Beethoven mistico y Respighi furioso
Enfermo V¨¢clav Neumann, que deb¨ªa dirigir a la Joven Orquesta Gustav Mahler, Iberm¨²sica trajo a su ciclo a la Filarm¨®nica de la BBC de Manchester, dirigida por Yan Pascal Tortelier, (Par¨ªs, 1947), pon el pianista brit¨¢nico John Lill (Londres, 1944) en un programa del g¨¦nero Promenade, que tras el tercer concierto bethoveniano ofrec¨ªa dos suites poem¨¢ticas de Respighi: Fiesta romana (1929) y Los pinos de Roma (1924). Respighi representa bien a la denominada generaci¨®n italiana de 1880, tan variada en sus componentes como son Alfano, Pizzetti, Malipiero, Casella y Respighi, nacidos entre 1876 (Alfano) y 1883 (Casella).
Tiene este grupo de compositores el m¨¦rito hist¨®rico de haber recreado el sinfonismo de su pa¨ªs largamente dormido durante el imperio del melodrama. En el caso de Respighi, ha de anotarse, a parte las evidentes influencias -la de Stravinski resulta a veces casi escandalosa- una sensibilidad po¨¦tica y un dominio orquestal que tanto puede ser sutil (Los pinos de Gianicolo), como espectacular (La Via Appia y buena parte de las Fiestas).
Orquesta Filarm¨®nica de la BBC de Manchester
Ciclo Grandes Orquestas (Iberm¨²sica / Tabacalera), Director: Y. P. Tortelier. Solista: J. Lill, piano. Obras de Beethoven y Respighi. Auditorio Nacional. Madrid. 7 de abril.
Las posibilidades de la excelente orquesta que, sin embargo, no alcanza el alto nivel de la BBC de Londres, y el fervor desenfrenado del maestro Tortelier (hay que ver lo que hace la batuta de un fino violinista y m¨²sico de c¨¢mara), se resolvi¨® en uno de los conciertos m¨¢s ruidosos que darse pueda y en un servicio casi furioso a la m¨²sica concebida como espect¨¢culo.
Virtuoso
Naturalmente, en Beethoven las cosas fueron por otros cauces. El solista del Concierto en do menor, sin poseer un virtuosismo arrollador, es un excelente pianista, cuyo criterio desigual se balancea, en lo sonoro, entre la belleza de sus pianos y mediopianos y la 'impersonalidad de sus fuertes, en tanto sus ideas expresivas pueden ser flexiblemente rigurosas o internarse por un pseudomisticismo filoscrabiniano, como en el largo. Con todo, mereci¨® los aplausos recibidos, como tambi¨¦n escucharon muchos el maestro y la orquesta, aunque fuera f¨¢cil comprobar que no eran un¨¢nimes por esos excesos din¨¢micos que, al final, impiden escuchar la m¨²sica.
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