Castellucci bombardea Girona con palabras
Una sorprendente instalaci¨®n del creador italiano ha protagonizado la semana dedicada a la creaci¨®n teatral contempor¨¢nea en el festival Temporada Alta, en la que tambi¨¦n ha maravillado el artista circense Johann Le Guillerm
Un bombardeo de palabras a ritmo de tecno. As¨ª podr¨ªa definirse Il Terzo Reich, la obra del director teatral italiano Romeo Castellucci que ha estado instalada el viernes y el s¨¢bado en el antiguo convento de La Merc¨¨ de Girona, programada por el festival Temporada Alta. Decimos ¡°instalada¡± porque no es un espect¨¢culo al uso, sino m¨¢s bien una instalaci¨®n que mezcla m¨²sica, proyecciones y un breve solo de danza interpretado por la bailarina y core¨®grafa Gloria Dorliguzzo. Es un formato muy distinto a Bros, montaje del mismo creador que pudo verse el a?o pasado por estas fechas tambi¨¦n en el Temporada Alta, pero en el fondo ambas creaciones tratan de lo mismo: la violencia. Si Bros diseccionaba la violencia policial, Il Terzo Reich se centra en el lenguaje como instrumento de dominaci¨®n. Pero no se trata de una disertaci¨®n sobre el asunto: Castellucci nunca teoriza, sino que ofrece al espectador la posibilidad de experimentar f¨ªsica y sensorialmente esa violencia. Sin respiro y sin espacio para la reflexi¨®n. Y como siempre, de manera sorprendente. Por algo es reconocido internacionalmente como uno de los creadores teatrales m¨¢s influyentes de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
La pieza comienza con el solo de danza sobre el escenario y poco antes de que termine empiezan a proyectarse de fondo palabras siguiendo el ritmo de la m¨²sica. Palabras aleatorias que no guardan relaci¨®n entre s¨ª: cosa, hueso, ley¡ una detr¨¢s de otra. Cuando la bailarina se va, solo quedan las palabras y la m¨²sica. Palabras que se suceden velozmente y m¨²sica tan alta que hace da?o. Los graves retumban en el pecho. As¨ª hasta el final durante 45 minutos. Al principio el cuerpo se resiste, dan ganas de marcharse, es una tortura. Pero el cuerpo se acostumbra a todo. Incluso a la tortura. El bombardeo no cesa y no es posible retener casi ninguna de las palabras que van saliendo. ¡°Estamos hartos de la comunicaci¨®n: estamos inmersos en una palabra circular, en una especie de ruido blanco. Pero al final del d¨ªa, ?qu¨¦ palabras te han tocado, ?cu¨¢les han conseguido nombrarte? Pocas, ninguna¡±, explica Castellucci sobre la obra.
La de Castellucci no ha sido la ¨²nica instalaci¨®n programada por Temporada Alta en Girona este a?o. En el Teatro Municipal ha estado desde el 10 de noviembre y hasta este domingo Flors i viatges, con la que la compa?¨ªa catalana Cabosanroque cierra su trilog¨ªa de instalaciones inmersivas basadas en obras de escritores catalanes. Tras Joan Brossa y Jacinto Verdaguer, ahora se han centrado en textos de Merc¨¨ Rodoreda, combinados con otros de la Nobel bielorrusa Svetlana Alexi¨¦vich, para echar un vistazo a la guerra, cualquier guerra, desde la perspectiva de quienes no combaten en el frente de batalla: las mujeres y los ni?os. Pese a la dureza del tema, se trata de una creaci¨®n de gran belleza po¨¦tica, que combina con sensibilidad m¨²sicas, sonidos, im¨¢genes, luz, una videoinstalaci¨®n protagonizada por la bailaora Roc¨ªo Molina y palabras pronunciadas o proyectadas.
Ambas instalaciones han formado parte del paquete de obras de creaci¨®n contempor¨¢nea que el Temporada Alta presenta cada a?o durante una semana a programadores de otras ciudades espa?olas y europeas para promover su distribuci¨®n, lo que hace esos d¨ªas se concentren en Girona importantes talentos de la vanguardia esc¨¦nica nacional e internacional. Entre ellos, el core¨®grafo Marcos Morau, director de La Veronal, que esta edici¨®n ha estado presente no con su agrupaci¨®n sino como autor de la pieza Los perros, encargo de la compa?¨ªa Led Shilouette, formada por los bailarines Jon L¨®pez y Martxel Rodr¨ªguez. Un d¨²o intenso, que asombra por las complicadas contorsiones de los int¨¦rpretes y su po¨¦tica dramaturgia.
Tambi¨¦n han pasado por Girona en los ¨²ltimos d¨ªas, entre otros: la compa?¨ªa El Conde de Torrefiel con su ¨²ltimo trabajo, Una imagen interior, espect¨¢culo hipn¨®tico pl¨¢sticamente aunque tambi¨¦n muy fr¨ªo, presentado ya el pasado verano en el festival de Avi?¨®n y el Grec de Barcelona; Eva Yerbabuena y Juan Cruz D¨ªaz de Garaio Esnaola con Re-fracci¨®n (desde mis ojos), montaje de baile intenso que estrenaron en la reciente edici¨®n de la Bienal de Flamenco de Sevilla; la joven agrupaci¨®n Las Huecas con su sorprendente y revelador acercamiento a la muerte en Aquellas que deben morir, y el d¨²o Azcona & Toloza con Canto mineral, un montaje documental atractivo de entrada por su tem¨¢tica poco habitual en el teatro (viajes espaciales, ciencia ficci¨®n) pero que se desinfla por su inconsistente dramaturgia.
Y bajo una preciosa carpa de aire vintage, un espect¨¢culo para quedarse con la boca abierta: Terces, del artista Johann Le Guillerm, uno de los principales representantes del circo conceptual franc¨¦s. El espect¨¢culo maravilla no por que contenga acrobacias imposibles ni n¨²meros especialmente espectaculares a la manera, por ejemplo, del Circo del Sol. Lo que maravilla es su capacidad para despertar el asombro precisamente sin recurrir a ese tipo de espectacularidad. Digamos, para definirlo, que Le Guillerm fuera como un ni?o que constantemente est¨¢ experimentando y haci¨¦ndose preguntas sobre c¨®mo funcionan las cosas. Y as¨ª vemos desfilar sobre la pista r¨²sticas m¨¢quinas que se mueven solas, construcciones de cerillas gigantes levantadas en un pisp¨¢s, equilibrios que invitan a la fantas¨ªa¡ ?Qu¨¦ otra cosa si no es el circo?
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