Evgeny Kissin, Rajm¨¢ninov como catarsis
El pianista ruso-brit¨¢nico-israel¨ª llena el Auditorio Nacional, en su anual visita a Iberm¨²sica, con un recital intenso y evocador que no se olvida de Ucrania
Para Evgeny Kissin (Mosc¨², 51 a?os) todo comenz¨® con Bach. El primer tarareo del pianista ruso-brit¨¢nico-israel¨ª, siendo todav¨ªa un beb¨¦ de 11 meses, fue el tema de la Fuga en la mayor BWV 888, del segundo cuaderno de El clave bien temperado, para asombro de sus padres. Lo cuenta en Memorias y reflexiones, su autobiograf¨ªa compilada y editada por Marina Arshinova (Weidenfeld & Nicolson, 2017). Un libro donde no elude ning¨²n tema. Por sus p¨¢ginas desfilan cuestiones religiosas (la importancia de ser jud¨ªo), sexuales (su fascinaci¨®n por El goce de amar, de Alex Comfort) y pol¨ªticas (su incondicional apoyo a Georgia) hiladas con particular tino narrativo.
Tampoco faltan confesiones literarias (su pasi¨®n por la poes¨ªa en yiddish) y creativas (una incipiente carrera como compositor animado por su amigo Arvo P?rt). E incluye abundantes detalles sobre episodios bien conocidos de su biograf¨ªa, como su famosa colaboraci¨®n con Herbert von Karajan, a los 17 a?os, en el Concierto de San Silvestre de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. Una ocasi¨®n memorable, aunque no exenta de tiranteces para evitar el lento discurrir que el legendario maestro quer¨ªa imponer al Concierto n¨²m. 1, de Chaikovski; ¡°Yo no soy tu enemigo¡±, le espet¨® Karajan al joven Kissin durante un ensayo.
El libro tambi¨¦n resulta extremadamente ¨²til para comprender el horizonte est¨¦tico del pianista. Pronto defini¨® sus cinco compositores predilectos: Bach, Mozart, Beethoven, Chopin y Brahms, aunque siempre se decant¨® por el polaco: ¡°Cuando a¨²n no ten¨ªa trece a?os, sent¨ª que hab¨ªa un compositor cuya m¨²sica estaba m¨¢s cerca de m¨ª: era Chopin¡±. Y sus ideas estil¨ªsticas siempre han estado muy influenciadas por los textos cl¨¢sicos del music¨®logo sovi¨¦tico David A. Rabinovich que rechaz¨® el virtuosismo de J¨®zef Hofmann y Vlad¨ªmir H¨®rowitz y vio el futuro del instrumento en Sergu¨¦i Rajm¨¢ninov y Ferruccio Busoni.
Kissin abri¨® con Bach su recital en Madrid, ayer lunes, 13 de febrero, pero en una transcripci¨®n pian¨ªstica de Busoni, de la Fantas¨ªa crom¨¢tica y fuga BWV 903. Una actuaci¨®n incluida dentro de una gira internacional, donde toca adem¨¢s obras de Mozart, Chopin y Rajm¨¢ninov, que arranc¨® en Lisboa, el pasado mi¨¦rcoles, y tan s¨®lo contar¨¢ con una actuaci¨®n m¨¢s en Espa?a: el pr¨®ximo viernes en el Palau de la M¨²sica dentro del ciclo de BCN Cl¨¤ssics. Pero la visita anual del pianista a los ciclos de la Fundaci¨®n Iberm¨²sica, donde debut¨® en Espa?a hace 35 a?os, volvi¨® a llenar la sala sinf¨®nica del Auditorio Nacional, a pesar de que se a?adi¨® un centenar de asientos adicionales sobre el escenario con fines solidarios.
Ya con los primeros torbellinos de escalas y cascadas de arpegios de la Fantas¨ªa crom¨¢tica, Kissin dej¨® claro su Bach en¨¦rgico y monumental. Alejado de toda concesi¨®n historicista, aunque heredero de una poderosa tradici¨®n que hunde sus ra¨ªces en el siglo XIX, el pianista opt¨® por la nitidez en detrimento de cualquier cesi¨®n improvisatoria. Y esa solidez cristaliz¨® en una admirable construcci¨®n de la fuga que elev¨® especialmente en la parte final donde Bach parece emular los graves de un ¨®rgano. Sigui¨® Mozart y su Sonata en re mayor K. 311, que Kissin toc¨® admirablemente, atendiendo a cada detalle y repetici¨®n, aunque fiel a una acartonada tradici¨®n clasicista. Precisamente, en su libro narra un curioso encuentro con el famoso cr¨ªtico Harold Schonberg donde le anim¨® a leer las cartas del compositor. Y es posible que si el pianista consultase las misivas de noviembre de 1777, donde habla de esta sonata, la tocar¨ªa de una forma mucho m¨¢s humana.
Schonberg tambi¨¦n le dijo algo m¨¢s a Kissin: ¡°?Sigue tocando a Chopin de esta manera y no cambies!¡± Y as¨ª ha sido. Lo demostr¨® ayer en su impresionante interpretaci¨®n del Scherzo n¨²m. 2 en si bemol mayor op. 31. Aunque inicialmente se hab¨ªa anunciado Estampes, de Debussy, toda una novedad en su repertorio, el pianista ruso prefiri¨® asegurar con su infalible Chopin. Wilhelm von Lenz recuerda la obsesi¨®n del compositor por conseguir el fundamental efecto de su apertura, con esos tresillos iniciales como una pregunta lo suficientemente misteriosa como para provocar la en¨¦rgica respuesta en suntuosos acordes. Kissin toc¨® esa pregunta-respuesta de forma admirable, en todas sus repeticiones, y con un asombroso control del sonido. Pero tambi¨¦n brill¨® en la tierna cantilena del segundo tema o suspendi¨® en el aire la secci¨®n central sostenuto. Una interpretaci¨®n a tumba abierta, como explic¨® el propio Chopin a Von Lenz, donde los riesgos compensan cualquier m¨ªnima imprecisi¨®n; si la hubo hasta deber¨ªa celebrarse.
Tras el descanso, la segunda parte se centr¨® en Rajm¨¢ninov. Kissin toc¨® una selecci¨®n de treinta minutos formada por preludios y ¨¦tudes-tableaux sin pausa. La inici¨®, en realidad, con el elaborado arreglo para piano del propio compositor de su canci¨®n Lilacs (Sirena) donde la evocaci¨®n de la naturaleza se combina con la sombra de la insatisfacci¨®n. Siguieron sendas versiones admirables de dos preludios: del virtuos¨ªstico op. 32 n¨²m. 8 y del nocturnal op. 23 n¨²m. 10.
Pero el recital se encumbr¨® con la selecci¨®n final de los ?tudes-tableaux op. 39, esa exaltaci¨®n de la destreza t¨¦cnica justificada con fines pict¨®ricos. Tras los tintes sard¨®nicos y hasta jocosos del n¨²m. 1 en do menor, Kissin subray¨® el intenso dolor del n¨²m. 2 en la menor, que Respighi titul¨® El mar y las gaviotas en su orquestaci¨®n. Prosigui¨® sacando lustre a la atm¨®sfera fant¨¢stica del n¨²m. 4 en si menor, y volvi¨® a elevar el bell¨ªsimo n¨²m. 5 en mi bemol menor, con tono ardiente y tensi¨®n clim¨¢tica. El pianista reconoce en su libro que cuando toca este ¨¦tude-tableaux se imagina a Rusia en 1917. De hecho, la fren¨¦tica y rabiosa marcha del n¨²m. 9 en re mayor, fue lo ¨²ltimo que escribi¨® Rajm¨¢ninov, antes de tener que abandonar su patria para siempre.
Kissin a?adi¨® tres propinas sin dejar a Rajm¨¢ninov que fueron toda una declaraci¨®n de intenciones. Tres piezas incluidas en su primera colecci¨®n publicada para piano: las Morceaux de fantaisie op. 3. y que estren¨®, en diciembre de 1892, en la ciudad ucraniana de J¨¢rkov, cuyo entorno quiz¨¢ est¨¦ siendo bombardeado en estos momentos por las tropas de Putin. El pianista comenz¨® subrayando la placentera enso?aci¨®n de la Melod¨ªa en mi mayor, como una evocaci¨®n de la vida en paz. Prosigui¨® con ese gui?o espa?ol de la Serenata en si bemol menor , en clara alusi¨®n a su admirada Alicia de Larrocha, a la que dedic¨® este recital en su centenario. Y cerr¨® su actuaci¨®n con el famos¨ªsimo Preludio en do sostenido menor, el bis final de todos los recitales del compositor, que Kissin dot¨® anoche de un tono m¨¢s sombr¨ªo y dram¨¢tico, esculpiendo cada acorde sobre el teclado. Rajm¨¢ninov como catarsis.
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