Los m¨²sicos de jazz que no se murieron de hambre
Arrollado por el rock, el jazz debi¨® reinventarse en los a?os sesenta. Una de las salidas fue la f¨®rmula CTI
Llevo una temporada meditando sobre el cambio de paradigmas que estamos viviendo. El reguet¨®n y dem¨¢s m¨²sicas urbanas han arrollado al rock, expulsado de los medios y reducido ¡ªexcepto cuando se presenta en estadios¡ª a la irrelevancia. Se me ocurre un terremoto similar: el sufrido por el jazz durante la II Guerra Mundial y los a?os posteriores.
Recordar¨¢n lo ocurrido. Muchas big bands se desintegraron debido al racionamiento de gasolina ¡ªque dificultaba los desplazamientos¡ª y el alistamiento de m¨²sicos j¨®venes. Cuando regresaron, descubrieron que los clubes prefer¨ªan contratar grupos reducidos. Hab¨ªa surgido el bebop, que no invitaba al baile. Y despegaban m¨²sicas m¨¢s directas, como el rhythm & blues y el country & western, predecesores del rock & roll. Y hab¨ªa hostilidad, como se aprecia en el minuto 59 de Blackboard Jungle (aqu¨ª, Semilla de maldad), cuando los alumnos destrozan los discos del profesor.
Y aun as¨ª, el jazz sobrevivi¨®. Gracias a reuniones de grandes figuras tipo Jazz at the Philharmonic, de Norman Granz, que ya en 1945 montaba giras y en 1952 daba el salto a Europa. Adem¨¢s, estaban los festivales al aire libre (el primer Newport se celebr¨® en 1954) y los disqueros que aprovecharon las posibilidades tecnol¨®gicas del LP. Fue entonces cuando adquirieron relevancia algunos productores que se romp¨ªan la cabeza buscando maneras de vender jazz.
El m¨¢s exitoso fue Creed Taylor, que acaba de morir con 93 a?os. Ten¨ªa, hay que decirlo todo, una reputaci¨®n ambigua. Hay aficionados que creen que arder¨¢ en el infierno por haber inventado de rebote el smooth jazz, pero Taylor no obligaba a los artistas a seguir sus f¨®rmulas: eran acuerdos mutuos donde ambas partes buscaban visibilidad en las tiendas, presencia en las radios y, en definitiva, ventas. Aparte, sean cuales sean sus pecados comerciales, fue el fundador de Impulse!, sello esencial donde fich¨® a John Coltrane y puso a prueba algunas de sus intuiciones de mercadotecnia: una est¨¦tica reconocible en las portadas y sus fundas dobles.
Taylor solo dirigi¨® Impulse! durante un a?o: en 1961, salt¨® a Verve, donde ejerci¨® como productor de Bill Evans, Jimmy Smith, Cal Tjader y Wes Montgomery. Sobre todo, tuvo la intuici¨®n de la posible hermandad entre el jazz y esa sinuosa m¨²sica que ven¨ªa de Brasil, la bossa nova. Bajo el t¨ªtulo de Jazz samba uni¨® en 1962 a Stan Getz, saxofonista de dif¨ªcil trato, y el guitarrista Charlie Byrd, que hab¨ªa descubierto la bossa en R¨ªo de Janeiro. Fue todo un pelotazo, aunque eclipsado en 1964 por el multimillonario Getz/Gilberto, donde el saxofonista se ajustaba a los modismos cariocas de Jo?o Gilberto y Antonio Carlos Jobim. All¨ª iniciaba Garota de Ipanema su carrera internacional, provocando la ira de los puristas brasile?os: en la versi¨®n single, de 2 minutos y 47 segundos, solo se escuchaba la voz de Astrud Gilberto, la esposa de Jo?o, una vocalista no profesional que encima cantaba en ingl¨¦s (en la versi¨®n del LP, cantaban ambos).
La idea del recorte, claro, fue de Creed Taylor. Todo lo que hab¨ªa aprendido lo traslad¨® a su sello particular, CTI, que debut¨® en 1967. Por ejemplo, cambi¨® el recurso a los a?ejos standards por versiones de hits de los sesenta. Atemper¨® el sonido con discretos arreglos orquestales de Don Sebesky, luego reemplazado por Bob James y David Matthews. Logr¨® una identidad visual para sus portadas, basada en fotos de la naturaleza, habitualmente firmadas por Peter Turner; generalmente, en las tapas solo aparec¨ªan retratos de los artistas en los lanzamientos de Kudu, un subsello dedicado al soul-jazz.
La lista de fichajes inclu¨ªa al citado Wes Montgomery, George Benson, Freddie Hubbard, Hubert Laws, Randy Weston, Chet Baker, Paul Desmond, Joe Farrell, Ron Carter, Quincy Jones, Stanley Turrentine y, s¨ª, muchos brasile?os. Todos con un excelente nivel, lo que explica que hayan sido reeditados con frecuencia. Hay ediciones para audi¨®filos, remasterizadas por Rudy van Gelder, que fue ingeniero de sonido en muchas de las sesiones originales.
Es probable que Creed Taylor fuera mejor productor que hombre de negocios: sus acuerdos de distribuci¨®n con A & M y Motown terminaron mal y nunca lleg¨® a mantener el control de todo lo publicado por CTI. Pero, para alguien que lleg¨® a Nueva York con el plan de tocar trompeta en un grupo de bop, no se puede decir que hiciera una mala carrera.
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