Entre el absurdo y la chapuza: ?de qu¨¦ nos re¨ªmos los espa?oles?
El periodista y escritor Jaime Rubio Hancock disecciona el ¨²ltimo siglo de la comedia patria en ¡®El gran libro del humor espa?ol¡¯
A principios de los a?os noventa, los espa?oles sent¨ªan fascinaci¨®n por un sesent¨®n malague?o al que nadie parec¨ªa entender. Dec¨ªa cosas como ¡°fistro¡±, ¡°acandemor¡± o ¡°jarl¡±. A veces se pon¨ªa a cantar o sufr¨ªa unos repentinos espasmos en la pierna. El periodista y escritor Jaime Rubio Hancock (Barcelona, 45 a?os) fue uno de aquellos espectadores que asisti¨®, entre la carcajada y la m¨¢s absoluta incomprensi¨®n, al fen¨®meno que supuso el c¨®mico Chiquito de la Calzada. Pero quiz¨¢s no hab¨ªa nada que entender. Rubio explica en un ensayo que el estilo de Chiquito era surrealista o absurdo, una caracter¨ªstica muy presente en las chanzas patrias.
En El gran libro del humor espa?ol (Arpa) el periodista de EL PA?S disecciona la comedia del ¨²ltimo siglo: de los tebeos a la televisi¨®n y las revistas sat¨ªricas, pasando por los chascarrillos populares y los memes de Twitter. Tambi¨¦n nos explica los improbables hilos que unen al dramaturgo Enrique Jardiel Poncela con el c¨®mico Miguel Noguera. O qu¨¦ tienen que ver las historietas de Mortadelo y Filem¨®n con el cine de Luis Garc¨ªa Berlanga. Aunque pueda parecer contradictorio con el t¨ªtulo del libro, Rubio defiende que no existe el humor espa?ol, catal¨¢n o andaluz, sino la comedia surgida en esos lugares con sus referencias y c¨®digos particulares. ¡°Los mecanismos del humor son universales: nos re¨ªmos de la incongruencia, de lo que rompe con nuestras expectativas. No hay un gen que solo tengamos los espa?oles que nos permita re¨ªrnos con los chistes de Chiquito¡±, sostiene.
Entendemos los chistes porque entendemos el contexto y son precisamente esas circunstancias las que han favorecido que se desarrollen m¨¢s unas determinadas caracter¨ªsticas en la comedia de cada sitio. En Espa?a, una de esas se?as de identidad es la ya mencionada tendencia al absurdo, que en su momento permiti¨® tratar ciertos temas sin meterse en l¨ªos o buscar la evasi¨®n en tiempos dif¨ªciles. Los textos y dibujos disparatados que se publicaban en la revista La codorniz eran un reflejo del estrecho margen de maniobra que dejaba la censura de la dictadura. O aquella frase con la que el d¨²o Tip y Coll terminaba sus actuaciones: ¡°La pr¨®xima semana, hablaremos del Gobierno¡±. El espectador ya sab¨ªa que precisamente hablar del Gobierno era algo que no har¨ªan. ¡°Los humoristas de los a?os sesenta se hab¨ªan criado con La codorniz, Gila dio sus primeros pasos en ella. Los de los ochenta, como Faemino y Cansado, conocen a Tip y Coll. As¨ª se va configurando una tradici¨®n¡±, explica Rubio. Y esta herencia llega hasta nuestros d¨ªas con el surrealismo de los Chanantes o del d¨²o Venga Monjas.
Otro gran cl¨¢sico del humor patrio es la chapuza. ¡°Existe un complejo nacional, pero est¨¢ basado en una realidad. En los a?os cuarenta y cincuenta, cuando surge esto, Espa?a era un pa¨ªs empobrecido que sal¨ªa de una guerra civil. En esa sociedad aparece este humor sobre la chapuza o sobre c¨®mo ganarse la vida, casi una especie de picaresca c¨®mica¡±, resume. Es la Espa?a que retrat¨® Berlanga en Bienvenido, mister Marshall, esa Espa?a que a¨²n hoy se siente a veces un poco en inferioridad de condiciones con sus vecinos. Rubio lo ilustra poniendo un ejemplo con el caso de los tebeos de los a?os sesenta. Si se buscaba contar una historia ¨¦pica, los referentes se trasladaban al pasado con El capit¨¢n Trueno o El Jabato. Pero si la idea era crear un h¨¦roe del presente, dif¨ªcilmente saldr¨ªa un James Bond o un Batman, no resultar¨ªa cre¨ªble un protagonista espa?ol que salva el mundo: el resultado era Mortadelo y Filem¨®n o un personaje par¨®dico como Superl¨®pez.
El libro no evita ninguno de los charcos habituales con los que se suele topar el humor. ?Se pueden hacer bromas sobre un hecho tr¨¢gico? ?Todos los humoristas son de izquierdas? ?Por qu¨¦ a las c¨®micas les ha resultado tan dif¨ªcil abrirse camino? ?Por qu¨¦ Murcia, adem¨¢s de ser hermosa, es graciosa? Tambi¨¦n se tratan las habituales pol¨¦micas que de vez en cuando hacen resurgir el manido debate sobre los l¨ªmites del humor, ya sea por una revista secuestrada, por una s¨¢tira sobre la monarqu¨ªa o un tuitero que acaba dando explicaciones ante el juez por un mal chiste sobre coches voladores. Rubio es optimista. No considera que ahora se puedan hacer menos bromas, sino que las redes sociales han hecho que estas lleguen a un p¨²blico mayor y que muchos m¨¢s opinen. ¡°Hay gente que tiene la idea de que en los a?os ochenta o noventa hab¨ªa una libertad absoluta porque muchos no te pod¨ªan contestar. Si un c¨®mico contaba un chiste de mariquitas, un homosexual no pod¨ªa responder porque se arriesgaba a salir del armario y perder su trabajo¡±, defiende el escritor.
Precisamente las redes sociales se han convertido en un nuevo escenario para el humor y hay referentes c¨®micos actuales que han alcanzado la fama gracias a internet. Es el caso de los v¨ªdeos de Pantomima Full, del d¨²o formado por Rober Bodegas y Alberto Casado, o el del podcast Estirando el chicle, de las c¨®micas Victoria Mart¨ªn y Carolina Iglesias. Rubio cita este ¨²ltimo formato como uno de los que est¨¢n destacando en este nuevo cap¨ªtulo del humor espa?ol, as¨ª como los mon¨®logos. ¡°Cuando lleg¨® El club de la comedia a Espa?a, ser monologuista estaba un poco desprestigiado, se relacionaba con los cuentachistes. Ahora hay un circuito de locales y de monologuistas j¨®venes, de entre 20 y 30 a?os. La mayor¨ªa no se ganar¨¢ la vida como c¨®micos, pero ser¨¢n guionistas, directores, escritores¡¡±. Quiz¨¢s el Chiquito del futuro salga de un podcast o est¨¦ escribiendo un mon¨®logo con los pr¨®ximos chistes que nos har¨¢n re¨ªr a carcajadas aunque no entendamos nada.
Babelia
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