Riccardo Muti encara la recta final de su carrera en Chicago
El legendario director italiano culmina su pen¨²ltima temporada al frente de la Sinf¨®nica de la ciudad con una multitudinaria actuaci¨®n en el Parque del Milenio y una admirable versi¨®n concertante de ¡®Un ballo in maschera¡¯ de Verdi en el Orchestra Hall
Entre los principales atractivos culturales de Chicago suelen figurar los rascacielos del Loop, las colecciones de su Instituto de Arte, el Museo Field o el Parque del Milenio. Pero ser¨ªa injusto no a?adir su orquesta sinf¨®nica. No s¨®lo por su hist¨®rica sede, el Orchestra Hall, de 1904, dise?ado por Daniel Burnham, responsable de la revoluci¨®n arquitect¨®nica que vivi¨® Chicago tras el gran incendio de 1871, sino tambi¨¦n por su distintiva tradici¨®n musical. La Sinf¨®nica de Chicago, que naci¨® a finales del siglo XIX, ha creado un sonido orquestal distintivo que, a diferencia de tantas orquestas centroeuropeas que se apoyan en la cuerda grave, aqu¨ª el sonido se sostiene a partir del majestuoso ataque de su secci¨®n de viento metal. Se trata del famoso Chicago Brass, que es la se?a de identidad de una de las mejores formaciones sinf¨®nicas del planeta.
Cada director musical que ha tenido la Sinf¨®nica de Chicago ha ido moldeando ese potencial sonoro. Desde su creaci¨®n en los a?os cincuenta, con Rafael Kubel¨ªk y Fritz Reiner, hasta su consolidaci¨®n con Jean Martinon en los sesenta, pasando por la legendaria etapa de Georg Solti en que se volvi¨® casi visceral y la de Daniel Barenboim en que se revel¨® m¨¢s sutil. Pero para el actual presidente de la orquesta, Jeff Alexander, el responsable musical del conjunto desde 2010, el italiano Riccardo Muti, ha explotado una aleaci¨®n sonora m¨¢s uniforme. ¡°Si la orquesta ya era famosa por su secci¨®n de metal, Muti ha tratado que lo sea tambi¨¦n por todas las dem¨¢s¡±, aseguraba el pasado martes a EL PA?S en su oficina del Symphony Center. El propio Muti prefiere hablar de un sonido m¨¢s mediterr¨¢neo. ¡°Antes tan s¨®lo se comentaba el Chicago Brass, ahora tambi¨¦n se destaca su madera y su cuerda. Creo que la Sinf¨®nica de Chicago est¨¢ en una forma excelente y reina en ella un ambiente de trabajo maravilloso¡±, reconoci¨® a este peri¨®dico durante un almuerzo informal en su hotel.
Esta temporada 2021-22, que la orquesta de Illinois ha podido desarrollar con casi total normalidad, ser¨¢ la pen¨²ltima de Muti, que el 28 de julio cumplir¨¢ 81 a?os en un excelente estado de forma. Ni siquiera una inoportuna reinfecci¨®n de coronavirus, a mediados de junio, ha impedido que pudiera recuperarse a tiempo para ponerse al frente de los ensayos de Un ballo in maschera de Verdi en el Orchestra Hall. Incluso ha recuperado el tradicional Concert for Chicago, en el Pabell¨®n de Conciertos Jay Pritzker, dise?ado por Frank Gehry, dentro del Parque del Milenio. Una cita sinf¨®nica gratuita y al aire libre, que el director italiano instaur¨® en 2010, tras su nombramiento como titular de la Sinf¨®nica chicag¨¹ense, y que ha repetido como preludio y colof¨®n de la temporada en 2012, 2014, 2015 y 2018.
El programa elegido, con una duraci¨®n levemente inferior a una hora sin descanso, era un ideal para exhibir el sonido y la forma actual de la Sinf¨®nica de Chicago. Lo abri¨® con la sard¨®nica Obertura festiva de Shostak¨®vich y lo cerr¨® con la Cuarta sinfon¨ªa de Chaikovski. Ante la sorpresa que caus¨® la programaci¨®n de dos compositores rusos en plena invasi¨®n de Ucrania, Muti respondi¨® con una declaraci¨®n de intenciones: ¡°Puede que no ame a Putin, pero sigo amando a Pushkin¡±. El pasado lunes inici¨® el concierto con una pomposa versi¨®n del himno estadounidense, que hizo las delicias de los 12.000 espectadores all¨ª congregados en ambiente de picnic. Pero, dejando a un lado la leve amplificaci¨®n y los ruidos habituales para el centro de una gran ciudad, escuchamos un concierto francamente excepcional.
Ya la fanfarria, que abre la Obertura festiva de Shostak¨®vich, mostr¨® el br¨ªo actual del ¡°metal de Chicago¡±. En el presto subsiguiente, tambi¨¦n escuchamos ese mismo ¨ªmpetu en la madera, con los clarinetes, la flauta y el flaut¨ªn, a la que se uni¨® la cuerda convertida en una manada de b¨²falos. No se qued¨® atr¨¢s tampoco la percusi¨®n con una lecci¨®n magistral de la principal percusionista del conjunto, Cynthia Yeh, tanto a la caja como al bombo. Muti aport¨®, por lo dem¨¢s, un tono mordaz ideal en una composici¨®n escrita para contribuir a la conmemoraci¨®n de la Revoluci¨®n de octubre, un a?o despu¨¦s de la muerte de Stalin.
La Cuarta sinfon¨ªa de Chaikovski arranc¨® con otro destello del Chicago Brass. Una fanfarria que todav¨ªa se elev¨® m¨¢s al inicio de la recapitulaci¨®n, y tras un desarrollo donde el director italiano incidi¨® en la flexibilidad del stringendo. Todo el movimiento fue cincelado con din¨¢micas asombrosas y planos sonoros exquisitos de esta orquesta virtuosa. En el andantino, el joven solista de oboe William Welter no s¨®lo fue un int¨¦rprete ideal de la bell¨ªsima cantilena, sino que consigui¨® que la ciudad de Chicago se parase un momento para escuchar. Tambi¨¦n se pudo apreciar con nitidez la efervescencia de los pizzicatos, en el tercer movimiento, y la m¨²sica callejera permiti¨® el lucimiento de la madera del conjunto, con el flaut¨ªn solista de Jennifer Gunn a la cabeza. Muti volvi¨® a cargar las tintas en la algarab¨ªa popular del finale, aunque sin perder la compostura. Lo dej¨® patente en la coda final con un leve accelerando que facilit¨® la reacci¨®n entusiasta del p¨²blico. El concierto termin¨® con un breve discurso de Muti en donde, adem¨¢s de defender la importancia de la m¨²sica para mejorar nuestra sociedad, anim¨® al p¨²blico a volver a llenar el Orchestra Hall.
En el referido encuentro que mantuvo este peri¨®dico con el presidente de la Sinf¨®nica de Chicago, Alexander destac¨® otras dos facetas del maestro italiano. Por un lado, su compromiso con la m¨²sica contempor¨¢nea, al haber trabajado estrechamente con varias compositoras y compositores residentes, como Anna Clyne y Mason Bates. ¡°Ha demostrado ser un verdadero impulsor de la nueva m¨²sica y m¨¢s de una vez he escuchado a un compositor afirmar que conoc¨ªa mejor su partitura que ¨¦l mismo¡±. Por otro lado, ha renovado y rejuvenecido al conjunto, con hasta 25 nuevas incorporaciones desde 2010. Entre ellas, destaca el primer espa?ol del conjunto en toda su historia: el trompetista principal de la Sinf¨®nica de Chicago, el gallego Esteban Batall¨¢n. La historia de este m¨²sico de 38 a?os casi encarna una variante musical del sue?o americano: un joven trompetista de la JONDE que descubre al ¨ªdolo de su instrumento, el solista de la Sinf¨®nica de Chicago, Adolph Herseth, dentro de una grabaci¨®n de Mahler. Aspira a ser alg¨²n d¨ªa su sucesor y ese sue?o se hace realidad, en 2019, cuando es seleccionado por Muti para ocupar ese puesto. ¡°En realidad, no tuve la oportunidad de conocer a Herseth, pues falleci¨® en 2013, aunque me lo encontr¨¦ en un pasillo del Orchestra Hall diez a?os antes y me qued¨¦ sin palabras¡±, confesaba a EL PA?S, el pasado lunes, tras un ensayo. Hoy Batall¨¢n toca la misma trompeta que tocaba Herseth, y considera que la colecci¨®n de instrumentos de metal que posee la orquesta es otro de los elementos distintivos del Chicago Brass.
Pero quiz¨¢ la mayor contribuci¨®n de Muti a la Sinf¨®nica de Chicago han sido sus incursiones en la m¨²sica de Giuseppe Verdi. Ya en enero de 2009 cautiv¨® a la ciudad con una impresionante versi¨®n del R¨¦quiem, m¨¢s adelante publicada en el sello discogr¨¢fico de la orquesta, y donde mostr¨® ¡°el resumen de casi todas las cualidades positivas posibles de un gran director¡±, seg¨²n Andrew Patner, el cr¨ªtico del Chicago Sun-Times. Patner se convirti¨®, en adelante, en el cr¨ªtico de referencia para Muti y apareci¨® muy a menudo en su programa de radio de la WFMT para conversar con ¨¦l. La transcripci¨®n de sus entrevistas y la recopilaci¨®n de todas sus cr¨ªticas, desde 2009 hasta su prematura muerte en 2015, que se publicaron dentro del libro p¨®stumo A Portrait in Four Movements (The University of Chicago Press, 2019), permiten conocer con detalle sus primeros a?os en Chicago. Por ejemplo, su inter¨¦s por la ¨®pera en versi¨®n de concierto, que le anim¨® a programar una serie de t¨ªtulos de Verdi, desde 2011, iniciados con Otello, que tambi¨¦n lanz¨® el sello de la orquesta. En el libro, Muti explica a Patner que no est¨¢ en contra de los directores de escena, aunque tuvo problemas con algunos muy famosos, pero s¨ª contra su ignorancia musical y ¡°especialmente en Verdi, donde cada acorde no est¨¢ ah¨ª solo para producir un sonido, sino que tiene adem¨¢s un significado dram¨¢tico¡±. Hoy se muestra convencido de que esta tiran¨ªa de los directores de orquesta terminar¨¢ en una o dos generaciones: ¡°El p¨²blico se cansar¨¢ y se tratar¨¢ de comprender c¨®mo era ese mundo del pasado para crearlo en el presente con inteligencia y una visi¨®n moderna¡±, aseguraba Muti, el pasado martes, en el referido almuerzo informal.
En Chicago ha dirigido tres ¨®peras de Verdi m¨¢s, aparte de Otello, como Macbeth (2013), Falstaff (2016) y Aida (2019). Le pregunt¨¦ por la raz¨®n de no incluir Rigoletto, que era la ¨®pera predilecta del compositor, y me aclar¨® que la hab¨ªa dirigido en el Carnegie Hall con la Orquesta de Filadelfia y que funciona peor en versi¨®n de concierto. Ahora ha optado por terminar ese proyecto en Chicago con Un ballo in maschera, que considera un t¨ªtulo muy sofisticado. ¡°No s¨®lo incluye una pasi¨®n amorosa desenfrenada, sino tambi¨¦n un refinamiento compositivo mayor, con un deleite en el uso del contrapunto. Verdi no teme mostrar la influencia de la grand op¨¦ra francesa o de Mozart, con el personaje en travesti de Oscar que parece inspirado en Cherubino e incluso con soluciones tomadas de Don Giovanni, pero desde el comienzo se revela otro planteamiento y colores que no se encontrar¨¢n en creaciones posteriores¡±, asegur¨® durante el referido almuerzo.
El respeto de Muti por lo escrito en el libreto y la partitura le ha llevado no s¨®lo a acudir a la edici¨®n cr¨ªtica, que prepara el music¨®logo Francesco Izzo en la serie de University of Chicago Press y Ricordi, sino tambi¨¦n a negarse a cambiar nada en absoluto para satisfacer el actual revisionismo. Un asunto pol¨¦mico en relaci¨®n con esta ¨®pera, que tuvo que ambientar en el Boston colonial por imperativo de la censura, es la expresi¨®n ¡°dell¡¯immondo sangue de¡¯negri¡± (¡°de la inmunda sangre de los negros¡±) que realiza el juez, en la cuarta escena del primer acto, para condenar a la adivina negra Ulrica, y que suele suprimirse hoy en todos los teatros. Muti no ha aceptado este cambio. ¡°Hasta en La Scala de Mil¨¢n han llegado a cambiar esa frase por la correcci¨®n pol¨ªtica, pero no debemos cambiar nada para que las pr¨®ximas generaciones conozcan la abominaci¨®n que se ha hecho durante siglos. Cambiando no resolvemos el problema¡±, afirm¨® durante el almuerzo. Y a?adi¨® el caso curioso de que el cantante que representaba al juez era el joven tenor afroamericano Lunga Eric Hallam: ¡°Le expliqu¨¦ durante el ensayo que esa expresi¨®n hab¨ªa sido utilizada en la ¨®pera para resaltar la intolerancia del juez y qued¨® convencido¡±.
La ¨²ltima funci¨®n de Un ballo in maschera, el pasado martes en el Orchestra Hall de Chicago, arranc¨® con un preludio lleno de plasticidad y dinamismo. Muti extrajo con asombrosa nitidez de la Sinf¨®nica de Chicago esos colores novedosos que utiliza Verdi para combinar la fidelidad de los siervos leales, la traici¨®n de los conjurados y la pasi¨®n de Riccardo, conde de Warwick y gobernador de Boston. Para dar vida a una compleja trama amorosa y pol¨ªtica que culmina con el conde asesinado durante un baile de m¨¢scaras a manos de Renato, su fiel secretario. Pero donde se sit¨²a a Amelia en medio de ambos, como esposa de Renato y enamorada correspondida por el conde. La ¨®pera incluye algo de misterio m¨¢gico, con el personaje de la adivina Ulrica, y el toque perfumado de la op¨¦ra comique al que remite el paje Oscar. El reparto funcion¨® con la mec¨¢nica de un reloj en el primer acto, aunque lo m¨¢s convincente fueron las intervenciones de la soprano Damiana Mizzi como Oscar, en la balada Volta la terrea, y especialmente de la mezzo rusa Yulia Matochkina como Ulrica, con una impresionante invocaci¨®n sat¨¢nica Re dell¡¯abisso al inicio del segundo cuadro. Tampoco falt¨® la brillante intervenci¨®n del Coro Sinf¨®nico de Chicago, con el responsable coral de la Metropolitan de Nueva York, Donald Palumbo, como director invitado. Y destellos del Chicago Brass, como el final del primer cuadro, en que escuchamos la admirable intensidad con que el tubista Gene Pokorny lider¨® con su cimbasso el ritornello final de la stretta Ogni cura si dono al diletto.
El segundo acto fue lo mejor de esta versi¨®n de concierto de Un ballo in maschera. Muti elev¨® la intensidad expresiva del duetto de Amelia y Riccardo, atendiendo a las dificil¨ªsimas indicaciones din¨¢micas de la partitura. Lo escuchamos en la cabaletta Oh qual soave brivido, que son¨® con una dulzura y ligereza ideales, pero donde tampoco falt¨® cierto desenfreno expresivo en la declaraci¨®n de amor mutuo con toda la carga arm¨®nica que dispone Verdi en un brev¨ªsimo lapso de tiempo. Y fue admirable la evoluci¨®n psicol¨®gica de la parte final donde se mezclan las acusaciones de Renato, la clemencia que pide Amelia y las burlas de los conjurados. El reparto revel¨® su calidad incluso en papeles menores, como en los cabecillas rebeldes Samuel y Tom, que cantaron los bajo-bar¨ªtonos afroamericanos Alfred Walker y Kevin Short. Los dos protagonistas fueron el tenor Francesco Meli como Riccardo y la soprano Joyce El-Khoury como Amelia, aunque ambos tuvieron su actuaci¨®n estelar en el tercer acto. La soprano libanesa-canadiense resalt¨® sus virtudes l¨ªricas en el aria Morr¨° ma prima in gracia con el bell¨ªsimo solo del violonchelista John Sharp y el tenor italiano afront¨® con una generosa mezcla de spinto y musicalidad la romanza Ma se m¡¯¨¨ forza perderti. No obstante, el mejor momento vocal de la velada lo protagoniz¨® el bar¨ªtono Luca Salsi, que la semana que viene liderar¨¢ el reparto de Nabucco en el Teatro Real, cantando con entrega y flexibilidad la romanza de Renato Eri tu che macchiavi quell¡¯anima. Aqu¨ª cont¨® con el atractivo solo de flauta de Stef¨¢n Ragnar H?skuldsson, pero tambi¨¦n con el entusiasmo del p¨²blico que tap¨® su final con los aplausos.
Este ¨²ltimo Verdi de Muti al frente de la Sinf¨®nica de Chicago termin¨® de forma premonitoria con Riccardo entonando Addio, diletta America. Pero al director italiano le queda otra temporada completa para despedirse como titular de esta maravillosa orquesta. Y dice que, a pesar de todo, seguir¨¢ vinculado a ella, pues en 2024 dirigir¨¢ su pr¨®xima gira europea, que ojal¨¢ incluya alguna parada en Espa?a.
Babelia
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