¡®The Quiet Girl¡¯: la amanerada belleza de la pel¨ªcula irlandesa candidata al Oscar

Es probable que cualquier ni?o crecido en los a?os setenta recuerde un meloso e impactante telefilme emitido por Televisi¨®n Espa?ola, protagonizado por un ni?o de 13 a?os con incontinencia urinaria al que su madre masacraba cada ma?ana con un brutal intento de soluci¨®n para sus problemas: colgar las s¨¢banas amarillentas en la ventana para as¨ª provocar en el cr¨ªo la verg¨¹enza m¨¢s cruenta y que ello le llevara a dejar de hacerse pis por las noches. Sin embargo, el chaval sal¨ªa pitando cada mediod¨ªa del colegio y antes de que ning¨²n compa?ero de clase llegara a las inmediaciones de su casa, ya las hab¨ªa logrado descolgar, retrasando el bochorno y las burlas al menos hasta el d¨ªa siguiente. Naturalmente, lo ¨²nico que consigui¨® la arp¨ªa de la madre con el sistema es que su hijo, con el paso de los a?os, se convirtiera en un gran campe¨®n de atletismo con tanta carrera diaria a toda velocidad.

Aquella pel¨ªcula para televisi¨®n se titulaba El corredor solitario (1976) y la hab¨ªa escrito y dirigido el inefable Michael Landon, creador y protagonista de la m¨ªtica La casa de la pradera, y especialista en provocar sensaciones y l¨¢grimas a trav¨¦s del m¨¢s popular de los sentimentalismos.

Unas intenciones, las de la punzada en el est¨®mago, el espanto y la llorera, que tambi¨¦n gu¨ªan a Colm Bair¨¦ad en la considerada por la mayor¨ªa de la cr¨ªtica y por los cert¨¢menes donde se ha exhibido como una de las grandes pel¨ªculas del a?o 2022: The Quiet Girl, candidata al Oscar a la mejor pel¨ªcula internacional, ambientada en la Irlanda rural de 1981, hablada en ga¨¦lico, y protagonizada por otra ni?a con incontinencia urinaria, que es atosigada cada d¨ªa no ya por su madre sino por la familia al completo.

La sistem¨¢tica formal y narrativa de Bair¨¦ad est¨¢ en las ant¨ªpodas de la de Landon. Frente al golpe bajo, el naturalismo, el psicologismo y el melodrama sensiblero y explicativo del estadounidense, el irland¨¦s impone la delicadeza, la parquedad y la belleza en todos los aspectos formales de la pel¨ªcula. Una hermosura presuntamente serena, pero en realidad amanerada y gratuita, con la que conectar¨¢ la mayor¨ªa del p¨²blico y con la que otra parte (entre los que se encuentra el que esto escribe) se puede sentir distanciado, ya que no va acompa?ada de un tratamiento dram¨¢tico con cierta altura.

La pel¨ªcula, esquem¨¢tica en cuanto a los personajes y al relato en s¨ª, resulta brillante en cada uno de sus planos, con ese formato cl¨¢sico en 4:3 de nuevo tan de moda. Demasiado brillante, de hecho, pues lo mismo se deleita con el cepillado del pelo de la ni?a que con un plano detalle de un t¨¦ cayendo desde la tetera hacia la taza que con un accidente dram¨¢tico de la cr¨ªa. Da igual lo que se est¨¦ contando: el caso es deleitarse y ser bello, siempre y en todo momento, c¨¢maras lentas en los lugares m¨¢s obvios, inclusive. Ya se est¨¦ en la casa de acogida en la que la cr¨ªa pasa un verano en paz, o ya se est¨¦ en el terrible hogar familiar, junto a una madre inexistente porque apenas se la ve, un padre borracho y unas hermanas que, sin que se exponga una raz¨®n convincente, en lugar de ayudar y apoyar a su hermana, t¨ªmida, encantadora y guap¨ªsima, tambi¨¦n la hostigan y se r¨ªen de ella.

El telefilme de Landon y la pel¨ªcula de Bair¨¦ad buscan (y seguramente encuentran) lo mismo: la conmoci¨®n. El primero nunca ser¨¢ definido como art¨ªstico. Del segundo parece brotar el arte. Pero ?es arte o artesan¨ªa? ?Es una pel¨ªcula art¨ªstica o un objeto decorativo para el hogar?