La ¡°reescritura¡± de los textos de Roald Dahl provoca indignaci¨®n global y sospechas sobre su legalidad
La editorial Puffin Books y The Roald Dahl Story Company realizaron cientos de cambios en las ¨²ltimas ediciones de los libros del autor. Han arreciado las quejas de los lectores, de escritores como Salman Rushdie y hasta del ¡®premier¡¯ brit¨¢nico Rishi Sunak
Los cambios en los textos originales de Roald Dahl realizados por su editorial y el organismo que gestiona su legado en pos de un mensaje m¨¢s inclusivo han levantado una gran indignaci¨®n global. Como resumen, un tuit del escritor Salman Rushdie: ¡°Roald Dahl no era ning¨²n ¨¢ngel, pero esto es una censura absurda¡±. O los miles de quejas de los lectores, en redes sociales o columnas de opini¨®n. O las palabras del mism¨ªsimo primer ministro brit¨¢nico Rishi Sunak, a trav¨¦s de un portavoz: ¡°Es importante que las obras literarias y de ficci¨®n se conserven y no se retoquen¡±. Las modificaciones se cuentan por cientos, la mayor¨ªa relacionadas con asuntos como el peso, el g¨¦nero, la salud mental, la violencia o la raza, con el objetivo de ser respetuosos con todas las sensibilidades, y afectan a las novelas m¨¢s c¨¦lebres del autor, de Matilda a Charlie y la f¨¢brica de chocolate, pasando por Las brujas. El escritor no puede opinar sobre el asunto, ya que falleci¨® en 1990.
Por eso, entre otras razones, algunos expertos dudan incluso de la legalidad de esta reescritura, al menos si el caso se diera en Espa?a, en virtud al derecho a la integridad de la obra que reconoce la Ley de Propiedad Intelectual. El Estado, seg¨²n dos abogados consultados por este diario, podr¨ªa incluso actuar para garantizar la preservaci¨®n de la obra original, si corriera el peligro de desaparecer con la aparici¨®n de la modificada.
Los hombres de las nubes (Cloud-Men) en James y el melocot¨®n gigante ahora no son hombres, sino gente (Cloud-People). Los peque?os zorros de El superzorro ahora son hembras. Una menci¨®n a Rudyard Kipling en Matilda ha sido cambiada por otra a Jane Austen. Cosas como estas le han pasado a las obras infantiles de Roald Dahl en las ¨²ltimas ediciones publicadas por el sello brit¨¢nico Puffin, todo ello de acuerdo con The Roald Dahl Story Company, que se dedica a gestionar el legado del escritor, y que es propiedad de Netflix desde que en 2021 el gigante audiovisual se hiciera con los derechos de las obras, tambi¨¦n de cara a sus m¨²ltiples adaptaciones a cine y series. Ya no hay ¡°gordos¡± ni ¡°feos¡± en las novelas de Dahl. Lo desvel¨® el diario brit¨¢nico The Daily Telegraph, que tambi¨¦n publica la explicaci¨®n de los cambios que puede leerse en la p¨¢gina que ocupan los derechos de autor de cada obra: ¡°Este libro se escribi¨® hace muchos a?os, por lo que revisamos regularmente el lenguaje para asegurarnos de que todos puedan seguir disfrut¨¢ndolo hoy¡±. Netflix, contactada por el mismo peri¨®dico, remiti¨® a la editorial, ya que la operaci¨®n se realiz¨® antes de su adquisici¨®n.
En Espa?a, la editorial en la que se publican estas historias de Dahl es la secci¨®n infantil y juvenil de Alfaguara: ¡°Alfaguara Infantil y Juvenil tiene los derechos en espa?ol de los libros de Roald Dahl y los publica en todo el territorio de habla hispana. No se ha hecho ning¨²n cambio en estas ediciones. Ante las noticias surgidas en el Reino Unido, nuestros editores consultar¨¢n si proponen cambios y qu¨¦ tipo de orientaci¨®n sugieren antes de hacer cualquier otra manifestaci¨®n¡±, explican fuentes de la editorial. Los libros de Dahl se han traducido a 63 idiomas y vendido m¨¢s de 300 millones de ejemplares en todo el planeta, de ah¨ª que est¨¦ considerado uno de los autores de literatura para j¨®venes m¨¢s relevantes de la historia. El retrato transgresor y libre de los peque?os es precisamente uno de los elementos m¨¢s adorados de su obra, aunque el autor tambi¨¦n ha sido acusado en distintas ocasiones de ser racista, mis¨®gino o antisemita.
?Censura? ?Correcci¨®n pol¨ªtica?
¡°Me parece pasarse de la l¨ªnea con la censura y lo pol¨ªticamente correcto. Tengo 42 a?os. Le¨ª los libros de Roald Dahl de peque?a. Lo hice de nuevo de mayor, como docente. Y volv¨ª a retomarlos con mi hija¡±, resume Bego?a Regueiro Salgado, profesora titular de Literatura Infantil y Educaci¨®n Literaria en la Universidad Complutense de Madrid y directora del Grupo de Investigaci¨®n UCM Educaci¨®n Literaria y Literatura Infantil (ELLI).
A la experta, igual que a millones de aficionados en todo el mundo durante d¨¦cadas, esas novelas le fascinan tal y como se escribieron originalmente. Y agrega: ¡°No es un autor al que uno se acerque con cuatro a?os. Los ni?os que le leen ya tienen capacidad de juicio. Los estamos sobreprotegiendo y eso no les ayuda. Al rev¨¦s, pone en duda su criterio y su capacidad de entender. Por supuesto que me preocupa la perspectiva de g¨¦nero, o que est¨¢ mal llamar a alguien ¡®gordo¡¯ o ¡®feo¡¯, pero de explicar eso se encarga la propia educaci¨®n¡±.
Regueiro cuenta que el caso ha sido objeto de debate en su grupo de investigaci¨®n. Y casi todos los entrevistados muestran ya un conocimiento previo del asunto, un indicio de hasta qu¨¦ punto ha trascendido en el sector. ¡°Lo que hace falta es que los adultos (maestros, familias, libreros¡) que somos los mediadores entre los textos y los peque?os afinemos mucho nuestra formaci¨®n para hacerles ver que el mundo no siempre ha sido igual, que la humanidad tiene una historia muy larga y ha sido capaz de mejorar en ciertos aspectos¡±, tercia Pilar N¨²?ez Delgado, profesora del Departamento de Did¨¢ctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Granada, especializada tambi¨¦n en libros para los m¨¢s j¨®venes. Frente al rechazo generalizado sobre retocar el texto, algunos entrevistados citan soluciones alternativas como un texto introductorio, que sirva para contextualizar cu¨¢ndo y por qui¨¦n fue escrito. O notas a pie de p¨¢gina.
A la vez, tambi¨¦n se multiplican las comparaciones m¨¢s all¨¢ del propio Roald Dahl. Por ejemplo, si habr¨ªa que omitir que los ni?os eran explotados en f¨¢bricas y minas durante la revoluci¨®n industrial. O si llegar¨¢ el momento en que se suprima del Quijote ¡°el episodio del manteo de Sancho Panza¡±, como plantea ?¨²?ez Delgado. Hay quien insin¨²a si ser¨ªa aceptable suavizar a golpe de pinceladas un fusilamiento pintado, quien recuerda el racismo y misoginia presentes en la obra de Quevedo o el momento en el que los protagonistas de Los Cinco, la c¨¦lebre saga literaria de Enid Blyton, pasaron de beber cerveza de jengibre a gaseosa en ediciones m¨¢s tard¨ªas. ¡°Imag¨ªnese que cada cierto tiempo se hiciera una revisi¨®n para comprobar si una obra encaja con los gustos de esa ¨¦poca¡±, a?ade N¨²?ez Delgado.
Para Xos¨¦ Ballesteros, responsable del sello infantil y juvenil Kalandraka, se trata de ir precisamente en la direcci¨®n opuesta: ¡°La literatura tiene que ser buena, ante todo. Sabemos que se publica mucha basura, no solo para adultos sino tambi¨¦n en infantil y juvenil. Y se est¨¢ primando muchas veces lo comercial, no en el sentido de vender muchos libros, que me encantar¨ªa. Los editores deber¨ªamos aspirar a difundir obras que perduren, con vocaci¨®n de convertirse en cl¨¢sicos¡±.
Ballesteros observa un ¡°curioso¡± parecido con otra protesta reciente, pero que proced¨ªa del espacio pol¨ªtico opuesto: en 2015, el entonces alcalde de Venecia, Luigi Brugnaro, elegido al frente de una coalici¨®n de centroderecha, prohibi¨® varios libros infantiles culpables, presuntamente, de ¡°ideolog¨ªa de g¨¦nero¡±. Entre otros, acab¨® vetado un cl¨¢sico como Peque?o Azul, peque?o Amarillo, de Leo Lionni. De ah¨ª que el editor califique los retoques de ¡°atentado¡± contra los libros de Dahl y afirme que ¡°llueve sobre mojado¡±, ya que hace tiempo que la literatura infantil afronta una discusi¨®n interna sobre el presunto exceso de mensajes y aleccionamiento a los ni?os. El editor, adem¨¢s, subraya la injusticia de que se ¡°deturpe el estilo de alguien que no puede opinar¡±, ya que Roald Dahl falleci¨® en 1990, a los 74 a?os.
Y ah¨ª, al margen de la discusi¨®n sobre ¨¦tica y oportunidad, el caso pisa tambi¨¦n el terreno legal. En Espa?a, el art¨ªculo 14 de la Ley de Propiedad Intelectual otorga al autor, entre otros, ¡°derechos irrenunciables e inalienables¡±: ¡°Exigir el respeto a la integridad de la obra e impedir cualquier deformaci¨®n, modificaci¨®n, alteraci¨®n o atentado contra ella que suponga perjuicio a sus leg¨ªtimos intereses o menoscabo a su reputaci¨®n¡±. ?Se cumplir¨ªa en este caso? ¡°Dahl escribi¨® eso y ya est¨¢. La obra y el derecho de autor est¨¢n por encima de quien gestione y ahora retoque su legado¡±, afirma Carlos S¨¢nchez Almeida, abogado experto en propiedad intelectual. Su compa?ero de profesi¨®n Andy Ramos realiza una interpretaci¨®n parecida: ¡°Cuando un autor quiere utilizar un lenguaje y unas connotaciones para transmitir unas ciertas ideas, sean ofensivas o no, hay que respetarlo¡±.
Ambos, de hecho, consideran que hipot¨¦ticamente cabr¨ªa incluso una acci¨®n por parte del Estado, como garante de la libertad de expresi¨®n y del derecho de acceso a la cultura. ¡°Si la obra original terminara eliminada del mercado y solo se mantuviera la alterada, la Administraci¨®n podr¨ªa pedir al juez que se publique la primera¡±, cree Ramos. ¡°Los lectores tienen derecho a conocer un trabajo art¨ªstico tal y como se hizo¡±, agrega S¨¢nchez Almeida. Hasta el punto de que, por ¡°anecd¨®tico¡± que resulte, Ramos ver¨ªa posible una reclamaci¨®n como consumidores para conocer las caracter¨ªsticas exactas de la obra que se est¨¢ adquiriendo. Como si, de alguna forma, las nuevas publicaciones de Dahl incurrieran en publicidad enga?osa, salvo que aclararan al principio que no se trata exactamente del texto original.
Embajadores de la inclusi¨®n
La correcci¨®n de los textos de Dahl se hizo en colaboraci¨®n con la empresa Inclusive Minds (mentes inclusivas) y sus ¡°embajadores de la inclusi¨®n¡±, personas con experiencias vitales diversas dedicadas a detectar d¨®nde un texto puede ser poco respetuoso con todas las sensibilidades. Algunos maestros entrevistados por el Telegraph destacaron que no solo los gustos de los ni?os est¨¢n cambiando, sino que, incluso, encuentran ya ciertos puntos de vista obsoletos y ciertos pasajes ofensivos.
Por lo dem¨¢s, no es la primera vez que el trabajo de Dahl es pol¨¦mico, ya en anteriores ocasiones hab¨ªa sido tachado de mis¨®gino, crudo, amoral, antisemita o racista, por ejemplo a cuento de los Oompa Loompas, la tribu de peque?os ayudantes de Willy Wonka que, a modo de ruidosos pigmeos domesticados, trabajan en su f¨¢brica de chocolate [por cierto, en la nueva edici¨®n estos seres son de g¨¦nero neutro]. O al propio Wonka, un ser de conductas amorales: un vegetariano que seduce a los ni?os con suculentos y perniciosos dulces. La familia del autor se disculp¨® en 2020 por sus comentarios antisemitas: eran ¡°incomprensibles para nosotros¡±, dijeron.
El propio Dahl, a lo largo de su vida, hizo variaciones en sus historias para evitar estas cr¨ªticas. Ahora el autor ya no est¨¢. La Roald Dahl Story Company ha explicado que su intenci¨®n ha sido mantener ¡°los argumentos, los personajes, la irreverencia y el esp¨ªritu mordaz del texto original¡±. El reto que se presenta es c¨®mo mantener el atractivo de Dahl, muchas veces consistente en esas peque?as transgresiones, con las nuevas sensibilidades. Y sin su permiso.
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