Infierno y gloria
Malraux comenz¨® a escribir sus (falsas) memorias en un viaje en barco que dur¨® dos meses a Oriente medio y extremo. Sus dos vol¨²menes forman una de las obras fundamentales del siglo XX
No hace a¨²n muchas semanas, all¨¢ por el mes de mayo, escrib¨ªa yo en un elegante digital acerca de los cuarenta a?os de infierno que sufren los grandes autores tras su muerte. No se sabe muy bien por qu¨¦ raz¨®n, pero los editores se olvidan de sus mejores literatos tras su muerte, a veces durante medio siglo. Y pon¨ªa el ejemplo de Albert Camus, cuya maravillosa novela Le premier homme no se public¨® hasta 1994, siendo as¨ª que Camus hab¨ªa muerto en 1960. Las excusas son m¨²ltiples, pero la m¨¢s frecuente es la de ¡°?Oh, estaba olvidada en una caja de zapatos!¡±. Si hubieran tenido alg¨²n inter¨¦s no habr¨ªan tardado treinta y cuatro a?os en encontrarla. Citaba tambi¨¦n el caso de Samuel Beckett, pero hoy quiero saludar el regreso de uno de los talentos m¨¢s grandes del siglo XX y una de sus obras fundamentales: las Antimemorias que acaba de editar Penguin en su colecci¨®n Debolsillo. Una edici¨®n lujosa, en dos gruesos vol¨²menes (m¨¢s de mil quinientas p¨¢ginas) de tapa dura, que comprenden la totalidad del texto final publicado en La Pl¨¦iade. El editor ha sido Ignacio Echevarr¨ªa, lo que da idea de la solvencia del monumento.
Porque se trata de un monumento, en efecto. Malraux comenz¨® a escribir sus (falsas) memorias en un viaje en barco que dur¨® dos meses a Oriente medio y extremo. El resultado es, de acuerdo con Echevarr¨ªa, ¡°un libro extraordinario, verdaderamente extraordinario. Y asombroso tambi¨¦n¡±. Coincido con el editor: estos dos vol¨²menes forman una de las obras fundamentales del siglo XX. Y est¨¢ muy bien traducida.
Pero, cuidado, estas no son unas memorias al uso en las que se cuenta s¨®lo lo que no molesta al autor. No: estas son unas memorias embusteras, llenas de falsedades asumidas y mentiras voluntarias. No por otra raz¨®n se llaman Antimemorias. Muchos han destacado ese aspecto, pero al tiempo que asum¨ªan que los recuerdos de Malraux, aun siendo falsos, eran verdaderos. El propio autor as¨ª lo asume, no se trata de confesiones (por las que siente un profundo desprecio) sino de vida vivida. Su ambici¨®n es extrema: ¡°El hombre que aqu¨ª podr¨¦is encontrar es el que coincide con las preguntas que la muerte hace al sentido del mundo¡±. Es como si dijera, no se trata de m¨ª, se trata de averiguar qu¨¦ sentido tiene nuestra existencia y si he logrado enterarme de algo.
No pudo enterarse de todo, aunque lo que nos ha dejado en este libro equivale a media docena de grandes relatos filos¨®ficos, empezando por San Agust¨ªn. No obstante, debe de ser la primera obra de un memorialista en la que se unen relato, tratado, ensayo, periodismo, travelogue y toda suerte de g¨¦neros, por lo que mi recomendaci¨®n al posible lector es que lo lea de un tir¨®n y como una novela. Piense que, aunque el di¨¢logo con Mao Zedong sea en buena parte inventado (se conservan las cintas de la entrevista), lo incre¨ªble es que Malraux da una visi¨®n exacta del enorme pa¨ªs y una anticipaci¨®n asombrosa de su futuro.
Como ¨¦l mismo dec¨ªa, los humanos somos un producto del azar y el mundo es puro olvido. Por esta raz¨®n, trabajos como el de Malraux en sus falsas memorias, o el de Proust buscando el tiempo perdido que tanto se le parece, van mucho m¨¢s all¨¢ de la verdad y la falsedad. Plantean preguntas que carecen de respuesta hasta despu¨¦s de la muerte.
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