El mundo ya no necesita el regreso de La Cabra Mec¨¢nica, pero nosotros s¨ª
El grupo liderado por Lichis regresa en un concierto ¨²nico en el festival Gigante y ofrece una gran actuaci¨®n repleta de himnos de barra del bar
El mundo ha cambiado mucho en la ¨²ltima d¨¦cada. Parece que m¨¢s a¨²n en la m¨²sica espa?ola, donde todo ha dado un vuelco tan grande que hasta los indies, que abrieron nuevas brechas en el panorama sonoro, han quedado relegados a un plano menor ante el triunfo de los nuevos ¨ªdolos de la m¨²sica urbana, capaces de ensanchar m¨¢s el horizonte y avivar nuevas pol¨¦micas. Doce a?os son los que han pasado desde el fin de La Cabra Mec¨¢nica, el grupo liderado por Miguel ?ngel Hernando, alias Lichis. En la noche de este s¨¢bado, el regreso de este combo recopilador de ritmos callejeros y bastardos fue una de las grandes bazas del festival Gigante, estupendo certamen de peque?o-medio formato celebrado en Alcal¨¢ de Henares. El mundo giraba en un sentido, aunque se detuvo, como un reloj que diese la hora de otra ¨¦poca, a las 21.20 horas, momento en el que La Cabra Mec¨¢nica saltaba al escenario, despu¨¦s de tantas negativas de Lichis por reanimar una banda tan querida por la memoria colectiva de otro tiempo.
No era un regreso m¨¢s porque se trataba de un concierto ¨²nico para el Gigante y, sin embargo, tampoco ha suscitado la atenci¨®n medi¨¢tica que merec¨ªa. Quiz¨¢ si este regreso se hubiese producido en un marco como el del Sonorama Ribera, que atrae m¨¢s pulso informativo en verano, hubiese sido m¨¢s celebrado por m¨¢s gente. Dio igual. Mayoritariamente, el p¨²blico que se agolpaba frente al escenario rondada entre los 35 y 50 a?os y se entreg¨® desde el primer minuto a la reaparici¨®n de La Cabra Mec¨¢nica. Imposible no hacerlo si Lichis y los suyos ¡ªotros sietes m¨²sicos que le acompa?aron, entre guitarristas, vientos, teclados y bater¨ªa¡ª, arrancaron con Felicidad, esa canci¨®n rumbera y contagiosa de alegr¨ªa como una ma?ana soleada de s¨¢bado. La escenograf¨ªa era muy sobria y no se ech¨® de menos. Lo que importaba no era el espect¨¢culo, sino volver a cantar a pleno pulm¨®n un cancionero tan radiante y vivo, tantos a?os despu¨¦s, como el de La Cabra Mec¨¢nica.
Con la mano en las cejas, Lichis divis¨® el horizonte de cabezas y cuerpos bailarines y dijo: ¡°?Qu¨¦ pasa?¡±. Y todo estaba ya encendido, aunque fallase en los primeros minutos su micr¨®fono y tuviese que cambiarse al de su compa?ero y fiel escudero, Fernando Polaino. Los ¡°guapos¡± y ¡°salaos¡±, como el propio Lichis llamaba constantemente a los asistentes, estaban ya enchufados a un repertorio invencible, un lugar de encuentro a trav¨¦s de acordes y versos de acento popular como el que se recoge en canciones que sonaron en la actuaci¨®n como El d¨ªa de tu boda, Carne de canci¨®n, La u?a de la rumba, F¨¢bula del hombre lobo y la mujer pantera, Valientes, Todo a cien o Sha la la, esa peque?a maravilla que bien podr¨ªa haber firmado el mism¨ªsimo Kiko Veneno.
En la noche del s¨¢bado, La Cabra Mec¨¢nica sonaron certeros y cumplidores. Quiz¨¢ falt¨® algo m¨¢s de ¨¦pica hacia un cancionero que puede ponerse en lo alto del pop espa?ol. Entendido por pop algo que sabe llegar al coraz¨®n de la gente sin campa?as de promoci¨®n desmedidas ni intensas redes sociales. Este concierto ¨²nico se celebraba para conmemorar el 25? aniversario del nacimiento de la banda. Un cuarto de siglo desde que La Cabra Mec¨¢nica irrumpieron en la m¨²sica espa?ola, con un Lichis, tal y como record¨® sobre el escenario, despu¨¦s de mover maquetas por bares de Lavapi¨¦s y medio Madrid. En 1999, telonearon a Celtas Cortos y se empez¨® a hablar de ellos, pero nada fue igual tras la publicaci¨®n en 2001 de Vestidos de domingo, un ¨¢lbum apabullante de campechaner¨ªa, gracejo y sonidos barriales. De alguna manera, este grupo, capitaneado por su compositor y cantante y por el que entraron y salieron tantos m¨²sicos, segu¨ªa el fabuloso legado de Kiko Veneno o Los Rodr¨ªguez, aunque tambi¨¦n podr¨ªa incluirse en el eclecticismo de Manu Chao u Ojos de Brujo. La Cabra Mec¨¢nica no se parec¨ªa a nada, pero sonaba a la m¨²sica de todos.
La Cabra Mec¨¢nica fue algo m¨¢s que un muy buen grupo. Fue una banda de un brillante latido verbenero, que le cantaba a la siesta y a los platos combinados, asuntos serios en este pa¨ªs que todav¨ªa se reconoce en las barras de los bares, donde no hay banderas ni personajes con corbata y malet¨ªn. ¡°Son tus labios para m¨ª un plato de calamares¡±, cantaba Lichis en Gigante en F¨¢bula del hombre lobo y la mujer pantera. Lichis, que estaba suelto, juguet¨®n y con una voz que se colaba por todos los surcos, es uno de los grandes letristas espa?oles. Tambi¨¦n uno de los m¨¢s maltratados por el maldito negocio. Es un tipo capaz de poner sobre la mesa de composici¨®n el lenguaje familiar de la tasca y el verso rompedor del poeta de mercado de carnicer¨ªas y pescader¨ªas.
Al igual que ¡°nada vuelve a ser lo mismo despu¨¦s de una gira de provincias¡±, tal y como se cant¨® en El d¨ªa de tu boda, nada vuelve a ser lo mismo despu¨¦s de haber triunfado con una banda que se disolvi¨® cuando nadie lo esperaba. Su l¨ªder necesit¨® cambiar de f¨®rmulas musicales y encontrar otro idioma propio. La carrera de Lichis en solitario, que ha coqueteado con variantes estil¨ªsticas muy dispares y alejadas del esp¨ªritu de La Cabra Mec¨¢nica, ha quedado reducida a los m¨¢rgenes, fuera de foco. Una pena.
Este concierto aniversario y ¨²nico sirvi¨® para recordar el talento descomunal de Lichis, que le canta siempre a la falta de amor desde el banco del parque o la barra, donde nada nunca es tan tr¨¢gico como para echarle un cantecito o soltar un buen chiste. Ah¨ª, en su latido desconsolado y verbo gallito, Lichis saca el coraz¨®n por todo el callej¨®n principal y las emociones de sus canciones se abren en canal con la gracia que mezcla lo castizo y lo mediterr¨¢neo, al calor de un buen bar y una mejor parranda entre colegas. Podemos decirlo: al frente de La Cabra Mec¨¢nica, a principios de siglo, Lichis anticip¨® a C. Tangana en su personaje El madrile?o. Es algo que ahora deber¨ªamos reconocerle y que seguro que el propio Puchito reconocer¨ªa despu¨¦s de tomar tan buena nota de tanta m¨²sica de los noventa para montar su actual show. El rollo popular y folcl¨®rico de C. Tangana, con esa virtud de colarse en la casa por la ventana como un viento fresco, se asocia a grupos como Ketama, vale, pero tambi¨¦n La Cabra Mec¨¢nica. Nuestra memoria enlaza ambos universos.
Da algo de rabia este pa¨ªs, que puede olvidar una banda as¨ª y un compositor as¨ª. Que ve c¨®mo la m¨²sica de La Cabra Mec¨¢nica ha quedado diluida para el gran p¨²blico en tiempos como estos, en los que C. Tangana vuelve a poner sobre el tablero el gran folclore pop espa?ol. Cuando Lichis y los suyos ya reventaron los term¨®metros en 2001, Espa?a estaba en el primer Operaci¨®n Triunfo. La industria, la televisi¨®n, la radio y un p¨²blico domesticado hasta la extenuaci¨®n arrinconaron propuestas como la de La Cabra Mec¨¢nica mientras se buscaban nuevos Bisbales, Rosas y Bustamantes. Menos mal que un m¨²sico tan inteligente como C. Tangana ha vuelto a rescatar ese esp¨ªritu de verbena infinita y lo ha barnizado con los efectos de estos tiempos. Hay un hilo directo e invisible que une a Puchito afrontando una canci¨®n como T¨² me dejaste de querer con La H¨²ngara, mientras todo el p¨²blico se menea loco, con La lista de la compra, ese temazo en el que Lichis cantaba con Mar¨ªa Jim¨¦nez. A ambas canciones les separan dos d¨¦cadas, pero les une el jolgorio popular, el alma de himno. Cuando sobre el escenario la cant¨® sin Mar¨ªa Jim¨¦nez, Lichis dijo: ¡°?Cu¨¢l es esta?¡±. Y luego solt¨® en mitad de la canci¨®n: ¡°?Viva la Rep¨²blica!¡±.
Los himnos no son los que suenan cuando izan las banderas o se encienden los altavoces de los ministerios, sino los que se cantan en las fiestas de los pueblos y en los bares. C. Tangana se ha merendado a la m¨²sica espa?ola con esta clave. Y La Cabra Mec¨¢nica nos lo volvi¨® a recordar en el festival Gigante. Nos lo record¨® de forma sencilla y gozosa. Como ese plato de calamares que no falla cuando aprieta el hambre en toda la pandilla. Himnos de esos que nos unen cuando el mundo no es amable ni humano y, como en la noche del s¨¢bado, suenan como si fueran compuestos hoy mismo. Parafraseando uno de los versos m¨¢s conocidos de Lichis, puede que el mundo, tal y como est¨¢ planteado hoy en d¨ªa, ya no necesite este regreso, pero qu¨¦ demonios, nosotros s¨ª necesitamos el j¨²bilo vital de La Cabra Mec¨¢nica.
Babelia
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