El Argar, el gran enigma de la civilizaci¨®n que se desvaneci¨® misteriosamente
Surgida hace 4.000 a?os, fue la primera sociedad dividida en clases de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y la que cre¨® el primer Parlamento del mundo, pero se desvaneci¨® en el 1550 antes de Cristo
Es uno de los grandes enigmas de la arqueolog¨ªa. Una cultura, la de El Argar, que aparece en el 2200 antes de nuestra era y que desaparece en el a?o 1550 antes de Cristo. ?Las causas? Los expertos se debaten entre un agotamiento de los recursos naturales que la sustentaban ¨Dlo que provoc¨® la huida de la poblaci¨®n o la muerte por inanici¨®n de m¨¢s de la mitad de los reci¨¦n nacidos¨D o una gigantesca revoluci¨®n popular que arras¨® todas sus ciudades a causa del insoportable yugo de la clase dirigente, la tenedora del armamento, de los recursos y de las vidas.
Sea como sea, la cultura arg¨¢rica, ¡°la primera sociedad divida en clases de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica¡±, como la define la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, la que cre¨® el primer Parlamento del que se tiene constancia en el mundo, la que enterraba a sus arist¨®cratas con bell¨ªsimos ajuares de oro y plata, se volatiliz¨® literalmente hasta que un arque¨®logo llamado Rogelio de Inchaurrandieta (1836-1915) se top¨® con ella en Murcia en 1869 y comenz¨® a hacerse preguntas.
Inchaurrandieta expuso su gran hallazgo en el Congreso Internacional de Arqueolog¨ªa de Copenhague (1866-1912). Habl¨® de una ignota civilizaci¨®n de la Edad del Bronce que hab¨ªa hallado en un cerro abrupto del municipio de Totana (Murcia), con ajuares incre¨ªbles y que inclu¨ªa una gran ciudad fortificada que carec¨ªa de cualquier tipo de conexi¨®n con las sociedades hist¨®ricas conocidas. Nadie le crey¨®.
Pero en 1877, los hermanos belgas Luis y Enrique Siret llegaron a Murcia buscando explotaciones mineras y terminaron confirmando la existencia de esta desconocida sociedad, de grandes centros urbanos, que se extendi¨® 35.000 kil¨®metros cuadrados por el sureste de la Pen¨ªnsula, que surgi¨® hace 4.000 a?os y que desapareci¨® sin que nadie supiera las causas. Esta cultura, llamada de El Argar (Antas, Almer¨ªa), por ser ese yacimiento el primero excavado met¨®dicamente, dominaba la agricultura, los metales y creaba fabulosas piezas de orfebrer¨ªa. Hasta se conservan los restos de una de sus princesas.
Se?ala el estudio El Argar: la formaci¨®n de una sociedad de clases, de los arque¨®logos Vicente Lull, Rafael Mic¨®, Roberto Risch y Cristina Rihuete Herrada, de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona (UBA), que El Argar ¡°es una de las culturas emblem¨¢ticas de los inicios de la Edad del Bronce en Europa. La constataci¨®n de grandes asentamientos en sus cerros, la abundancia de contextos funerarios bien preservados en el subsuelo de los poblados, as¨ª como la cantidad, variedad y singularidad del repertorio artefactual, han atra¨ªdo desde entonces la atenci¨®n de numerosos investigadores¡±.
La mayor¨ªa de los n¨²cleos de poblaci¨®n arg¨¢ricos ocupaban altozanos situados en las estribaciones de las sierras, separados de los llanos o vegas, pero con un amplio control visual sobre estos. Las viviendas arg¨¢ricas eran de planta absidal, trapezoidal o rectangular y se dispon¨ªan sobre terrazas artificiales. Por lo general, ¡°los enclaves ocupaban una superficie de entre una y tres hect¨¢reas, aunque el desarrollo posterior de algunos, como Lorca y La Bastida, los llev¨® a superar esa extensi¨®n (hasta 10 hect¨¢reas)¡±.
Vicente Lull, catedr¨¢tico de Prehistoria en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y uno de los expertos mundiales m¨¢s reconocidos sobre esta sociedad, admite que lo arg¨¢rico ¡°est¨¢ de moda¡±. ¡°Vienen especialistas de todo el mundo a interesarse por esta civilizaci¨®n ¨²nica, contempor¨¢nea de la minoica, pero totalmente olvidada¡±. ¡°Es una civilizaci¨®n sin parang¨®n¡±, contin¨²a, ¡°con un desarrollo tecnol¨®gico de primer orden, que no dej¨® nada a su paso, pero que lo adelant¨® todo. Es como la b¨²squeda de la civilizaci¨®n perdida¡±.
Los expertos coinciden en que el descubrimiento de El Argar supuso una ruptura con respecto al periodo calcol¨ªtico precedente en aspectos como el desarrollo tecnol¨®gico, las relaciones econ¨®micas, los patrones urban¨ªsticos y de organizaci¨®n territorial y los ritos funerarios. ¡°La orientaci¨®n de la producci¨®n hacia la obtenci¨®n de excedentes centralizados en un contexto de marcada explotaci¨®n social supuso el surgimiento de uno de los primeros Estados de Europa occidental¡±, afirma la UAB.
Los Siret, a finales del siglo XIX, excavaron 10 yacimientos arg¨¢ricos y abrieron m¨¢s de mil tumbas en Antas, con el consiguiente destrozo de los restos. No obstante, dibujaron de forma precisa todo lo que iban encontrando. ¡°La cultura de El Argar es la primera sociedad clasista de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Los asentamientos centrales acumulaban una parte importante de los excedentes de producci¨®n y la fuerza de trabajo. Los efectos de dicho control se manifiestan en la normalizaci¨®n de los productos cer¨¢micos y metal¨²rgicos y en la circulaci¨®n y uso restringidos, sobre todo, de los productos met¨¢licos¡±, aseveran los expertos de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
Pero no todos los habitantes de estas ciudades acumulaban riqueza en igual medida, tal y como demuestran los ajuares funerarios exhumados de la clase dominante. En 1984, Vicente Lull y Jordi Est¨¦vez distinguieron tres estratos sociales. La clase m¨¢s poderosa, formada por el 10% de la poblaci¨®n, que ¡°gozar¨ªa de todos los privilegios y que dispon¨ªa de los ajuares m¨¢s ricos, incluidas armas como alabardas y espadas¡±; un 50% de individuos con derechos pol¨ªtico-sociales reconocidos, y un 40% de personas dedicadas a la servidumbre o a la esclavitud. ¡°Una de las caracter¨ªsticas de esta sociedad es que estaba encerrada en s¨ª misma. Sus defensas no serv¨ªan solo como protecci¨®n, sino que creaban una sociedad enclaustrada dominada por una opresiva clase dirigente¡±, recuerda Lull. Precisamente, esa opresi¨®n aristocr¨¢tica pudo desencadenar el fin de esta civilizaci¨®n.
La cultura arg¨¢rica se extendi¨® unos 700 a?os (2200 a 1550 a. C), fue escasamente permeable y se basaba en relaciones de parentesco y un sistema de transmisi¨®n hereditaria. El Argar comenz¨® entre las cuencas de Vera y Guadalent¨ªn (Murcia) y se extendi¨® por la Meseta, la Comunidad Valenciana, Almer¨ªa y Granada.
Los arg¨¢ricos sol¨ªan enterrar a sus difuntos en el interior de las viviendas. ¡°Las pr¨¢cticas funerarias muestran una remarcable uniformidad a lo largo de todo el territorio. Las comunidades inhumaban a sus difuntos bajo el piso del ¨¢rea habitada en sepulturas individuales, a veces dobles y, en pocas ocasiones, m¨²ltiples. El cad¨¢ver era depositado en posici¨®n flexionada y, generalmente, en dec¨²bito lateral o en posici¨®n sedente con la cabeza orientada hacia el sur o el oeste¡±, recuerdan los expertos de la UAB.
El final de las manifestaciones arg¨¢ricas se sit¨²a hacia 1550 a. C., dando paso al Bronce Tard¨ªo del sudeste peninsular. Las causas del colapso de la sociedad arg¨¢rica parecen haber sido un conjunto de factores socioecon¨®micos y ecol¨®gicos. Posiblemente, la sobreexplotaci¨®n del medio condujo a una degradaci¨®n ecol¨®gica que hizo inviable la reproducci¨®n econ¨®mica y social. El final de El Argar est¨¢ caracterizado por el agotamiento de los recursos naturales, los instrumentos de trabajo y la fuerza de trabajo, este ¨²ltimo en forma de una alta mortalidad infantil y el desarrollo de patolog¨ªas. Quiz¨¢s esta situaci¨®n llev¨® a un estallido social sin precedentes que supuso la desaparici¨®n completa de esta civilizaci¨®n, como demuestra el hecho de que numerosas de las edificaciones desenterradas muestran signos de haber ardido por los cuatro costados.
Seg¨²n los expertos, tras la destrucci¨®n vino el completo silencio, solo roto por la permanencia en Alicante y Granada de algunos peque?os grupos arg¨¢ricos que sobrevivieron un siglo m¨¢s y que pudieron ser poblados por las clases dirigentes huidas.
De los centenares de tumbas arg¨¢ricas estudiadas destaca una que los arque¨®logos llaman de la princesa de La Almoloya, una joven que muri¨® en el a?o 1635 antes de Cristo en el actual t¨¦rmino de Pliego (Murcia). La enterraron en la cabecera de un edificio singular con su ajuar, que inclu¨ªa una diadema de plata y una treintena de valiosos objetos de oro, plata, ¨¢mbar, piedras semipreciosas, cobre y cer¨¢mica. Bajo ella, se hall¨® el cuerpo de un hombre que hab¨ªa fallecido a?os antes.
A unos 100 kil¨®metros de Pliego, en Antas, se encontraba el centro econ¨®mico y pol¨ªtico de esta cultura encerrada en s¨ª misma, donde se ha hallado un edificio que inclu¨ªa una gran sala de gobierno de unos 80 metros cuadrados, con bancos para sentarse y presidida por un hogar y un podio. Estaba preparada para acoger a unas 50 personas. Los investigadores suponen que era una especie de Parlamento, quiz¨¢s el primero del mundo. ¡°Nunca sabremos qu¨¦ se debat¨ªa all¨ª¡±, indica Lull, ¡°porque los arg¨¢ricos, sorprendentemente, y a pesar de su desarrollo, no dominaban la escritura. Es un misterio sobre un misterio¡±.
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