La censura de ¡®Maus¡¯ y la memoria del Holocausto
La reciente prohibici¨®n en un condado de EE UU de la novela gr¨¢fica de Art Spiegelman no ha hecho m¨¢s que reforzar el valor moral de la obra
El nazismo fue derrotado en mayo de 1945, pero el antisemitismo sigue vivo, goza de buena salud y no est¨¢ circunscrito a un Reich milenario, ni tampoco a una ideolog¨ªa de partido ¨²nico declaradamente racista. Hace poco un condado de Tennessee (EEUU) ha prohibido la publicaci¨®n del comix (s¨ª, con x; como se llama en ingl¨¦s a los c¨®mics de sellos independientes) Maus por considerar que emplea...
El nazismo fue derrotado en mayo de 1945, pero el antisemitismo sigue vivo, goza de buena salud y no est¨¢ circunscrito a un Reich milenario, ni tampoco a una ideolog¨ªa de partido ¨²nico declaradamente racista. Hace poco un condado de Tennessee (EEUU) ha prohibido la publicaci¨®n del comix (s¨ª, con x; como se llama en ingl¨¦s a los c¨®mics de sellos independientes) Maus por considerar que emplea ¡°lenguaje malsonante¡± y muestra el ¡°desnudo de una mujer¡±. Esta nueva censura viene a engrosar la lista de casi medio millar de obras que, seg¨²n la Oficina de Libertad Intelectual, han sido prohibidas; algunas tan significativas para la cultura popular como Matar a un ruise?or, las historietas de Tint¨ªn, Las aventuras del capit¨¢n Calzoncillos o la pel¨ªcula Lo que el viento se llev¨®. Parad¨®jicamente ¡ªy como suele ser habitual en el lenguaje autoritario¡ª esta restricci¨®n de libertades se ampara en la presunta defensa del bien com¨²n pues, seg¨²n nos dicen, quieren ahorrarnos un dolor innecesario al quedar expuestos a ¡°ideas inadecuadas¡±.
Sin embargo, Maus es una obra maestra en numerosos sentidos y su censura no ha hecho m¨¢s que reforzar su valor moral. Su ¨¦xito est¨¢ avalado por los millones de ejemplares vendidos en todo el mundo y por el premio Pulitzer obtenido en 1992, pero creo que su principal logro es haber mantenido vivo en la memoria de las nuevas generaciones el recuerdo del Holocausto.
Art Spiegelman naci¨® en Estocolmo en 1948. Sus padres sobrevivieron al Holocausto, aunque su hermano mayor (Richieu) no lo consigui¨®. Su madre se suicid¨® en 1968 y Spiegelman, tras un breve internamiento en un sanatorio mental, se refugi¨® en el dibujo de pujante c¨®mic underground de finales de la d¨¦cada. La crisis de los a?os setenta afect¨® tambi¨¦n al estilo del underground, que empez¨® a preocuparse por elaborar guiones m¨¢s sofisticados que su inicial crudeza gr¨¢fica basada en el sexo, las drogas o la violencia.
De entre los numerosos creadores de aquel c¨®mic underground renovado destacan Art Spielgelman y Bill Griffith, en cuya revista Arcade lograron reunir a veteranos como Crumb o Gilbert Shelton, que ya eran maestros en aquel crudo y cat¨¢rtico estilo de contar historias no aptas para todos los p¨²blicos. Poco despu¨¦s, Spiegelman y Fran?oise Mouly ¡ªsu esposa¡ª fundaron la revista RAW, en la que el ¡°arte gr¨¢fico¡± adquiri¨® su mayor¨ªa de edad, bajo el ropaje de un c¨®mic de gran formato y con un enorme elenco de autores como Kaz, Gary Panter, Charles Burns, Sue Coe y muchos otros.
A diferencia del c¨®mic tradicional ¨Dy esta ser¨¢ una constante en la obra de Spiegelman¨D, sus p¨¢ginas est¨¢n concebidas para ser le¨ªdas lentamente y muy a menudo reclaman una segunda lectura, tras la cual suelen aflorar nuevas ideas o sensaciones. No es un producto de consumo r¨¢pido y pide ser reciclado.
Las primeras p¨¢ginas de Maus fueron publicadas en 1972 en el comix underground Funny Animals, editado por su amigo y futuro coeditor en RAW Justin Green. Una gran innovaci¨®n de Maus es haber recurrido a animalillos antropom¨®rficos para representar el infierno exterminador nazi y la persecuci¨®n antisemita en Europa: los jud¨ªos son representados por unos ratoncitos que evocan a los personajes cl¨¢sicos del c¨®mic de la edad dorada, los nazis son gatos y los colaboracionistas polacos son cerdos. Una met¨¢fora orwelliana, ilustrada en blanco y negro. La otra originalidad de Maus es el an¨¢lisis introspectivo. Spiegelman, al igual que ya hab¨ªan hecho anteriormente Crumb y el propio Green, manej¨® brillantemente la primera persona para transmitir con gran realismo psicol¨®gico pensamientos profundos y complejos sobre algo tan terrible como el Holocausto.
Maus desarrolla dos historias paralelas, en tiempos, circunstancias y lugares muy distintos, pero unidas ambas por el cord¨®n umbilical de una herencia com¨²n. Por una parte, se trata de una visi¨®n hist¨®rica basada en la vida de sus padres en Polonia (narrada por el padre, Vladeck) y su lucha por sobrevivir al exterminio. Pero Maus es tambi¨¦n un an¨¢lisis contempor¨¢neo en clave autobiogr¨¢fica sobre la asimilaci¨®n de los jud¨ªos en los EEUU de finales de siglo XX y tambi¨¦n sobre la complejidad de las relaciones humanas. En un momento dado Vladeck alerta c¨ªnicamente a su hijo acerca de la amistad: ¡°Enci¨¦rrate con tus mejores amigos en una habitaci¨®n cerrada durante una semana, sin comida ni agua, y ?ver¨¢s donde quedan tus amigos!¡±. Probablemente es esta narraci¨®n paralela de dos momentos hist¨®ricos tan diferenciados la que dota a Maus de una enorme fuerza de evocaci¨®n que impide entender el Holocausto como ¡°algo del pasado¡±.
Hay una vi?eta en la que Vladeck se lamenta amargamente: ¡°Mi vida requerir¨ªa varios libros para ser contada y, sin embargo, nadie tiene inter¨¦s en conocer mi historia¡±. Gracias a Maus eso no ha ocurrido y por eso creo que ese es su gran m¨¦rito: impedir que las v¨ªctimas vuelvan a ser olvidadas por el simple hecho de ser incorporadas a los libros de Historia. Es la gran paradoja de la Historia: cuando la memoria de los acontecimientos se racionaliza y se ¡°empaqueta¡± en manuales de historia, parece que lo que procede es enterrarla en una biblioteca.
Quiz¨¢s como reacci¨®n ante ese olvido, Spiegelman incluy¨® las primeras versiones de Maus en su recapitulatorio de 1977, Breakdowns, un t¨¦rmino ingl¨¦s polis¨¦mico que puede traducirse como desgloses, rupturas, aver¨ªas, fracasos o ataques de nervios. Y en realidad todo eso podemos encontrarlo en Maus. La vida en el gueto, el colaboracionismo y la delaci¨®n de los vecinos, los trenes con destino a Auschwitz, el tatuaje en el antebrazo del deportado, los trabajos forzados, el exterminio sistem¨¢tico de ni?os, el suicidio, las c¨¢maras de gas y tantos otros momentos terribles e inhumanos bajo la sombra de la esv¨¢stica son expresados con el lenguaje del c¨®mic y de esta forma Spiegelman logra llegar m¨¢s lejos y, sobre todo, m¨¢s profundamente de lo que consiguen muchos estudios hist¨®ricos sobre la Shoah o un simple archivo de fotograf¨ªas, pel¨ªculas o documentos. No es que no sean necesarios, es que no son suficientes. Necesit¨¢bamos a Maus.
Nadie se hab¨ªa atrevido a hacer nada parecido antes de Spiegelman y somos muchos quienes le agradecemos que se atreviera a hacerlo, aunque para sorpresa de tantos su obra haya sido prohibida por esas mentes bienpensantes que creen que el Holocausto deber¨ªa ser explicado en colorines.
Fernando Navarro Garc¨ªa es autor del ¡®Diccionario biogr¨¢fico de nazismo y III Reich¡¯ y presidente de la consultora Innovaetica.