Milagro cultural en un pueblo de 450 habitantes llamado Milagros
En 1983, los vecinos de esta localidad burgalesa organizaron sin apoyos institucionales un festival por donde, con los a?os, pasaron artistas como Celtas Cortos y Amaral, y con el que colaboraron pintores aut¨®ctonos como Jos¨¦ Vela Zanetti y Rufo Criado
Que a estas alturas se monte un festival, concierto u otro tipo de evento cultural en alg¨²n pueblo podr¨ªa calificarse de antinoticia. Los hay de todas las clases, tem¨¢ticas y g¨¦neros. En enclaves medianos, peque?os y hasta abandonados. La cultura ha resultado ser un estupendo revitalizador del territorio y a d¨ªa de hoy existen infinidad de pruebas para corroborarlo. Pero, all¨¢ por 1983, la historia era diferente. ¡°Casi ni se hac¨ªan festivales en las grandes ciudades¡±, recuerda Vicente G¨®mez, m¨¦dico jubilado de 71 a?os que, junto al maestro Bernardo Llorente, fallecido en 2021, impuls¨® aquel a?o, tras un par de tentativas previas, el Verano Cultural de Milagros, un pueblo del sur de Burgos de vino y lechazo, con una iglesia barroca tomada por las cig¨¹e?as y 450 habitantes.
A primera hora de la ma?ana de otra jornada de este sofocante verano, G¨®mez espera en el oasis fresco de un lagar a las afueras del pueblo. Va vestido con pantal¨®n corto y una camiseta estampada con conchas y caracolas, lleva la barba blanca y tanto su aspecto como su discurso podr¨ªan describirse como joviales. ?l, que naci¨® en Fresnillo de las Due?as (no muy lejos) y recal¨® en Milagros por su profesi¨®n, es un gran aficionado y conocedor de las artes esc¨¦nicas. Tambi¨¦n lo era Bernardo. De ah¨ª surgi¨® la idea, y los contactos, para llevar la cultura al pueblo hasta acabar formando una peque?a revoluci¨®n. ¡°Fue un bum¡±, dice G¨®mez. ¡°No s¨¦ si ha visto los programas, pero es incre¨ªble la gente que ven¨ªa¡±.
Desde que arrancaron y hasta m¨¢s o menos el nuevo siglo, pasaron por Milagros grupos y cantantes como Celtas Cortos, Amaral, Mar¨ªa Dolores Pradera o Amancio Prada; compa?¨ªas teatrales como Yllana y Corsario, actores, escritores, pintores, conferenciantes y, poco despu¨¦s, hasta un certamen de m¨²sica rock, Tintorrock, que se celebr¨® en 2002 con grupos como S?ber, Hamlet, Marea y Ska-P. Desde que los fundadores cedieron el testigo en aquella ¨¦poca el Verano Cultural se sigue celebrando, este a?o del 5 al 21 de agosto con un programa que incluye grupos como Silo¨¦ o La Regadera y la soprano Bel¨¦n Alonso. Pero todo ha cambiado mucho. Hubo un desgaste y tambi¨¦n un cambio de mentalidad que provocaron la transici¨®n. Porque lo que hicieron en su momento era desproporcionado: en una edici¨®n llegaron a atraer, seg¨²n cuentan, a 40.000 visitantes a esta localidad donde un d¨ªa cualquiera apenas se ve gente paseando. Y eso no es lo m¨¢s rese?able: aquel despliegue lo organizaban los propios residentes, voluntarios que dedicaban a la causa ¡°todo el verano y todos sus ratos libres del a?o¡±.
Despu¨¦s de los meses de preparativos previos, de dise?ar el programa y gestionar las actuaciones, cuando llegaban las fechas, entre julio y agosto, los vecinos se repart¨ªan las tareas para atender tanto a los artistas como al p¨²blico que les visitaba: asaban cochinillos y cocinaban paellas, serv¨ªan en el bar, vend¨ªan las entradas (como no dispon¨ªan de taquillas, las despachaban en coches), gestionaban el tr¨¢fico que inundaba el pueblo y hasta montaban ¡ªcon sus propias manos¡ª los escenarios. El titular se escribe solo: Milagros hizo milagros.
Hoy, indudablemente, las normativas de seguridad les impedir¨ªan hacer algo as¨ª, tan de andar por casa. Eran otros tiempos. Al estar organizados en una cooperativa, el m¨¦dico cree que ¡°el pueblo estaba bastante abonado para algo as¨ª¡±. Los milagre?os estaban dispuestos a colaborar y la bola se fue haciendo cada vez m¨¢s grande: ¡°Los artistas de un a?o iban proporcionando otros¡±, dice G¨®mez, que aclara el principal secreto: que estos aceptaban un cach¨¦ m¨¢s bajo de lo habitual dada la naturaleza del proyecto. ¡°No fue dif¨ªcil organizarlo¡±.
A falta de hotel, los m¨²sicos y actores dorm¨ªan en literas habilitadas en la casa del cura o en otras viviendas vac¨ªas. Y sin restaurantes donde reservar, se preparaban las comidas ¡ªcangrejadas, chuletadas...¡ª en casas particulares. El grueso de los festejos ten¨ªa lugar en verano, pero hab¨ªa actuaciones goteando a lo largo del a?o. Despu¨¦s del show, los artistas cenaban y tomaban copas en la bodega del pueblo. Ah¨ª no cab¨ªa todo el mundo, as¨ª que se invitaba solo a los ¡°14 o 15¡å colaboradores m¨¢s estrechos. Ah¨ª se resquebraj¨® una grieta. A pesar de las reticencias de muchos, los organizadores prefer¨ªan ser ¡°independientes¡± y nunca aceptaron apoyos institucionales, aunque s¨ª contaban con el patrocinio de la cooperativa y de empresas locales. Tambi¨¦n costeaban ciertos gastos de su bolsillo. ¡°Desde la Junta o la Diputaci¨®n me ofrec¨ªan a lo mejor 100.000 pesetas, solo para figurar. Yo siempre rechac¨¦ las subvenciones, y eso la gente no lo entend¨ªa mucho¡±, reconoce Vicente. Y la grieta se fue agrandando.
Nunci fue una de aquellas colaboradoras m¨¢s involucradas, de las que cenaban en petit comit¨¦ en la bodega. Cuidadosamente organizados por a?os en ¨¢lbumes y cuadernos, a¨²n conserva centenares de fotos, folletos y recortes de prensa. Pasa las p¨¢ginas y muestra con cierta nostalgia las funciones que montaron dentro de la iglesia y en la plaza, un espacio irregular, peque?o y con una ligera pendiente donde asombrosamente se dispon¨ªan centenares de sillas para disfrutar de espect¨¢culos (¡°y no se o¨ªa ni una mosca¡±), as¨ª como en el campo de f¨²tbol, donde se convocaban los conciertos m¨¢s multitudinarios. ¡°Nosotros somos muy de teatro en este pueblo¡±, presume la vecina, y Vicente lo corrobora: ¡°La gente aqu¨ª ha visto tantas obras que saben mucho¡±.
Tambi¨¦n, aunque solo sea por cercan¨ªa, en Milagros conocen bien el arte contempor¨¢neo: junto a la misma plaza donde se pasaron obras de Ionesco y funciones con El Brujo se levanta el caser¨®n ¡ªo lo que queda de ¨¦l, apenas las paredes¡ª en el que naci¨® el pintor Jos¨¦ Vela Zanetti (1913-1999), conocido por sus representaciones de campesinos y paisajes castellanos. El artista, exiliado tras la Guerra Civil en Am¨¦rica, donde pint¨® decenas de murales, incluido uno para la ONU, fue solo uno de los nombres destacados que colaboraron con exposiciones, carteler¨ªa y hasta con la rifa de sus obras con el Verano Cultural.
Otro de aquellos artistas es Rufo Criado, arandino que tiene su taller en Milagros, donde naci¨® su mujer. A la cuesti¨®n de c¨®mo cree que influye tanta presencia cultural en un pueblo peque?o, ¨¦l se hace la pregunta inversa: ¡°?C¨®mo influye el pueblo en la cultura?¡±. Una respuesta la guardan las decenas de obras que duermen en su estudio, un edificio invadido por la luz natural y con vistas silenciosas a un campo castellano verde y amarillo, atravesado por el Riaza, elementos naturales donde Criado encuentra no solo la inspiraci¨®n, sino tambi¨¦n los referentes (que, de hecho, fotograf¨ªa primero) para sus pinturas y creaciones constructivistas.
El pintor, que en 2003 fund¨® y fue el primer director del Centro de Arte Contempor¨¢neo de Burgos, el CAB, hace las veces de historiador y explica que todav¨ªa hay m¨¢s artistas ligados a Milagros. Est¨¢n el figurativo Higinio Boalg (1939-2016), segoviano que residi¨® all¨ª y ten¨ªa su taller a apenas unos metros del de Criado, y el aut¨®ctono Ram¨®n Moral-Abad, quien, como apunta Criado, es autor de una obra muy vinculada a la naturaleza y el paisaje de la zona. Muy cerca de all¨ª, en Aranda de Duero ¡ªcuna de festivales musicales como Tintorrock y Sonorama¡ª trabaja N¨¦stor Sanmiguel, que en los ochenta form¨® con Criado el grupo A Ua Crag, y que ahora, a sus 73 a?os, se ha consagrado a t¨ªtulo individual con una exposici¨®n conjunta entre el Artium de Vitoria y el Reina Sof¨ªa. ¡°Todav¨ªa me pregunto c¨®mo he llegado aqu¨ª, porque no era esperado¡±, barrunta Sanmiguel en su estudio arandino, donde trabaja con su hijo Ismael mientras encadena un cigarrillo tras otro. ¡°Quiz¨¢ haya ayudado estar fuera de las normas¡±.
Encontrarse fuera del circuito comercial tambi¨¦n supuso un revulsivo para el Verano Cultural de Milagros. Su principal atractivo resid¨ªa en que transportaba la cultura a un entorno rural, algo que en su momento no era nada com¨²n. Pero su ¨¦xito marc¨® el principio de su fracaso. A las dudas que suscitaba la gesti¨®n econ¨®mica y las ¡°habladur¨ªas¡± que circularon, se sum¨® otro factor para la decadencia de este proyecto pionero: ¡°La gente de Milagros no disfrut¨¢bamos de ello, porque est¨¢bamos pringados: era para la gente de fuera¡±, resume Marisa. ¡°En aquellos a?os Milagros estaba en boca de todos, pero trabaj¨¢bamos sin descanso¡±. A la sombra de la casa de cultura, ella y otros cuantos vecinos, como Antonio, que era el alcalde de la localidad a principios de los ochenta, charlan vivamente de aquel periodo. Subrayan el orgullo de haber dado a conocer su pueblo, pero tambi¨¦n el cansancio y la sensaci¨®n de verse sobrepasados. ¡°Llegamos a un nivel en que un pueblo como este no se pod¨ªa gastar 30 millones de las antiguas pesetas en un verano cultural, porque los ingresos eran m¨ªnimos¡±, cuenta. ¡°Y era un trabajo muy intenso¡±.
Antonio, por ejemplo, madrugaba ¡°a las cinco¡å para trabajar en una f¨¢brica en Aranda ¡°seis d¨ªas a la semana¡± y despu¨¦s volv¨ªa a Milagros para colaborar con la organizaci¨®n ¡°hasta la una de la noche¡±. ¡°Yo creo que acabamos un poco saturados y ahora la gente joven no se involucra tanto¡±, tercia Marisa. Bego?a y Juani, que tambi¨¦n participan en la conversaci¨®n, le dan la raz¨®n. Se la da hasta Susana, que a sus 24 a?os encabeza la asociaci¨®n cultural que organiza el Verano. Todo est¨¢ ahora organizado entre unos pocos y a base de ¡°papeleo y m¨¢s papeleo¡±, solicitando los permisos preceptivos y observando a rajatabla las regulaciones (¡±si no, se nos puede caer el pelo¡±). Porque aunque los viejos tiempos ya pasaron y ahora Vicente G¨®mez y otros fundadores ni siquiera acuden a los actos, muchos en Milagros siguen queriendo tener su Verano Cultural. ¡°Nosotros intentamos continuar con la tradici¨®n¡±, resume Susana. ¡°Pero ya no es lo mismo: todo tiene que seguir unas pautas¡±.
Babelia
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