La interminable guerra de Pink Floyd
Un intercambio de tuits revive el enfrentamiento entre Roger Waters y David Gilmour, con graves acusaciones contra el fundador del grupo
Artiller¨ªa gruesa. Polly Samson, esposa del guitarrista David Gilmour y letrista ocasional de Pink Floyd, dispara contra el m¨¢s visible de los fundadores del grupo, Roger Waters. En un tuit que comienza acusando a Waters de ¡°antisemita hasta la m¨¦dula¡± y ¡°apologista de [Vlad¨ªmir] Putin¡±, le retrata como ¡°un megal¨®mano mentiroso, ladr¨®n, hip¨®crita, evasor de impuestos, cantante de playback, mis¨®gino y envidioso¡±. Imputaciones que ratifica su marido: ¡°Son todas demostrablemente ciertas¡±. La respuesta de Waters, que lo niega todo, sugiere que est¨¢ pensando en acudir a los tribunales. Algo que en el Reino Unido, con su peculiar jurisprudencia sobre el libelo, no es una amenaza balad¨ª.
Estamos ante el ¨²ltimo episodio de un conflicto que comenz¨® en 1984, cuando Roger Waters anunci¨® que dejaba el grupo. Para ¨¦l, que hab¨ªa adquirido una posici¨®n dominante con discos de inspiraci¨®n autobiogr¨¢fica como The Wall (1979), eso implicaba autom¨¢ticamente el final de Pink Floyd. Ante su sorpresa, los otros dos miembros oficiales, Gilmour y el baterista Nick Mason, decidieron continuar, recuperando incluso al teclista Rick Wright, al que Waters hab¨ªa expulsado.
En los casi 40 a?os que han transcurrido, las hostilidades se han prolongado mediante abogados y ante los medios, con discusiones tan bizantinas como el sexo del cerdo inflable que aparec¨ªa en la portada de Animals (1977): dado que fue una idea suya, Waters quer¨ªa prohibir su uso en las giras de la nueva versi¨®n de Pink Floyd, que respondi¨® a?adiendo genitales a lo que originalmente era una hembra. Cierto que ha habido momentos de deshielo, como la reaparici¨®n de la formaci¨®n cl¨¢sica en 2005, en el Hyde Park londinense, como parte de Live 8, el festival organizado por Bob Geldof que se desarroll¨® en tres continentes a favor de la cancelaci¨®n de la deuda de los pa¨ªses pobres. En un par de ocasiones posteriores, Gilmour toc¨® brevemente al lado de Waters.
Han sido espejismos. Cada poco tiempo, Waters y Gilmour se pelean por nimiedades. En 2006, el guitarrista anunci¨® p¨²blicamente que Pink Floyd hab¨ªa dejado de existir, tras rechazar cantidades monstruosas ¡ª150 millones de d¨®lares (140 millones de euros) solo por el tramo estadounidense¡ª por aceptar ir de gira con Waters. Este descubri¨® demasiado tarde el poder de controlar una marca registrada; aun sin su presencia, Pink Floyd llenaba estadios, mientras el p¨²blico se iba reduciendo para sus nuevas canciones. Las grabaciones hist¨®ricas del grupo siguen siendo una mina de oro, con reediciones cada vez m¨¢s aparatosas, de precios acongojantes.
A todo esto, el perfil pol¨ªtico de Waters se ha hecho m¨¢s y m¨¢s afilado. Apoya activamente el movimiento BDS, que pide Boicot, Desinversi¨®n y Sanciones para el Estado de Israel mientras no se resuelva la cuesti¨®n palestina, que describe alternativamente como ¡°genocidio¡± y ¡°apartheid¡±. Asegura que Pek¨ªn est¨¢ en su derecho de invadir Taiw¨¢n: ¡°China respeta m¨¢s los derechos humanos que Estados Unidos y cuenta con el respaldo de la comunidad internacional¡±.
Pero lo m¨¢s chocante es su actitud ante la guerra de Ucrania. Cuando se produjo la invasi¨®n, en febrero, Waters llam¨® ¡°g¨¢nster¡± a Putin, aunque ahora ha girado 180 grados y asume todos los argumentos rusos. Considera que la acci¨®n del Kremlin es la respuesta leg¨ªtima a las crecientes provocaciones de la OTAN y que, m¨¢s all¨¢ de consideraciones geopol¨ªticas, est¨¢ moralmente justificada por la represi¨®n de la poblaci¨®n rusoparlante y la abundancia de nazis en Kiev. Putin, asegura, nunca ha ocupado territorio ajeno; ni Crimea ni Chechenia figuran en su radar.
El artista explica que su cambio de postura obedece a informaci¨®n proporcionada por un podcast chipriota, pero tambi¨¦n reconoce que se sinti¨® insultado cuando sus antiguos compa?eros resucitaron el nombre de Pink Floyd para samplear al vocalista ucranio Andriy Khlyvnyuk en el tema Hey, Hey, Rise Up!, destinando los beneficios a una organizaci¨®n caritativa. Seg¨²n ¨¦l, referenciar la canci¨®n patri¨®tica ucrania que interpretaba Khlyvnyuk es una invitaci¨®n a prolongar la guerra.
Waters se enfrenta ahora a vetos ¡ªpor ejemplo, no puede actuar en Polonia¡ª pero en marzo se presenta en Madrid y Barcelona. Se ha resignado a vivir de su pasado: tras haber explotado The Wall, volver¨¢ pr¨®ximamente al celebrado Dark Side Of The Moon, que ha regrabado con parlamentos que prometen aclarar sus postulados pol¨ªticos (y, de paso, eliminar ¡°los horribles solos de guitarra¡± de su a?ejo socio).
Babelia
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