El nuevo w¨¦stern est¨¢ en el campo espa?ol
Varios cineastas que comparten coordenadas generacionales miran hacia el mundo rural sin idealizarlo en pel¨ªculas como ¡®Alcarr¨¤s¡¯, ¡®As bestas¡¯ o ¡®Suro¡¯
M¨¢s del 80% de la poblaci¨®n espa?ola vive en ciudades. En ese grupo se incluye la inmensa mayor¨ªa de quienes se dedican al cine. Pero, por una vez, las pel¨ªculas no han hablado de esa poblaci¨®n urbana, que ya se ve reflejada en casi todas las series, sino del porcentaje restante. Sucede que durante el a?o que acaba de terminar, casi un¨¢nimemente considerado como el annus mirabilis del cine espa?ol, se estrenaron al menos tres pel¨ªculas (As bestas, Alcarr¨¤s y Suro) que han sido descritas por la cr¨ªtica como w¨¦sterns, otra contiene un viaje geogr¨¢fico y emocional que va del barrio madrile?o de Malasa?a al pueblo vasco de Mundaka (Cinco lobitos) y una m¨¢s se acerca al folclore y tambi¨¦n a la rudeza de la Vega Baja, en torno a Orihuela (El agua).
Entre todos esos filmes tan distintos, que no solo tienen en com¨²n la serendipia de haberse estrenado el mismo a?o ¡ªtambi¨¦n hay unas coordenadas generacionales: casi todos sus directores y guionistas son nacidos en los ochenta¡ª, se van encontrando rimas tem¨¢ticas, obsesiones repetidas. Est¨¢ la cuesti¨®n del desarraigo, el desajuste entre padres e hijos, el idealismo a veces parodiable del neorrural que se instala en una aldea que no le pertenece, el dif¨ªcil encaje de las energ¨ªas renovables y sus efectos sobre el paisaje y el conflicto que supone, a d¨ªa de hoy, vivir del campo y en el campo. Quiz¨¢ no es casualidad que el cine espa?ol, que ha encontrado aplaudidos relatos muy lejos de las ciudades, del Viaje a las Hurdes a Amanece que no es poco pasando por Tasio y El esp¨ªritu de la colmena, est¨¦ dando algunos de sus mejores frutos contando lo rural de una manera nada idealizada.
¡°Con todos estos cineastas compartimos un momento vital parecido, sobre los 35 a?os de edad, en el que nos cuestionamos nuestro futuro y sobre d¨®nde y c¨®mo queremos vivirlo¡±, cree Arnau Vilar¨®, coguionista de Alcarr¨¤s junto a Carla Sim¨®n. ¡°Este momento vital coincide con un momento global de crisis clim¨¢tica, de cambios en las formas de alimentaci¨®n, de plantearnos si es necesario vivir en la ciudad¡ No tengo respuesta sobre por qu¨¦ cristalizaron tantas historias rurales el a?o pasado y creo que es algo que lleva un tiempo d¨¢ndose ¡ªlos cineastas gallegos son un buen ejemplo¡ª, pero es comprensible que hayan salido a la luz esas tensiones. Adem¨¢s, varias de esas pel¨ªculas son ¨®peras primas y es natural que surjan de un lugar muy ¨ªntimo, conectado a tu identidad y tu lugar de origen¡±.
Aunque la experiencia de Vilar¨® en el cine hab¨ªa estado m¨¢s ligada a la docencia y la investigaci¨®n, Sim¨®n quiso contar con ¨¦l para escribir la historia de la familia Sol¨¦ en la ¨²ltima recogida de sus campos de melocotones, en parte porque Vilar¨® es de Bellv¨ªs, un pueblo muy cercano a Alcarr¨¤s, y su padre y sus abuelos son agricultores. Como los ni?os de la pel¨ªcula, Vilar¨® pasaba los veranos montando caba?as entre los ¨¢rboles ¡°y destruyendo alg¨²n huerto¡± y ya de adolescente alternaba los ensayos de la Escala en Hi-Fi, como Mariona en la pel¨ªcula, con el manejo del tractor, como Roger, el chico del filme que est¨¢ interesado en la agricultura ecol¨®gica, y que est¨¢ muy inspirado en su propio hermano, que en su d¨ªa tambi¨¦n se dejaba caer por la discoteca Florida 135 de Fraga. La pareja central, Dolors y Quimet, est¨¢ basada en los t¨ªos de Carla Sim¨®n y en los padres de Vilar¨®. De manera que el guionista no llegaba a ese territorio como forastero. ¡°A pesar de que llevo a?os viviendo fuera, conoc¨ªa bien el lugar, el oficio, las costumbres, la forma de hablar y de comunicarse¡±, explica.
La gente de Lleida a menudo se refiere a su tierra como el Far West de Catalu?a y a Vilar¨® le encaja bien que varios cr¨ªticos hayan le¨ªdo su pel¨ªcula como un w¨¦stern. ¡°La iconograf¨ªa nos interesaba y manej¨¢bamos referentes como John Ford, Howard Hawks o Elia Kazan: la entrada del abuelo en el bar de jubilados ten¨ªa algo de imaginario crepuscular del vaquero y al personaje de Pinyol [el villano] quisimos darle esa referencia. Incluso quer¨ªamos una casa con porche, pero la directora de arte la prefer¨ªa sin. Sin embargo, veo m¨¢s presente el desarrollo de pel¨ªcula cl¨¢sica del Oeste en As bestas o Suro¡±, dice el guionista. Estos dos filmes, que se estrenaron con apenas dos semanas de diferencia, podr¨ªan disuadir a cualquier pareja de urbanitas que est¨¦ pensando en mudarse al campo. Los dos tienen en el centro a un matrimonio que se instala con cierto idealismo en un territorio que les es ajeno, a veces con m¨¢s teor¨ªas que ganas de comprender el entorno.
¡°Me interesaba lanzar a esta pareja urbana al entorno del bosque porque los pon¨ªa en contacto con los elementos y su manera de hacerlo es queriendo moldearlos¡±, explica Mikel Gurrea, director y guionista de Suro. ¡°Adem¨¢s, nada m¨¢s llegar, Iv¨¢n y Helena [Vicky Luengo y Pol L¨®pez, que interpretan a dos arquitectos que han heredado una mas¨ªa del Empord¨¤] empiezan a enfocar las cosas de maneras distintas y esto repercute en su conflicto de pareja. El entorno rural me serv¨ªa para hacer pasar a los personajes de las ideas a la pr¨¢ctica. Pero est¨¢ claro que es un terreno muy fruct¨ªfero¡±.
Su pel¨ªcula empez¨® a germinar hace m¨¢s de 10 a?os cuando, reci¨¦n terminada la carrera, Gurrea acept¨® trabajar como jornalero pelando el corcho de los ¨¢rboles en unas tierras que pertenec¨ªan a su pareja de entonces. ¡°Yo ven¨ªa de parte de los propietarios, pero no lo era; hablo catal¨¢n, pero no lo soy; hac¨ªa de temporero, pero iba a ser solo un verano, y para todos ellos era un oficio¡±. Si en Alcarr¨¤s todos los personajes menos uno, el de la hermana que vive en Barcelona, a la que da vida Berta Pip¨®, hermana de Carla Sim¨®n, est¨¢n interpretados por actores naturales, es decir, por gente de la zona que no se hab¨ªa dedicado antes a la interpretaci¨®n, en Suro sucede lo mismo con los personajes secundarios, los recolectores de corcho. Iv¨¢n, el arquitecto convertido en propietario rural consorte, se empe?a en participar ¨¦l tambi¨¦n en la pelada del corcho y acaba protegiendo a uno de los temporeros magreb¨ªes que es apenas adolescente. Tanto ah¨ª como en Alcarr¨¤s queda claro que los oficios del campo se sostienen solo gracias a migrantes que los ejercen, a veces aceptando condiciones p¨¦simas. En cuanto a los lugare?os, entre Quimet y Roger de Alcarr¨¤s, que se resisten a ver convertidas las tierras que han trabajado en pastos de placas solares, y los hermanos Anta de As bestas, que est¨¢n deseando coger el dinero de las compa?¨ªas de energ¨ªa e¨®lica, dejar la aldea para siempre y comprar un taxi en Ourense, y no entienden que una pareja de franceses se interponga entre ellos y su ¨²nica oportunidad, hay cierto abanico de actitudes hacia un territorio que se ama y se detesta en porcentajes desiguales.
Ha habido quien ha visto una excesiva idealizaci¨®n, por ejemplo en la relaci¨®n de la familia Sol¨¦ con los temporeros. O todo lo contrario. Ya cuando As bestas se estren¨® en Cannes hubo periodistas gallegos, como Jos¨¦ Luis Losa, de La Voz de Galicia, que se?alaron que el retrato que se hace del rural es demasiado hosco y unidireccional. Un territorio tan f¨¦rtil en historias no siempre es f¨¢cil de trabajar, pero por una vez parece que la sensaci¨®n es que la cosecha sali¨® muy bien.
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