El pen¨²ltimo
En ¡®Eleg¨ªas de Duino¡¯ Rainer Mar¨ªa Rilke se plantea la tarea sobrehumana de abandonar el nihilismo, de recuperar la alabanza, el homenaje, la celebraci¨®n de la vida y la muerte
Nuestras autoridades educativas han decidido eliminar la Filosof¨ªa de los estudios para ni?os y j¨®venes. Con ello no hacen sino seguir la corriente masiva que ha eliminado el pensamiento cr¨ªtico de la vida intelectual, excepto en aquellas materias y lugares en donde la teor¨ªa puede servir para algo pr¨¢ctico y monetarizable, es decir, disponible para el poder t¨¦cnico.
La desaparici¨®n de la Filosof¨ªa puede servir para que los mentores m¨¢s inclinados a una educaci¨®n profunda y perdurable de sus pupilos elijan la poes¨ªa como medio de plantear los problemas que siempre han acosado al pensamiento occidental. As¨ª, por ejemplo, concibo perfectamente un curso de Filosof¨ªa a partir del pr¨®logo que Andreu Jaume ha escrito para su traducci¨®n de Eleg¨ªas de Duino de Rilke (Lumen). En esas densas p¨¢ginas ha glosado la tarea del pensamiento occidental durante dos mil a?os. Leerlas y comentarlas con alumnos comprometidos puede ser algo realmente notable.
La filosof¨ªa occidental naci¨®, como todo el mundo sabe, en Grecia y con el fin de dome?ar la bestia devoradora de la conciencia de la muerte y el acabamiento. A diferencia de otras culturas, la nuestra est¨¢ edificada sobre una convicci¨®n muy clara y aguda de que hemos de morir, somos mortales, ef¨ªmeros e intrascendentes. Desde Parm¨¦nides y Plat¨®n el pensamiento busc¨® c¨®mo fundar el mundo, el universo, las cosas y nosotros mismos sobre algo duradero. Aquello que merecer¨ªa la pena de ser pensado era lo que no pod¨ªa desaparecer en unas pocas estaciones. Y, por lo tanto, el ser, lo que es, lo que las cosas no son era el n¨²cleo de la filosof¨ªa.
Esta inspecci¨®n fue perdiendo fuerza a partir del renacimiento hasta llegar totalmente desarbolada a la revoluci¨®n burguesa. A partir de ese momento fue tomando cada vez m¨¢s fuerza el nihilismo hasta convertirse en la ¨²nica ideolog¨ªa aceptada por los distintos poderes del Estado. Nosotros nos hemos habituado a que el Estado sea la m¨¢quina que dispensa justicia de vida y aunque se ponga diferentes disfraces (opulentos, mis¨¦rrimos, t¨¦cnicos, ben¨¦ficos o criminales) lo cierto es que no ofrece ning¨²n proyecto, esperanza o visi¨®n que vaya m¨¢s all¨¢ de nuestra vida consumida en un trabajo ¨²til para el poder inmediato y una muerte que se oculta en lugares destinados al disimulo.
Qued¨® sin embargo un rinc¨®n inasequible a la destrucci¨®n y ese rinc¨®n se puede llamar ¡°l¨ªrica¡±, ¡°poes¨ªa¡± o ¡°arte supremo de la palabra¡±. El ¨²ltimo o pen¨²ltimo de esa especie, cada d¨ªa m¨¢s extinguida, fue Rainer Mar¨ªa Rilke. Y su obra final es un monumento llamado Eleg¨ªas de Duino. Esa obra enorme es la que ha traducido Andreu Jaume de un modo ejemplar, y le ha a?adido un conjunto de documentos de especial inter¨¦s, como cartas o poemas relacionados con la obra, m¨¢s los comentarios del autor, muchos de ellos in¨¦ditos en espa?ol.
En estos 10 poemas finales del poeta se plantea la tarea sobrehumana de abandonar el nihilismo, de recuperar la alabanza, el homenaje, la celebraci¨®n de la vida y de su hermana inmutable, la muerte. Es decir, de integrar la mortalidad como elemento de cimentaci¨®n y afirmaci¨®n de la grandeza del mundo que los humanos podemos ensalzar mediante la palabra. Porque este es el poema final de la gloria de la palabra y de la condici¨®n ling¨¹¨ªstica de los mortales. Luego vendr¨¢ nuestro tiempo y el dominio de la imagen.
Por supuesto la edici¨®n es biling¨¹e, pero la potencia de los poemas, como en los de H?lderlin, va m¨¢s all¨¢ de la lengua alemana. Inmenso poema, traducci¨®n ejemplar para nosotros, pensada para nosotros. Edici¨®n perdurable y por lo tanto verdadera.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.