¡®Ruido de fondo¡¯: Noah Baumbach logra un extra?o artefacto con una novela inadaptable

La lista es larga: Rayuela, de Cort¨¢zar; Cien a?os de soledad, de Garc¨ªa M¨¢rquez; La broma infinita, de David Foster Wallace; Ulises, de James Joyce; El almuerzo desnudo, de Burroughs; Tristram Shandy, de Laurence Sterne; El arco iris de la gravedad, de Thomas Pynchon; Tiempo de silencio, de Luis Mart¨ªn-Santos¡­ Novelas que, por su muy particular prosa, por su ausencia de relato, por la singularidad de sus puntos de vista, por su sintaxis, por su extensi¨®n o estructura y, en fin, por su imposibilidad de traducci¨®n a lenguaje cinematogr¨¢fico, han tenido siempre ganada fama de inadaptables. Y, sin embargo, algunas de ellas, las de Burroughs, Sterne y Mart¨ªn-Santos de esta lista paradigm¨¢tica, fueron llevadas a la pantalla en pel¨ªculas de David Cronenberg, Michael Winterbottom y Vicente Aranda que, como m¨ªnimo, no estaban nada mal. Eso s¨ª, abrazando su esp¨ªritu m¨¢s que su estilo y pod¨¢ndolas de tal manera que los ¨¢rboles visuales resultantes eran apenas sombras de su inmensidad literaria.

Otro de esos t¨®tems inabarcables para el cine es Ruido de fondo, novela de Don DeLillo publicada en 1985. Pero como de atrevidos est¨¢ lleno el arte, y est¨¢ bien que as¨ª sea, el estadounidense Noah Baumbach se ha aventurado con una obra coproducida por la muy especial productora A24, que se estrena hoy en exclusiva en la plataforma Netflix. En principio, y pese a la aparici¨®n en los ¨²ltimos a?os de complejas joyas como Estoy pensando en dejarlo (2020), de Charlie Kaufman, no hay una pel¨ªcula menos de Netflix que esta, y seguramente batir¨¢ r¨¦cords de visionados interrumpidos antes de la media hora. Ahora bien, los interesados, los abiertos de mente respecto del cine y el arte, y sobre todo los pacientes, pueden tener su recompensa porque el extra?o artefacto resultante es atractivo, pese a que cuesta entrar en ¨¦l.

Ruido de fondo es ardua, disparatada y absurda. Es al mismo tiempo, y a veces consecutivamente, s¨¢tira de la vida acad¨¦mica universitaria, ensayo posmodernista, comedia amarga sobre la muerte, drama de familia desestructurada, ¨¢cida celebraci¨®n (y cr¨ªtica del intelectualismo) de la cultura popular, y l¨²cida distop¨ªa con la tecnolog¨ªa, el consumismo, la monoton¨ªa y la obsesi¨®n qu¨ªmica por una forma de felicidad que al menos destierre el miedo al trance como principales culpables del desastre. Por ser, en su secuencia final junto a los cr¨¦ditos, es incluso un colorista y feliz musical cargado de iron¨ªa y mala baba, sonorizado por una formidable canci¨®n original de LCD Soundsystem, de t¨ªtulo perfecto para el seductor disparate de DeLillo y Baumbach: New Body Rhumba.

La amenaza colectiva que sobrevuela la novela ha entrado en una nueva dimensi¨®n con la pandemia del covid, y con la sensaci¨®n de estos ¨²ltimos a?os de que cualquier cosa puede acecharnos, amargarnos y aniquilarnos como especie. ¡°La muerte est¨¢ en el aire¡±. En la pel¨ªcula, una nube venenosa obliga a la sociedad en su conjunto y a los miembros de la familia protagonista en particular a permanecer en casa, ventanas cerradas, terror en el cuerpo. Luego, a huir a ninguna parte. La clarividencia de DeLillo, con esa empresa especializada en simulaciones preventivas, tiene su reflejo en la valent¨ªa de Baumbach en el tono, aqu¨ª muy lejos de su realismo contempor¨¢neo habitual, el de trabajos tan poderosos como Margot y la boda, Frances Ha, Mientras seamos j¨®venes e Historia de un matrimonio, guiando adem¨¢s a su reparto por un osado camino de interpretaciones sacadas de quicio.

Por supuesto que la pel¨ªcula es el esqueleto visual y sonoro de un complejo libro sobre la incertidumbre. Pero el miedo a morir, en la base de la novela, tambi¨¦n est¨¢ en la esencia de la pel¨ªcula. Como dice el protagonista interpretado por Adam Driver: ¡°Disfrutemos de estos d¨ªas sin rumbo mientras podamos¡±.