Los or¨ªgenes
A¨²n hoy no ha cesado ni el desbarajuste ideol¨®gico ni la bronca literaria de las dos Espa?as nacidas con las Cortes de C¨¢diz
Es posible que no haya pa¨ªs donde el periodismo haya dado tantas figuras literarias de primer orden. O, dicho al rev¨¦s, no s¨¦ yo si habr¨¢ otra sociedad en la que los literatos hayan jugado un papel pol¨ªtico tan relevante en la prensa. Quiz¨¢s en el nacimiento de esta peculiaridad se encuentre la pugna entre liberales y serviles que a principios del siglo XIX sacudi¨® a Espa?a entera desde C¨¢diz.
A ra¨ªz de la apertura de las Cortes en la ciudad gaditana, asediados por los invasores franceses, pero al mismo tiempo teniendo a ese pa¨ªs como modelo de ilustraci¨®n y liberalismo, se produjo una confusi¨®n tan grande que todav¨ªa persiste. Por un lado, estaban los serviles, es decir, los que odiaban el liberalismo de las nuevas Cortes y defend¨ªan la Inquisici¨®n y los restantes medios de opresi¨®n. Enfrente ten¨ªan a los liberales y los ilustrados defensores de la Constituci¨®n del 12 (La Pepa) y con la mala conciencia de ser afrancesados, es decir, devotos del enemigo. Un verdadero l¨ªo plagado de ambig¨¹edades, miserias ideol¨®gicas y desesperaci¨®n. No muy alejado de la actualidad.
De todos es conocido el tremendo final, el regreso de Fernando VII, apodado El Deseado por un pueblo que ama las cadenas, y la persecuci¨®n, c¨¢rcel y muerte de los ilustrados, los liberales y los afrancesados. Final trist¨ªsimo que retras¨® la modernizaci¨®n del pa¨ªs por lo menos un siglo. Sus herederos a¨²n perduran, aunque hayan cambiado de nombre, de signo e incluso de ideolog¨ªa. Pero lo curioso es que fue en aquel momento cuando se puso en marcha la muy original vida literaria del periodismo espa?ol.
En una antolog¨ªa recogida por Alberto Gonz¨¢lez Troyano (Andaluc¨ªa: cinco miradas cr¨ªticas y una divagaci¨®n, Fundaci¨®n Lara) se re¨²nen notables art¨ªculos sobre la tr¨¢gica Andaluc¨ªa. Clar¨ªn, Azor¨ªn, Noel, Ortega y Gasset, Cernuda y Gil Albert que muestran la continuidad del conflicto a lo largo de dos siglos. Y a¨²n hoy no ha cesado ni el desbarajuste ideol¨®gico ni la bronca literaria de las dos Espa?as.
Para quien tenga curiosidad, se han editado ya las dos primeras publicaciones que se dieron de picotazos e inauguraron el sarcasmo, el insulto y la calumnia en los a?os de la Pepa. Son el c¨¦lebre Diccionario cr¨ªtico-burlesco de Bartolom¨¦ Jos¨¦ Gallardo (Ediciones Trea), y su archienemigo el clerical, inquisitorial, y verdugo, el Diccionario razonado de un trepador llamado Justo Pastor P¨¦rez (Renacimiento). Los eruditos que han rescatado ambos textos, Romero Ferrer y Mu?oz Sempere el primero y Marieta Cantos el segundo, han cubierto un agujero del periodismo espa?ol severamente olvidado. Es curioso constatar que la bronca, la procacidad, el humor sarc¨¢stico, el sectarismo, la mentira, todos los vicios del periodismo actual ya estaban inventados hace m¨¢s de doscientos a?os, en 1811. Debo a?adir que hay una distancia abismal entre la calidad literaria de Gallardo y la gusanera moralista de Pastor P¨¦rez, por decirlo a su manera. Habr¨ªa que ver d¨®nde y bajo qu¨¦ siglas caen hoy unos y otros. No es obvio.
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