est¨¢ escribiendo en F?r?. Un segundo tramo, tambi¨¦n apasionante, en el que el eje central queda articulado por otro de los grandes temas de Bergman: la infidelidad. Y unos juegos metaling¨¹¨ªsticos que no acaban ah¨ª, porque la directora francesa a¨²n ejercita un giro narrativo m¨¢s, con un ¨²ltimo trecho en el que roles, int¨¦rpretes e incluso ella como artista se confunden en un inclasificable y palpitante modo de narraci¨®n que supera cualquier etiqueta.

Pel¨ªcula de fantasmas en la que Bergman parece mirar desde arriba, vigilante, mientras se le venera, se le juzga y hasta se le trivializa (esa secuencia del Bergman Safari, atracci¨®n casi de parque tem¨¢tico, en la que tiene un breve papel como actor Jordi Costa, compa?ero de cr¨ªtica en EL PA?S durante muchos a?os), La isla de Bergman nunca es sombr¨ªa sino luminosa, gr¨¢cil y emocionante. Un laber¨ªntico Te querr¨¦ siempre repleto de capas y de audacia narrativa.