Warren Zevon: un hombre lobo en el Soho
Una canci¨®n festiva inmortaliz¨® al misterioso restaurante Lee Ho Fook
Si nos fiamos del tr¨¢fico en las redes sociales, uno podr¨ªa creer que las ¨²nicas m¨²sicas que despiertan pasiones entre nosotros son el trap y el reguet¨®n, pro o contra. Va a resultar que no. El rock puede estar comercialmente en horas bajas pero sus seguidores no son menos obsesivos. Hace poco, uno de estos militantes se admiraba ante la cantidad de fans de Neil Young entre los turistas que llegan a Espa?a: se refer¨ªa a las gorras donde se superponen la N y la Y. No me atrev¨ª a recordarle que tambi¨¦n son las iniciales de New York y que esas gorritas se venden en todo tipo de tiendas de souvenirs.
Que tire la primera piedra quien no haya desperdiciado tiempo y energ¨ªa indagando en nimiedades que aparecen en canciones, portadas, v¨ªdeos de nuestros h¨¦roes musicales. Me ocurri¨® con Werewolves of London (1978), el ¨²nico ¨¦xito (moderado) de ese gran narrador llamado Warren Zevon. El encargo que recibi¨®, junto al guitarrista Waddy Watchel y el bajista LeRoy Marinell, fue desarrollar una canci¨®n que sirviera para lanzar un baile llamado Hombres lobo londinenses. Todo era una broma, claro.
As¨ª que comienza (?y sigue!) en clave humor¨ªstica: ¡°Vi a un hombre lobo que llevaba un men¨² chino en la mano/ andando por las calles de Soho mientras llov¨ªa./ Estaba buscando un restaurante llamado Lee Ho Fook./ Iba a pillar un gran plato de chow mein de ternera¡±. La carga gr¨¢fica de la letra, el empuje r¨ªtmico de Zevon y su cuarteto resultaron irresistibles para algunos cineastas. John Landis se empe?¨® in¨²tilmente en usarla en Un hombre lobo americano en Londres (1981). Martin Scorsese s¨ª consigui¨® los derechos del tema para El color del dinero (1986).
A?os despu¨¦s, descubr¨ª que el restaurante en cuesti¨®n sal¨ªa fugazmente en otra pel¨ªcula: Un toque de distinci¨®n (1973). Tal vez lo recuerden: un hombre casado, George Segal, monta un picadero para facilitar su relaci¨®n con una divorciada, Glenda Jackson¡ y se instalan en el Soho, justo al lado de lo que fue la primera localizaci¨®n del Lee Ho Fook, en Macclesfield Street.
Hoy, Un toque de distinci¨®n resulta un vodevil simpl¨®n y no har¨ªa ninguna gracia el retrato grotesco de los espa?oles (la pareja protagoniza una escapada clandestina a M¨¢laga). Una tontuna que cay¨® en gracia y recibi¨® 5 (?cinco!) candidaturas a los Oscar; de hecho, Glenda Jackson, entonces pr¨¢cticamente una desconocida, se llev¨® el premio a la mejor actriz.
Naturalmente, visit¨¦ el Lee Ho Fook de Gerrard Street, su m¨¢s famoso emplazamiento, a la primera oportunidad. Un lugar limpio y despejado, pero aparentemente sin ninguna menci¨®n al tipo que inmortaliz¨® el local. Las camareras resultaron ser jovencitas ariscas, que no ten¨ªan ganas de hablar con ¡°b¨¢rbaros extranjeros¡± y que aseguraban no tener idea del tal Warren Zevon. Era comida cantonesa: deliciosa, ligera, cara.
Cuando intent¨¦ volver, bueno, esas cosas misteriosas que ocurren en cualquier Chinatown. A pesar de que contaba con una estrella Michelin y parec¨ªa un gran negocio, ya no hab¨ªa rastro del Lee Ho Fook en el Soho. Me aseguraron que tienen sucursales en Melbourne y Honolulu. Pero sin ninguna conexi¨®n con Warren Zevon, que nos dej¨® en 2003.
Babelia
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