Ana Bolena resucita en Bilbao con la soprano Joyce El-Khoury
La diva libanesa-canadiense triunfa en su debut de la reina ¡®donizettiana¡¯ al frente de un brillante reparto y una suntuosa producci¨®n realista en la ABAO
¡°Gaetano Donizetti, el m¨¢s servil imitador de Rossini, puso m¨²sica al libreto de Felice Romani de Anna Bolena. Pero tanto el poeta, como los cantantes y el p¨²blico le pidieron m¨²sica al estilo de Bellini y ¨¦l inesperadamente se la dio, aunque con un toque de rossinismo que le permiti¨® sintetizar en un nudo ingenioso la manera de ambos compositores¡±. Esta opini¨®n del conde Carlo Risoli, de su Almanacco del Teatro di Reggio(1834), refleja la injusta consideraci¨®n que tuvo el compositor de B¨¦rgamo en el panorama oper¨ªstico italiano de los a?os treinta del siglo XIX: un lugar a medio camino entre los defectos de Rossini y las virtudes de Bellini, a pesar de componer, en esos a?os, t¨ªtulos tan fundamentales como L¡¯elisir d¡¯amore y Lucia di Lammermoor.
Hoy sabemos que Anna Bolena fue su primer gran ¨¦xito internacional. Una ¨®pera estrenada, en diciembre de 1830, dentro de una ambiciosa temporada alternativa montada contra La Scala por varios notables milaneses en el Teatro Carcano y al calor del patriotismo anti-austr¨ªaco. Un proyecto que tambi¨¦n incluy¨® el estreno de La Sonnambula, de Bellini, que pronto veremos sobre las tablas del Teatro Real, y que uni¨® la fortuna de ambas ¨®peras durante a?os, pues Casa Ricordi adquiri¨® conjuntamente sus derechos. Pero, a diferencia de Bellini, el t¨ªtulo de Donizetti fue cayendo en el olvido despu¨¦s de 1850 y renaci¨®, en 1957, tras una hist¨®rica producci¨®n de Luchino Visconti protagonizada por Maria Callas. No obstante, Anna Bolena tambi¨¦n fue la ¨®pera que inaugur¨® el Gran Teatro del Liceo, en 1847, y su recuperaci¨®n para conmemorar su centenario la encumbr¨® como parte de la llamada Donizetti-Renaissance.
Los estudios actuales sobre Donizetti, que leemos resumidos en la reciente monograf¨ªa de Luca Zoppelli (il Saggiatore), han contribuido a equilibrar ese entusiasmo. Y las novedades de Anna Bolena fueron, de hecho, ensayadas y desarrolladas en ¨®peras anteriores del compositor. Es m¨¢s, William Ashbrook demostr¨®, en su cl¨¢sico Donizetti and His Operas (1982), que dentro de la m¨²sica de Anna Bolena encontramos abundantes reelaboraciones de fragmentos de t¨ªtulos anteriores, como Otto mesi in due ore, Il paria e Imelda de¡¯ Lambertazzi. Concretamente, la lenta y bella cavatina final de la protagonista, Al dolce guidami castel natio, fue otro auto pr¨¦stamo tomado de una r¨¢pida y virtuos¨ªstica cabalettade su primera ¨®pera, Enrico di Borgogna (1818). Ese extra?o trueque estil¨ªstico parece que fue propuesto por Giuditta Pasta, la soprano que estren¨® Anna Bolena, ya que Donizetti residi¨® en su villa del lago de Como durante la composici¨®n de la ¨®pera, en noviembre de 1830.
Pasta era una cantante de intenso y sereno encanto tr¨¢gico, con una vocalidad t¨¦cnicamente compleja y variada. Las descripciones de su voz nos recuerdan a Maria Callas, y en esa asociaci¨®n encuadra Candida Mantica su brillante ensayo publicado en el programa de mano de la producci¨®n estrenada ayer en ABAO Opera Bilbao. Uno de los principales atractivos de la velada era el debut en el personaje de Ana Bolena de la soprano libanesa-canadiense Joyce El-Khoury. Una cantante en ascenso, de poderosa t¨¦cnica cimentada en el bel canto, y que se encuentra en un proceso de evoluci¨®n vocal hacia papeles m¨¢s dram¨¢ticos de Verdi y Puccini.
Una cantante en ascenso
Fue asombrosa la forma en que resolvi¨®, en la escena final, esa dif¨ªcil transici¨®n dram¨¢tica entre la locura de la cavatina y la cordura de la cabaletta. Visti¨® la enso?aci¨®n de la cavatina, Al dolce guidami castel natio, con todas sus galas l¨ªricas, proezas din¨¢micas y filigranas vocales hasta convertirla en lo mejor de la noche. Pero tambi¨¦n intensific¨® el drama en Coppia iniqua, la cabaletta final, donde no dud¨® en a?adir agudos y graves no escritos, como forma de reforzar el terror de quien va a perecer decapitada. Fue el caso, por ejemplo, del ¨²ltimo y reiterado ¡°cesate¡±, previo al arranque de la cabaletta, donde la cantante libanesa se impuso al coro con un vertiginoso intervalo descendente de m¨¢s de dos octavas desde el re sobreagudo.
La funci¨®n hab¨ªa comenzado con una estupenda versi¨®n de la sinfon¨ªa inicial. Son¨® ajustada a las dimensiones de una orquesta reducida, aunque la Bilbao Orkestra Sinfonikoa no perdi¨® un ¨¢pice del ¡°rossinismo¡± que destila esta p¨¢gina de Donizetti. La direcci¨®n orquestal del alicantino Jordi Bern¨¤cer fue determinante en el ¨¦xito de la velada. Result¨® preciso y musical, a la par que atento a los detalles instrumentales y al acompa?amiento de las voces. Lo demostr¨® en su forma de remontar el primer acto, que se inici¨® con algunos desajustes en el coro. El primer destello vocal de la noche lo puso la mezzo valenciana Silvia Tro Santaf¨¦, en su sortita como Giovanna Seymour, un personaje que acaba de cantar en el Palau de les Arts en el arranque de la temporada. Su actuaci¨®n fue intachable en su aria del segundo acto, aunque ya hab¨ªa mostrado toda su intensidad en el dueto con Ana Bolena, que fue otro de los momentos estelares de la noche, con una exquisita homogeneidad vocal, bellas medias voces y valientes agudos. El musichetto Smeton, el ¨²nico papel en travesti de la ¨®pera, lo afront¨® con una interesante voz andr¨®gina la mezzo Anna Tobella, que resolvi¨® con solvencia su escena y cavatina Ah! parea che per incanto, al final del primer acto.
En el apartado masculino, el tenor canario Celso Albelo afront¨® el dificil¨ªsimo personaje de Percy, que Donizetti escribi¨® para el legendario Giovanni Battista Rubini. Luci¨® la belleza de su registro medio, pero su actuaci¨®n fue de menos a m¨¢s, con una tendencia al mezzoforte y al abuso del sobreagudo no escrito en los finales, que el p¨²blico siempre le premi¨® como una haza?a deportiva. Afront¨® con valent¨ªa su aria Vivi tu, te ne scongiuro, en el segundo acto, aunque pas¨® apuros en la endiablada cabaletta, que no repiti¨®. Pero quiz¨¢ su mejor momento musical lo escuchamos en el terceto del segundo acto, donde empez¨® Fin dell¡¯et¨¤ pi¨´ tenera con una exquisita media voz, a¨²n a riesgo de que se destemplase en el pian¨ªsimo. En ese n¨²mero, adem¨¢s de a El-Khoury, escuchamos el imponente Enrico VIII del bajo-bar¨ªtono croata Marko Mimica, una voz de asombrosa calidad musical y un cantante de indudable autoridad esc¨¦nica. Y los dos secundarios del reparto tuvieron una solvente actuaci¨®n, tanto el Lord Rochefort del bajo bilba¨ªno Jos¨¦ Manuel D¨ªaz como el Hervey del tenor catal¨¢n Josep Fad¨®.
No hay duda de que el aspecto m¨¢s discutible de la producci¨®n fueron los numerosos cortes a la partitura de Donizetti. En realidad, no afectaron a ning¨²n n¨²mero completo de la ¨®pera, pero pr¨¢cticamente no escuchamos ninguna cabaletta completa y nos perdimos algunas interesantes transiciones que no sumaron en total m¨¢s de 25 minutos de m¨²sica. La mejor actuaci¨®n del Coro de ?pera de Bilbao la escuchamos a su secci¨®n femenina, en el comienzo del segundo acto. Y Bernacer fue exquisito en la direcci¨®n de conjuntos y concertantes, caso del quinteto del primer acto o del finale primo.
La producci¨®n esc¨¦nica de Stefano Mazzonis di Pralafera, que fue estrenada en abril de 2019 en la ?pera Real de Valonia, deber¨ªa haberse visto en Bilbao, en mayo de 2020. Pero la pandemia lo impidi¨® y a ello se uni¨®, poco despu¨¦s, el inesperado fallecimiento del propio director de escena, en febrero de 2021. Gianni Santucci ha dirigido con solvencia esta reposici¨®n bilba¨ªna que destaca por un planteamiento realista de la trama y una suntuosa puesta en escena. Como tel¨®n de boca se reproduc¨ªa el famoso retrato an¨®nimo de Ana Bolena, de finales del siglo XVI, conservado en la National Gallery londinense. Y la escenograf¨ªa resolvi¨® con sencillez las mutaciones m¨¢s extremas de la ¨®pera, como el paso del interior del Castillo de Windsor a sus alrededores, en la escena cineg¨¦tica subsiguiente. Pero destac¨® la asombrosa precisi¨®n para dar vida a varios cuadros de la ¨¦poca por medio del vestuario de Fernand Ruiz.
Aparte del realismo al plasmar las didascalias del libreto de Romani, tambi¨¦n hubo detalles teatrales brillantes en la escenograf¨ªa. Un ejemplo fue la disposici¨®n de la sala contigua a la del Consejo, en el segundo acto, que permiti¨® entrever el juicio a Smeton, Percy y Ana Bolena. Y tambi¨¦n se hizo alg¨²n discutible a?adido, como la presencia de una ni?a peque?a como figurante junto a la protagonista, en clara alusi¨®n a su hija, la futura Isabel I, que ten¨ªa dos a?os. Fue extra?o, en la primera escena, cuando Ana Bolena aparece en medio de un denso silencio y llega al extremo de interrumpir la canci¨®n de Smeton presa de la emoci¨®n. Pero result¨® emotivo, al final, cuando se despide de ella antes de afrontar su suplicio.
Anna Bolena. M¨²sica de Gaetano Donizetti. Libreto de Felice Romani. Int¨¦rpretes: Joyce El-Khoury (Anna Bolena), Silvia Tro Santaf¨¦ (Giovanna Seymour), Marko Mimica (Enrico VIII), Celso Albelo (Lord Riccardo Percy), Anna Tobella (Smeton), Jos¨¦ Manuel D¨ªaz (Lord Rochefort), Josep Fad¨® (Hervey). Coro de ?pera de Bilbao y Bilbao Orkestra Sinfonikoa. Direcci¨®n musical: Jordi Bernacer. Direcci¨®n de escena: Stefano Mazzonis di Pralafera. Reposici¨®n: Gianni Santucci. ABAO Bilbao ?pera. Palacio Euskalduna, hasta el 28 de noviembre.
Babelia
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