Tina Turner, entre dos monstruos
La cantante sobrevivi¨® a un marido cruel y tambi¨¦n al m¨¢s megal¨®mano de los productores
Vaya sorpresa. Me encuentro con una reedici¨®n ¡ªvinilo de 180 gramos, aseguran¡ª de River Deep-Mountain High, el apabullante ¨¢lbum de Ike and Tina Turner de 1966. Recuperado por el sello barcelon¨¦s Elemental Music, compruebo que el disco es, como dicen en M¨¦xico, un parteaguas, un deslumbrante punto de inflexi¨®n entre el pop industrial del Brill Building neoyorquino y el emergente rock de la segunda mitad de los sesenta, que buscaba la autosuficiencia creativa.
El Brill Building, ya saben, era un complejo de oficinas (en realidad, dos inmuebles cercanos en Broadway) donde se elaboraban a destajo canciones sublimes ¡ªy canciones horribles¡ª para el p¨²blico juvenil. En algunos casos, los autores eran marido y mujer, parejas que ¡ªse pensaba¡ª ten¨ªan frescos los sentimientos de la adolescencia. Si las composiciones pasaban el corte, pod¨ªan grabarse de forma r¨¢pida (maquetas) en estudios diminutos en el mismo edificio. Eran revisadas luego por discogr¨¢ficas, productores o ¡ªlo m¨¢s raro¡ª los propios artistas. Si se alineaban las estrellas, unas semanas despu¨¦s esos temas, acicalados y regrabados, pod¨ªan estar sonando en las emisoras y, el colmo de la suerte, convertirse en ¨¦xitos.
El clima era de intensa competencia¡ y frustraci¨®n. Las editoriales se llevaban la parte del le¨®n. En letras y m¨²sicas, a los autores se les ped¨ªa el m¨ªnimo com¨²n denominador. Adem¨¢s, aquellos galeotes sab¨ªan lo que se hac¨ªa, por ejemplo, en los clubes del Greenwich Village y envidiaban a camaradas como Fred Neil o Jerry Landis (alias de Paul Simon) que hab¨ªan girado hac¨ªa el folk. La soluci¨®n estaba en reciclarse en cantautores confesionales, como hizo Carole King hasta lograr el pelotazo de Tapestry (1971). En el Brill, el sue?o era convertirse en productor y fundar una discogr¨¢fica, al estilo del t¨¢ndem Jerry Leiber-Mike Stoller o de Phil Spector.
Spector ya trabajaba por entonces en Los ?ngeles pero era el modelo a imitar. Sus producciones sonaban espectacularmente diferentes. Y no quer¨ªa hacer amigos: raspaba sin pudor derechos de autor y royalties de sus cantantes. Ten¨ªa un ego que no le cab¨ªa en el cr¨¢neo, sobre todo tras el reportaje (First Tycoon of Teen) que le dedic¨® Tom Wolfe a principios de 1965.
En general, Phil trabajaba con artistas poco conocidos que crec¨ªan con su polvo de estrellas. Pero en 1966 se qued¨® noqueado ante el feroz directo de Ike & Tina Turner. Compr¨® su contrato a Loma Records, subsidiaria de Warner Bros. Intent¨® luego convencer a Ike Turner para que el disco resultante saliera bajo el nombre de Tina; no hubo manera. Pact¨® al final una cantidad extra ¡°para caprichos de Ike¡±, con el ruego de que apareciera lo m¨ªnimo posible por Gold Star, el estudio del bulevar de Santa M¨®nica donde Spector constru¨ªa sus discos.
La principal baza de Phil era River Deep-Mountain High, creaci¨®n de Jeff Barry y Ellie Greenwich, una declaraci¨®n de amor total con un retumbante arreglo instrumental, que requiri¨® adem¨¢s docenas de interpretaciones de Tina (empapada de sudor, termin¨® cantando ?en ropa interior!). Un orgulloso Spector reparti¨® adelantos entre amigos y VIP. Veredicto general: ¡°N¨²mero uno seguro¡±.
Y no: River Deep-Mountain High no pas¨® del n¨²mero 88 en la lista del semanario Billboard. El disco era un terremoto que no encajaba con el resto de la m¨²sica editada en 1966. En el Reino Unido fue diferente: celebrado como una cumbre del soul-pop, lleg¨® al n¨²mero 3 del hit parade nacional. Aparte, pas¨® al repertorio de grupos de rock, con versiones extensas a cargo de Eric Burdon & the Animals o Deep Purple.
Desmoralizado, Spector abandon¨® casi totalmente la producci¨®n. Y hubiera quedado como una leyenda m¨¢s de los locos a?os sesenta de no conectar en 1970 con unos Beatles en proceso de desintegraci¨®n. Sus labores para John Lennon y George Harrison, m¨¢s (el discutido) rescate de Let it be, le colocaron nuevamente bajo los focos. Cierto que parec¨ªa un nuevo Spector, humilde y eficaz, lejos de sus excentricidades y alardes. Unas man¨ªas que reaparecer¨ªan a finales de los setenta, con las tormentosas sesiones para Leonard Cohen o los Ramones. El resto de su vida p¨²blica, se puede seguir en las p¨¢ginas de sucesos y en la cr¨®nica de tribunales.
Pero volvamos a River Deep-Mountain High, el LP ahora reeditado. Spector lo dej¨® a medias e Ike lo complet¨® con relucientes versiones de sus hits (Ike y Tina Turner estaban limitados al exiguo mercado afroamericano y solo llegar¨ªan al o¨ªdo del p¨²blico del rock gracias al patrocinio de los Rolling Stones). Lleva una colorida portada psicod¨¦lica tirando a fea, a pesar de que las fotos estuvieran tomadas por Dennis Hopper, entonces todav¨ªa vetado por la industria de Hollywood. Las notas de contraportada ven¨ªan firmadas por Tony Hall, un promocionero de la vieja escuela, que envejec¨ªan a¨²n m¨¢s el proyecto. Todo el envoltorio suger¨ªa que tanto Spector como los Turner estaban fuera de onda. En la contraportada, un aristocr¨¢tico Ike toca distra¨ªdo unos teclados mientras, a su espalda, Tina se ocupa de la ropa con una tabla de lavar. No colaba ni como broma.
Muchos a?os despu¨¦s, entrevistando a Tina, se me ocurri¨® preguntarle si no le apetecer¨ªa grabar un disco de R & B, la actual denominaci¨®n del soul de los sesenta. Me mir¨® con incredulidad y solt¨® una carcajada colosal. Todav¨ªa me siento enrojecer cuando recuerdo aquella risotada. Que ven¨ªa a decir: ¡°Este pobre imb¨¦cil no entiende la diferencia entre jugar en tercera y hacerlo en primera divisi¨®n.¡±
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