Natalia Ginzburg, la naturalidad deslumbrante
Esta narradora, de escritura humilde y l¨²cida, transparente y precisa, fue una maestra en la elecci¨®n de las palabras. A juzgar por las reediciones, cada vez m¨¢s lectores la est¨¢n descubriendo
La autora irlandesa Sally Rooney, de 31 a?os, escribi¨® recientemente un art¨ªculo en el que ten¨ªa que hablar de un libro que le hab¨ªa cambiado la vida, y eligi¨® uno de Natalia Ginzburg: Todos nuestros ayeres (1952), su tercera novela, una de las m¨¢s alabadas. ¡°Cuando le¨ª por primera vez un libro de Natalia Ginzburg, hace muchos a?os, me pareci¨® que le¨ªa algo que hab¨ªa sido escrito para m¨ª, algo que hab¨ªa sido escrito casi dentro de mi misma cabeza o mi coraz¨®n. Me parec¨ªa absurdo que nunca me hubiera encontrado con la obra de esta escritora o que nadie, conoci¨¦ndome, me hubiera hablado de sus libros¡±.
Es curioso cu¨¢ntas veces se produce esta especie de deslumbramiento cuando se descubre a esta autora italiana. Como si todo el mundo se sorprendiera de que no sea famos¨ªsima, con lo buena que es. Rooney se uni¨® as¨ª a una especie de culto silencioso, no muy ruidoso, s¨ª numeroso, de lectores incondicionales. A juzgar por lo mucho que se publica de Ginzburg, cada vez m¨¢s lectores hacen este descubrimiento. En Espa?a se ha traducido en una larga lista de ediciones y reediciones de sus obras en los ¨²ltimos a?os, principalmente en Lumen y Acantilado.
Es un impacto comprensible, pues se trata de una de las principales escritoras italianas del siglo XX, pero mucho menos c¨¦lebre que otros grandes nombres. Este reconocimiento algo subterr¨¢neo entronca con su estilo, una especie de modestia en la escritura, de puro normal, y que, en cambio, luego lleva muy lejos. Ginzburg, nacida en 1916 y fallecida en 1991, tuvo una juventud agitada, marcada por el fascismo, la ocupaci¨®n nazi y el arresto y ejecuci¨®n de su marido, Leone Ginzburg (de quien tom¨® el apellido, el suyo era Levi). Qued¨® viuda y con tres hijos. Esta demoledora experiencia se destila en su obra de forma muy sutil, porque parte siempre de la memoria, de lo vivido, de la experiencia m¨¢s ¨ªntima y cotidiana para ir penetrando en sus pliegues hasta alcanzar una hondura poco frecuente. Hablando de una frase que se dec¨ªa en su casa o de un primo suyo llega a las grandes cuestiones, a la lucha moral y a la b¨²squeda de la verdad.
Sus novelas, relatos, y por supuesto sus ensayos y art¨ªculos, suelen estar muy enlazadas con lo autobiogr¨¢fico. Emana una cercan¨ªa muy familiar, sensaciones y sentimientos que nos asombramos de sentir muy propios, pero huidizos y dif¨ªciles de expresar, y que ella logra decir por nosotros con pasmosa naturalidad, ponerlo en palabras sencillas. Sus destellos repentinos de lucidez, de acertar con los secretos, admiran porque siempre llegan de forma inesperada, contando como distra¨ªdamente relaciones familiares y minuciosos detalles dom¨¦sticos. Nunca, aparentemente, grandes historias. Pero en realidad tiene la mayor ambici¨®n, y de fondo siempre est¨¢ la historia, la ¨¦poca hist¨®rica. Ella dec¨ªa: ¡°Las aut¨¦nticas novelas tienen el poder de alejar de nosotros la cobard¨ªa, la torpeza y el sometimiento a las ideas colectivas, a los contagios y a las pesadillas que se respiran en el ambiente. Las aut¨¦nticas novelas tienen el poder de llevarnos de golpe al coraz¨®n de la verdad¡±.
La b¨²squeda de la verdad, y el hecho de sentirse c¨®moda solo en ella, le lleva a ser de una sinceridad que es una de sus mayores virtudes, pues hace ver qu¨¦ dif¨ªcil es escribir realmente lo que uno piensa, expresar con exactitud lo que se quiere decir. Por otro lado, este rasgo suyo le llev¨® con el tiempo a desechar la invenci¨®n en uno de sus mejores libros, L¨¦xico familiar, publicado en 1963 y que gan¨® el Premio Strega, (¡°Incomparable: no he encontrado ning¨²n libro que se le parezca¡±, dijo Carmen Mart¨ªn Gaite). En ¨¦l simplemente cuenta sus recuerdos de familia. Tambi¨¦n le llev¨® a brillar en sus reflexiones, art¨ªculos y ensayos, desde el maravilloso Las peque?as virtudes (1962) a los art¨ªculos de prensa de No podemos saberlo y Nunca me preguntes, publicados entre 1968 y 1990, y reunidos en Espa?a en Las tareas de casa y otros ensayos (Lumen), donde despliega su capacidad de observaci¨®n sobre cualquier asunto, de pel¨ªculas a la pol¨ªtica (fue diputada del Partido Comunista).
Su huella es reconocible en una forma de escribir y en generaciones de escritoras, como reconoce Vivian Gornick, de 87 a?os, que ha dicho directamente: ¡°Me mostr¨® el camino¡±. ¡°Durante mucho tiempo, no supe qu¨¦ tipo de escritora era yo. Por supuesto, como todo el mundo en mi generaci¨®n, pens¨¦ que me convertir¨ªa en novelista, pero no manifestaba grandes habilidades imaginativas. Al leer a Ginzburg, vi que lo que ella hac¨ªa era insuflar vida en un ensayo. Escrib¨ªa no ficci¨®n en primera persona, textos basados en su experiencia desnuda, pero que se le¨ªan como una novela. Signific¨® un mundo para m¨ª¡±, explica la autora neoyorquina.
Las cualidades de Ginzburg le hicieron tambi¨¦n una parte fundamental de Einaudi, la editorial turinesa por donde pasaron Pavese, Calvino, Carlo Levi. Todos amigos suyos, confidentes, y de los que tiene retratos insuperables. Como escritora, es humilde y l¨²cida, transparente y precisa, una maestra en la elecci¨®n de las palabras, y todo sin darse ninguna importancia, inmersa en una melancol¨ªa que no es grave, que es una aceptaci¨®n de la vida. Es fascinante observar la lentitud con que va tejiendo los pensamientos, y c¨®mo van adquiriendo una potencia reveladora, y c¨®mo los remata. Tiene ¨²ltimas l¨ªneas magistrales. Como estas, un ejemplo cualquiera, sobre su primer d¨ªa en un nuevo colegio: ¡°Estaba muy lejos de mi madre, a la que, sin embargo, hab¨ªa dejado hac¨ªa poco y a la que dentro de poco encontrar¨ªa en casa otra vez, ve¨ªa avanzar mi vida por calles en las que no hab¨ªa ninguna de las personas que hasta ese d¨ªa hab¨ªa tenido junto a m¨ª¡±. Su literatura luego ha sido como un paseo por esas calles, donde ha ido contando lo que le pasa por la cabeza, pensando en voz alta.
Evidentemente, dos de las caracter¨ªsticas fundamentales de su obra, la no ficci¨®n y la reivindicaci¨®n del punto de vista femenino, la hacen muy actual, y tambi¨¦n de ah¨ª su continuo redescubrimiento. En Las peque?as virtudes escribe sobre sus inicios: ¡°Entonces deseaba terriblemente escribir como un hombre, ten¨ªa horror de que se entendiese que era una mujer¡±. En una entrevista a la RAI en 1964 explic¨® que, es m¨¢s, ¡°deseaba ser tomada por un hombre¡±, pero que luego se dio cuenta de que no se pod¨ªa vivir, ni escribir, fingiendo, y decidi¨® empezar a escribir como era ella, y de lo que ella ve¨ªa.
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